Opinión / Iritzia

‘Locus memoriae’

anjel_rekalde

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Angel Rekalde. Dicen que Napoleón, en la campaña de 1798 contra el ejército turco, arengó a sus soldados en Egipto: “Desde lo alto de estas pirámides, 40 siglos nos contemplan”. Sin entrar en los delirios de grandeza de algunos personajes histriónicos o controvertidos, resulta curioso descubrir cómo los escenarios del pasado nos interpelan. A veces sobrecogen, desolados, emotivos. En ocasiones se nos hacen misteriosos, subyugantes o cargantes, grandiosos… Pero siempre su silencio es profundamente expresivo.

Quizás para nosotros, vascos y vascas, no lo sea tanto, porque hasta tal punto nos han inculcado la vergüenza de ser quienes somos, que nos corroe un sarpullido ante cualquier manifestación de la historia o de carácter identitario. Tenemos el pudor nacional a flor de piel, abochornado y al borde del ataque de nervios. Pero al resto del mundo le ocurre como a Napoleón, que los lugares significados por hechos históricos le transmiten una sensación, un relato de lo que hubo en ellos. ¿Quién no se ha sentido impresionado por la grandeza de la Alhambra de Granada, o la belleza de un templo antiguo, sea griego o románico navarro?

El historiador Pierre Nora dedicó su vida académica al estudio de estos lugares que contaban la historia de su país, Francia. Como historiador oficial, lo hizo desde la perspectiva de su Estado, y no tanto desde la posición de las gentes o el sufrimiento de los pueblos. Sea como fuere, en esa investigación acuñó el término de Lugares de la memoria, y le dotó de un utillaje científico. Para Nora lugar de memoria es “cualquier entidad significativa, de naturaleza material o no material, que por la voluntad humana o la obra del tiempo se haya convertido en un elemento simbólico del patrimonio memorial de cualquier comunidad”. Nora explica que este recurso proviene de la retórica antigua, de la tradición de Cicerón y de Quintiliano, quienes aconsejaban asociar, para fijar el mensaje del discurso, una idea a un lugar. Es decir, en latín, establecer un locus memoriae. La batalla de Salamina. La ruta de las Indias…

En lenguaje coloquial, lo que viene a decir Nora es que los escenarios de la historia transmiten con fuerza su significado a las personas que los visitan, que los reconocen y rememoran;en ese sentido, son artefactos del recuerdo, mecanismos que ayudan a revivir lo sucedido.

En nuestra realidad de nación sin Estado, ello no obsta para que reconozcamos el recuerdo de aquellos sitios que nos han marcado: Roncesvalles, Amaiur, Gernika, Pamplona, Sartaguda, Montejurra, el mar, la montaña, las minas de hierro vizcaíno, los altos hornos…

Estos lugares de la memoria describen nuestra existencia. Como explicaba Nora, son los arcos de bóveda del relato que identifica a nuestro pueblo. Estos sitios transmiten a quien los visita, o simplemente a quien los menciona, el recuerdo de lo que ocurrió. El pueblo vasco ha tenido en el mar su modo de vida;su experiencia, su aventura y una ventana abierta a todos los puertos y ciudades del mundo. Este pueblo construyó en Navarra su convivencia durante siglos;su Estado, castillos, reyes, su capital, Iruñea, su defensa. En la montaña apacentó sus rebaños, levantó caseríos, libró batallas como las de Orreaga. En Gernika encontró sus libertades, y luego su tragedia…

Cada lugar es un hecho, un significado, un valor. Su recuerdo no sólo es evocación;también un acto performativo;promueve la identificación, el paso a la acción o la reivindicación que asociamos a ese sitio. Pensemos en Amaiur, en Gernika bombardeada… Pero no sólo ocurre con los lugares físicos;también los inmateriales funcionan según este canon. El euskara transmite emoción, identidad, sentimientos… El Gernikako Arbola ha sido un lugar de memoria durante generaciones, asociado al olor a pólvora, guerras, fueros, creencias, pueblo… La música, pongamos la de Zuberoa, nos conmueve;ya no somos esas baladas de amores trágicos, de Matalaz o de añoranzas profundas, de destierro, de otros tiempos;pero esa músicade la otra parteestá en nosotros;somos ese pueblo que canta y baila al pie de los Pirineos.

Del 20 al 26 de mayo un congreso en la Universidad de Oñati tratará sobre estos lugares de la memoria que hoy por hoy apenas hemos transitado. No hemos conocido el trabajo de Nora, aunque es un instrumento fértil para profundizar en nuestro pasado;para revisarlo a la luz de recursos y metodologías que nos recuerdan, que nos emocionan, que nos dicen quiénes somos.


 

Abrir el tapón a la libertad

tomás urzainki

tomás urzainki


Tomás Urzainqui. El alzado tenebroso del mausoleo -panteón, sepulcro, cripta- de pesado cemento y ladrillo, chapeado en piedra, apología de crímenes execrables contra la humanidad que no prescriben, en permanente amenaza y negación de la vida y la libertad, de día y de noche, sobre las cabezas de los ciudadanos y de toda Navarra, terrible depósito de odio gélido, es el significante genocida de los Caídos, levantado para perpetuar la pertenencia a las depravadas mentes que han matado fríamente a muchos miles de indefensos navarros y navarras, y moralmente al resto.

No es un periclitado monumento, comparable a los de exaltación del fascismo de la época en otros lugares de Europa, donde fue derrotado y restituida la democracia de inmediato, el de aquí es la continuada negación y falsificación de la memoria del pueblo navarro, mientras esté en pie insalvable obstáculo para el pleno ejercicio de la libertad y la democracia, marcando con él la propiedad privada de Navarra a manos de los genocidas y de sus herederos.

La juventud navarra ha podido comprobar hasta ahora que no posee un horizonte abierto, pues lo han prefijado con mugas para su presente y futuro. Así, sin que nuestra nueva generación haya tenido nada que ver en ello, se encuentra con la limitación de tener que vivir, al parecer para siempre, en una sociedad donde ya han sido amojonados los alcances máximos al desenvolvimiento de los derechos que le pertenecen, ocultados y negados en la actualidad, pues una cosa es la teórica garantía de los mismos en la legalidad oficial, y otra muy diferente la cruda realidad, porque de hecho constatamos que continúan los monopolios absolutistas, donde por nosotras y nosotros otros ya han decidido e impuesto para siempre, además a sangre y fuego, cuál ha de ser nuestro futuro. Así, y a título de ejemplos, a qué Estado debemos pertenecer, qué creencia religiosa debe ser única o hegemónica, en qué sociedad debemos vivir tras dividirla en vencedores y vencidos;reiterándose las injustas prácticas contrarias a los derechos de los ciudadanos como la falsa imputación de terrorismo a los jóvenes de Altsasu a pesar de ser negada por los jueces navarros, o el divorcio legal con la sociedad navarra en el caso deLa Manada. En suma, necesitamos quitar el tapón que cercena el libre ejercicio de nuestros derechos.

Hoy, la gente navarra, tanto la que era mayor de edad cuando murió en la cama el genocida dictador en 1975, como la que lo padeció desde 1936, lleva demasiados años de sufrir también como víctimas de los enemigos de la libertad, igualdad y unidad de la sociedad navarra, tras el golpe militar carlo falangista, triunfante por aquel genocidio, causado por ellos sangrientamente. La estrategia que también han seguido los camuflados neofascistas, tras la muerte de Franco, consiste en hacer desaparecer los vestigios de la violencia ejercida continuadamente contra las legalidades, la navarra y la española, y sobre la población en general, así borran los lugares de la memoria de las víctimas, como mediante la demolición de las cárceles de Pamplona y de San Cristóbal, en las que encerraron a miles de ciudadanos no adeptos a ellos, muchos de los cuales antes de ser asesinados;el despacho de capitanía desde el que Mola conspiró contra la legalidad republicana española, dirigió el golpe militar, ordenó la eliminación física de todos los supuestos desafectos y el balcón desde donde arengó a los golpistas;los edificios empleados para lugares de detención y tortura, los Escolapios los carlistas, los Salesianos los falangistas;para mantener sólo el símbolo de la memoria de los vencedores, de manera que parezca natural su presencia y que nada pueda recordar la forma en que consiguieron imponer su nuevo orden que pretenden sea perpetuo. Al revés de lo que se ha hecho en la Europa liberada del fascismo y del nazismo, donde sí se conservan los lugares de aquellas atrocidades, pero no sus símbolos y apologías.

Aunque parezca ocioso el repetirlo, es imprescindible recordarlo, los Caídos afectan al conjunto de la sociedad política navarra, porque los fascistas insurgentes, al agredirla, se autoexcluyen de la misma. Por eso la sociedad navarra se ve obligada a defenderse de ellos derribando su símbolo. Hablar solo de dos bandos enfrentados, en la práctica es como legitimar al grupo rebelde, alzado en armas frente a la legalidad de todos, convertidos por aquellos en agredidos indefensos, que se defienden cuando pueden hacerlo. Aquel bando faccioso, formado por milicias fascistas españolas, carlistas y falangistas, unidas al ejército español golpista, sublevados contra el pueblo y ayudados por los ejércitos alemán, italiano y los mercenarios marroquíes, aplicando toda su violencia armada contra la ciudadanía indefensa. La perpetuación en la actualidad del paradigma de los dos bandos enfrentados como causa del golpe, la guerra y la dominación, además de ser en buena medida un fraude negacionista, hoy sólo ayuda al fascismo. Ya que en la realidad sólo hubo un bando, el faccioso y golpista, mientras que toda la sociedad fue y es su víctima.

El 36 no ha terminado, todavía es presente, las víctimas más directas y el resto continúan, continuamos en gran medida sometidos a lo iniciado entonces. Víctimas de las agresiones de todo tipo del fascismo que no cesa, hasta que consigamos la victoria de la libertad todos las sufrimos, nadie se libra, si no es fascista. Ver esto es clave ahora para poder derrotarlo y acabar definitivamente con el fascismo. El problema es que se pierde u oculta la perspectiva de que el presente es un continuo del 36, con gran gusto de los fascistas. Uno de los grandes goles que nos ha metido el franquismo es el sentido que se le da oficialmente a la Memoria Histórica, cuando en realidad es la actualidad continua o los actos continuos antidemocráticos contra los derechos humanos. La República navarra, la libertad o la democracia son presente negado y agredido, no solo memoria.

La unión de toda la sociedad navarra, mayores y jóvenes, en transversal unidad en la defensa de sus libertades, con un futuro en el que ya no haya división entre vencedores y vencidos, ni guerras civiles y genocidios, donde se conozca la verdad sobre lo que aquí ha pasado, y sobre todo que no haya continuidad en el sometimiento a las versiones fraudulentas y negacionistas de los conquistadores y absolutistas, que pretenden seguir imponiendo su permanente control liberticida.