Opinión / Iritzia

Iruña, capital vasca

jose_mari_esparza
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Jose Mari Esparza Zabalegi. Perdonen los lectores y lectoras, pero otra vez toca escribir perogrulladas. UPN y PP han solicitado la declaración de persona no grata para Arantxa Tapia, consejera del Gobierno Vasco, por haber dicho que Pamplona es una “capital vasca”. Así que vuelta la burra al trigo. ¿Qué hemos hecho en Navarra para padecer semejante grado de estulticia en nuestra clase política? ¿Por qué nos obligan a discutir al nivel del borrico si a esa altura todos tenemos las de perder? ¿Qué gana la derecha con ello? ¿Por qué para defender la separación institucional de Navarra del resto de provincias vascas -algo totalmente legítimo- tienen que recurrir a decir memeces? Iñaki Iriarte, parlamentario de UPN y conspicuo autor de Tramas de identidad, que tan a gusto leímos en su día, debería sentar a sus correligionarios y darles unas clases elementales de historia de Navarra e historia de la propia derecha navarra que, para defender lo mismo, bien lo sabe Iriarte, no recurrían a semejantes majaderías.
Que alguien les explique cómo Iruña, o Iruñea, era la Civitas de los vascones por antonomasia y la misma Pompeluna, la ciudad de Pompeyo, tiene igual raíz. Que toda la toponimia de la ciudad y de muchos kilómetros a la redonda es totalmente vasca y esa es la matriz del Reino de Navarra. Gaztanbide, Pérez Goyena, Iturralde, Caro Baroja, Jimeno Jurío, ¿alguien lo ha puesto en duda en toda nuestra bibliografía? ¿Cuántos documentos municipales de los siglos XVII y XVIII, a la hora de designar párrocos, capellanes, predicadores, escribanos o médicos, consideran “que el lenguaje primero y natural de la ciudad es el basquence”? Quizás en 1645 el vicario de San Cernin estaba haciendo política para Bildu o Geroa Bai cuando afirmaba que “la lengua bascónica es la lengua natural y materna de esta ciudad de Pamplona y su Montaña, y la accidental y advenediza es la castellana”. Si en Iruña “de cien personas que confiesan, noventa son en lengua bascongada”, ¿no hablamos de una ciudad vasca? ¿No dijo Juan de Beriain en su Doctrina Christianaque escribía en el euskera de Pamplona “Cabeza deste Reyno, que es el que se habla en la mayor parte del y el que mejor se entiende en todas las partes”? ¿No dijo el padre Moret en losAnales del Reino de Navarra que los naturales de Pamplona llaman en su lengua Jaun done Saturdi a San Cernín?” ¿Era nacionalista el doctor Joanes de Etcheberri cuando en 1712 escribió Iruña eskualdunen hiri buruzagia, Pamplona capital de los vascos?
A partir de entonces, ¿ha habido un solo escritor, un intelectual, un artista, un viajero, una enciclopedia, un periódico, un político navarro, ¡uno solo, jobar!, que haya negado que Pamplona sea una capital vasca? Desde las primera guías de la ciudad publicadas por el militar Emilio Valverde (1886) hasta la de Pío Baroja en 1956, todas reconocen a Navarra como centro de Vasconia y a Iruñea como su capital. En la de 1926,Pamplona-Navarra. Guía del Turista, el alcalde de Pamplona Joaquín Ilundain escribía: “Lo que hoy es provincia foral de Navarra fue, desde los orígenes de la historia de la península Ibérica, tierra de los vascos. Raza viril, fuerte y austera (…) En el siglo VIII, y ante la invasión sarracena, los vascos del Pirineo constituyeron el Reino de Navarra”. Ese era el tipo de textos que se enseñaban en las escuelas navarras a inicios del siglo XX, con diputaciones carlistas o liberales. ¿Ya entonces estábamos los abertzales manipulando la educación de los niños?
Pero lo peor de esta derecha navarra es que desconoce por completo a sus propios próceres. Algunos sí los conocen, por eso hay que exigirles que pongan más ilustración en el majadal de su partido. No les pedimos imposibles, como sería sofrenar a Ana Beltrán y su grey, incapaces de distinguir un libro de una paca de alfalfa. Los de UPN son navarros, tienen que llegar a entender que para defender la identidad de una Navarra sola no tienen que renegar de sus apellidos, de sus abuelas euskaldunas, del orgullo de la Vasconia pretérita. Que toda la derecha navarrista se ha enfrentado siempre al nacionalismo vasco diciendo precisamente que los verdaderos vascos eran los navarros. E Iruña su capital. El político pamplonés Víctor Pradera, padre del navarrismo y el mayor enemigo de la unidad política vasca, no tenía reparos en hablar ante las Cortes como “un diputado vasco”. Para él, en 1512 Navarra fue “el último pueblo vasco que se unió a España”. En 1918, El Pensamiento Navarrolo llamó “verbo de España y de Euskaria”.
Los directores del Diario de Navarra Garcilaso o Eladio Esparza no iban a la zaga ensalzando a Euskal Herria. Cuando en 1937 murió Francisco Javier Arraiza, exalcalde de Pamplona, el Diario destacó de él “su amor apasionado a su tierra vasca”. El director más duradero, José Javier Uranga, Ollarra, escribía en 1977: “Yo creo en Euskalerría, en el pueblo vasco, en una lengua y una raza, nunca puras, porque nuestra tierra ha sido paso… Pero una cosa es Euskalerría y otra Euzcadi, aunque suenen parecido”. En mayo de 1980, Ollarra confesaba que “Navarra es parte fundamental del pueblo vasco… Es más, yo diría que Navarra es, casi por sí sola, el pueblo vasco”. Y en abril de 1983: “Uno es vasco por raza, apellidos, vocación y deseo (…) Eterno error de los madrileños: Navarra es y seguirá queriendo ser vasca, porque lo de Euzkadi es otra cosa”.
Docenas de libros y artículos a mansalva de toda la derecha navarra redundan en lo mismo, desde carlistas como Baleztena, Etayo o Del Burgo padre, hasta falangistas como Manuel Paternain, Premio Nacional de Literatura, que en su Navarra, ensayo de biografía(Editora Nacional, 1956) dice que Navarra “es la porción más meridional y extensa de todo el País Vasco”. “Nuestra Euskalerria” dice en otras ocasiones. Y Pamplona, claro, su capital.
Con toda aquella gente se podría discutir hasta la extenuación sobre los colores de nuestras banderas y posiblemente no llegaríamos a acuerdos, pero todos aprendíamos. Con quien no se puede hablar de colores es con un ciego que no quiera ver. No pediremos a UPN que en sus parvularios lean textos de Campión, Olóriz o Altadill, ni mucho menos libros de editoriales como Txalaparta o Pamiela. Pero, por favor, que lean algo de sus padres y abuelos políticos. Más de derechas dudo que se hagan, pero más vascos y más navarros seguro que sí.
Y así, cuando del debate político-histórico sobren las perogrulladas, estaremos un poquico más cerca de comenzar a entendernos.


Los de Agés (Atapuerca, Burgos) somos nabarros

batalla_atapuerca

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Bittor Arbizu. No es la primera vez que había oído alguna afirmación similar. Pero en esta la convicción, sencillez y lógica con que me lo expuso un vecino, oriundo de esa localidad, con la frase puesta de título, me impactó. La aclaración a la provincia y localidad vecina donde está situado el pequeño pueblo de la comarca de Montes de Oka, protagonista en parte de la batalla de Atapuerca, la he puesto entre paréntesis. La tradición oral nos lleva hasta la famosa batalla de Atapuerca. Movido por la curiosidad me desplacé hasta dicha Agés para intentar recabar la información que a nivel oral podría permanecer entre sus vecinos, recurriendo a las personas de mayor edad.

La sorpresa fue grande y grata, ya que un señor de edad avanzada me respondió amablemente a mis preguntas, habiéndole comentado previamente que lo verdaderamente importante era la información que al respecto había recibido de sus padres, abuelos… El testimonio no pudo ser más interesante. Paso a exponer sus palabras:

“Este pueblo les he oído a los abuelos que pertenecía a Nabarra. Solamente este pueblo, no sé porqué”. Después indicó que entré Agés y Atapuerca tuvo lugar la batalla donde murió el rey nabarro, cuyo vientre enterraron en la iglesia local, cubriéndolo con una lápida que tiene una inscripción en todo su entorno que está resultando de difícil interpretación en los intentos de varios especialistas.

A dicha lápida hace alusión Madoz (1845) “a la entrada de la sacristía de la iglesia parroquial de Agés hay una lápida sepulcral, en cuyo derredor se ve una inscripción ilegible, y en su centro una figura de hombre, y en este sepulcro se cree estuvieron encerrados los restos de don García III de Navarra”. Aunque hay dudas que la sepultura corresponda al citado rey.

El citado señor comentaba que siempre les han llamado “los nabarros”, y al igual que otras tres personas, repetían a lo largo de la conversación: “Los de Agés somos nabarros. Tenemos el sobrenombre de nabarros… Siempre he conocido que nos llamen los navarros”, y comentaban la batalla y cómo las huestes del rey nabarro se habían quedado afincadas en la localidad tras la misma. Asimismo iban citando los numerosos pueblos que tenían nombre en euskera del entorno como la cercana Zalduendo, Galerde, Uzquiza… o los barrios Kapruz, Otxabro. Habría que añadir Ibeas de Juarros, Zumel, Urbel(tz), Ezkerra, Oka, el propio Atapuerca tiene en su primer elemento ate puerto, y sobre el segundo tendría hipótesis.

Una persona joven fue más escéptico, señalando que los topónimos quizá se debiesen a repoblaciones procedentes de Bizkaia. Esto es complejo, ya que si bien desde hace años que vi Urbel, lo relacioné con los elementos ur agua + beltz negra, siendo este último elemento característico del euskera de Nabarra, Gipuzkoa… en otros queda la huella de Bizkaia. Veo complejo lo de las repoblaciones ya que algunos términos ya estaban en euskera antes de éstas.

La verdad es que desde las primeras afirmaciones me vino a la memoria los bertsos en euskera sobre la batalla de Beotibar, siglo XIV, Mila urte igarota, ura bere bidean…! (Aunque pasen mil años, el agua sigue su curso…). Y ésta es la curiosa realidad, que han pasado mil años y la transmisión oral ha permitido que se recuerde este significativo hecho. No es la primera vez que me ha sorprendido algo similar. En Laudio/Llodio (Araba) hay referencia documental (1085) a la consagración de la iglesia principal, la de San Pedro de Lamuza, donde acudieron notorias personalidades. Pues bien, haciendo un trabajo de investigación toponímica a lo largo de 30 años, con más de 1.000 entrevistas a personas de edad en caseríos, me encontré la sorpresa que personas de lugares distantes me hablaban de que la iglesia más antigua era la de Larra, lo cual guarda su lógica pues está en un lugar más protegido, ante las seculares incursiones foráneas. La importancia de la trasmisión oral creo que fue recogida en un seminario de Eusko Ikaskuntza/Sociedad de Estudios Vascos.

Agés está en el Camino de Santiago, y en el albergue había expuesta una hoja del periódico provincial donde destacabaLos ancestros de los vascos vivieron como agricultores en Atapuerca. Mi amigo me comentó que pusieron una placa sobre un menhir en el lugar donde tuvo lugar la batalla, que vienen recreando los vecinos de la zona con éxito, mercado medieval, espectáculos e incluso participó en ella hace unos años de modo altruista, y con la amabilidad que le caracteriza, nuestro harrijasotzaile Iñaki Perurena con su hijo, haciendo una exhibición de levantamiento de piedra.

Como sabemos, con Sancho III el Mayor (1004-1035), el Reino de Nabarra alcanzó su máxima extensión, dividiendo a su muerte dicho reino entre sus hijos, dando al primogénito el reino matriz y patrimonial, a interpretación de muchos, la zona del euskera. Ampliamos detalle de la mano de Orella Unzué, doctor en Historia: “A su muerte legó a su primogénito, García el de Nájera, el regnum en su integridad, atribuyendo a los restantes hijos determinados territorios en concepto de herederos regios, pero no como reyes. Legó a García el reino de Pamplona con los territorios de Araba que incluía Bizkaia y Guipuzkoa, Nájera (La Rioja), tierras de Tarazona y Soria, hoy Garray, la primitiva Castilla y las Asturias de Laredo. Pero los hijos de Sancho el Mayor no estuvieron conformes con la herencia recibida y las armas del reino de Pamplona chocaron con las castellanas en Atapuerca. García murió en la batalla defendiendo el territorio pamplonés”.

Escribo Nabarra, nabarro por una hipótesis sobre el nombre que explicaré otro día. Anticipo que hay documentación del siglo XVI sobre una de las personas más influyentes del reino que así lo ponen.

Como última anécdota que me relata mi vecino es que cuando de Agés fueron a Nájera a visitar el sepulcro principal del rey nabarro, allí una persona les reclamó “Que tenéis a nuestro rey”, se refería a parte del cuerpo. Mi agradecimiento a este amigo y al resto de personas que me han ayudado con este artículo, respondiendo a mis preguntas, abriendo la iglesia en horas tardías…

Mantengamos dentro del respeto mutuo que he observado, el legado de nuestros predecesores, cultura, euskera… Zaindu ditzagun gure historia, euskera…!