Estos acontecimientos coinciden con el trascendental movimiento social surgido a raíz del voluntario incumplimiento generalizado de las cargas que gravaban a los pecheros navarros, auténtica revolución silenciosa, por la que los labradores se niegan a entregar las pechas que estaban obligados a pagar anualmente a eclesiásticos o aristócratas y que suponían el porcentaje del diez por ciento de sus cosechas. Las pechas en su origen provenían de la privatización permanente de impuestos públicos que los reyes concedían a encomiendas eclesiásticas o a nobles, sonadas fueron las de las órdenes de los monjes-militares como la de San Juan del Hospital de Jerusalén, después también llamada de Malta. Los antiguos pecheros se distinguieron por su entrega y valor en la movilización y el desarrollo del Ejército constitucional navarro, proporcionando buena parte de los soldados voluntarios y de los oficiales del mismo, convencidos de que su triunfo era el mejor valladar contra las extorsiones de los que querían volver a cobrarles las pechas aunque fuese transformadas en rentas.
Al tener Navarra su propio ejército creado por las Cortes de Navarra, tanto en la guerra frente a la Convención francesa 1793-1795 como trece años después en la invasión de Napoleón de 1808-1814 conformado por la División del Reino de Navarra, la cual obtuvo el más notorio prestigio por su eficacia y dominio militar en aquella guerra contra el francés y la protección de la soberanía de su Constitución propia, motivando en consecuencia que las Cortes de Cádiz en 1812 no pudieran pedir a Navarra que abandonase su Constitución. La Diputación de Navarra, tras la expulsión de Estella de las tropas francesas en 1813 por la División del Reino de Navarra, quedó protegida por la misma, pudiendo desarrollar sus poderes el ejecutivo navarro ya por entonces con plena seguridad y libertad.
Tras la represión desatada a partir del 26 de septiembre de 1814 contra los miembros del ejército navarro, se trasladan a América algunos de los más activos, Xavier Mina, Pablo Erdozain, Lorenzo Goñi y otros, que unidos a los navarros residentes allí impulsan de forma generalizada la liberación de las manos del absolutismo realista. Su presencia en la gestación de la emancipación y su aportación personal directa en los combates así como en la dirección del movimiento independentista fue decisiva. Por contra, el fracaso de los expertos de la contrainsurgencia realista contra los libertadores americanos trajo la resaca y su posterior llegada a Navarra como virreyes a poner en práctica sus conocimientos contrainsurgentes, así en los casos de Juan Ruiz de Apodaca y Baldomero Espartero, o el del general Rafael Maroto.
José Gorriz, natural de Subiza, asesinado el 28 de septiembre de 1814, tras el intento de liberar de las manos absolutistas la ciudad de Pamplona / Iruña, fusilado en la Ciudadela, fue el primero de los supremos jefes militares navarros, no el único, luego lo fueron igualmente los demás jefes militares supremos navarros.
Xavier Mina Larrea fusilado el 11 de noviembre de 1817, a los 28 años, fue comandante general de las Guerrillas de Navarra, llegó a jefe de los ejércitos de la República de México, atrayendo sobre él a lo más fuerte del ejército realista colonial, lo que hizo posible el triunfo definitivo de las operaciones combinadas que coordinó previamente en Puerto Príncipe de Haití con Simón Bolívar para derrotar a las tropas de Fernando VII, que culminaron cinco años después con la independencia de todo el continente americano.
Juan José Cruchaga Urzainqui ejecutado el 14 de mayo de 1822, jefe de las fuerzas liberales navarras, asesinado en atentado en Nardues-Aldunare por facciosos realistas.
León Iriarte Erburu fusilado el 13 de noviembre de1837 junto con sus oficiales por Baldomero Espartero, condenado a muerte por haberse comprometido como general jefe en la defensa de la Independencia de Navarra.
Juan Antonio Guergué y Yániz fusilado el 18 de febrero de 1839, jefe supremo del ejército carlista, asesinado por Maroto al ser condenado a muerte junto con sus oficiales por tratar de defender los intereses supremos de Navarrra.
Jose Antonio Muñagorri Otaegi asesinado el 14 de octubre de 1841 por un subordinado de Baldomero Espartero, al ser autor en 1838 como “general del Ejército de la Independencia” del discurso, primero en euskera, que generó el movimiento político y militar reivindicador de la defensa prioritaria de los Fueros de la Constitución navarra y de La Paz en plena guerra civil.
Es decir, que entre 1814 y 1841, durante 27 años seguidos, se fue eliminando a los seis citados jefes y a sus oficiales, todos habían sido miembros de la División del Reino de Navarra, descabezando así los amagos de actividad de las Fuerzas Armadas de Navarra. Al mismo tiempo que el cáncer que supuso la quiebra social inducida por las guerras civiles, desatadas entre realistas ultra católicos favorables a los privilegios de la iglesia y de la aristocracia frente a los defensores de las libertades constitucionales navarras y los derechos humanos, tuvo el efecto suicida de dividir entre los citados bandos a los militares navarros, con lo que se debilitó gravemente la posibilidad de hacer frente con éxito a las sucesivas agresiones a Navarra, y de mantener la continuidad del Estado navarro y defender la Constitución de Navarra, ataques que culminaron en las leyes abolitorias de 25 de octubre de 1839 y 16 de agosto de 1841.
Tomás Urzainki Mina