Opinión / Iritzia

Javierada y derecha navarra

Javierada

Javierada


Dos comunicados de UPN y del PP de Navarra han denunciando que en la exposición en el Palacio Redín y Cruzat (centro autogestionado Plazara!) aparecía un cuadro que vinculaba las Javieradas con Hitler y Franco, calificando dicho nexo de insultante, indecente e injustificable. Además de estar ante un nuevo ataque a la libertad de expresión y creadora, nos hallamos ante otro ejemplo de interpretación manipuladora del pasado de la derecha navarra, que insiste en su práctica negacionista y relativizadora en relación con la asunción de responsabilidades acerca de lo sucedido en Navarra, tras el golpe de Estado de julio de 1936.

Hay que recordar a UPN y PPN que, en su génesis, la Javierada surgió como iniciativa de la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz. Ya hemos explicado en otros artículos que dicha Hermandad surgió a finales de diciembre de 1939 tras la exitosa convocatoria de dos viacrucis a Montejurra, en mayo y septiembre del mismo año. Con el apadrinamiento del obispo Olaechea y de curas combativamente tradicionalistas, como Santos Beguiristain y Antonio Añoveros, dicha Hermandad fue una iniciativa exclusivamente requeté. Pretendía el encuadramiento de los excombatientes carlistas navarros en una asociación de mutua ayuda que contrarrestara los efectos de la Delegación Nacional de Excombatientes, promovida por el régimen tres meses antes. El Primer Consejo Supremo de la Hermandad estaba formado por personas vinculadas al tradicionalismo, algunas de ellas miembros muy relevantes del carlismo pamplonés: José Ángel Zubiaur Alegre (caballero subprior), Cesáreo Sanz Orrio, Félix Abárzuza Murillo, Jaime del Burgo Torres e Ignacio Baleztena. Del Burgo y Sanz Orrio fueron figuras destacadas del requeté, brazo paramilitar del carlismo, tan activo en la lucha callejera y en los preparativos insurreccionales durante la República, finalmente sustanciados en su participación en la conspiración, supeditado plenamente a la cúpula militar, que desembocaría en el golpe de Estado de julio de 1936.

El propósito fundacional de la Hermandad era “mantener íntegramente y con agresividad si fuera preciso, el espíritu que llevó a Navarra a la Cruzada por Dios y por España, haciendo que no se desvirtúen estos ideales”, así como sufragar las almas de los mártires para que sean “escuela de religiosidad y de patriotismo para las futuras generaciones”. Sus normas internas hablaban de “luchar con agresividad castrense, contra la irreligión o las malas costumbres, contra todo lo que tienda a desvirtuar el espíritu de la Cruzada, a traicionar la Sangre de los Mártires y de los Héroes, recordando siempre que los muertos nos han de gobernar” y de “corregir con energía a todo Caballero, que se desvíe del espíritu de la Cruzada, y denunciarle”. En 1945, la propia Hermandad reconocería que nació porque, finalizada la guerra civil, el espíritu de Cruzada, “corría peligro, desaparecidas sus causas generatrices, si no de desaparecer, de amortiguarse o de dormir ineficaz en ellos como perfume antiguo encerrado en herméticas redomas” y porque “entonces, en la mente de varios excombatientes beneméritos de la Iglesia y de la Patria, surgió la idea de encarnarlo en una corporación de tipo adecuado”.

El primer acto que organizaría la Hermandad fue la Marcha a Javier en marzo de 1940. En marzo de 1949, se recordarían las razones de la existencia de la Hermandad con ocasión de la Marcha a Javier de ese año. Ni más ni menos que como recordatorio “de la Cruzada Nacional contra el comunismo negador de toda libertad humana y religiosa” y como expresión de “nuestra condición de españoles católicos, enemigos de medias tintas”. En su intento de apropiación de otros espacios, fuertemente simbólicos para el catolicismo navarro, la Hermandad plantearía en febrero de 1942 otros proyectos de peregrinaciones a Ujué, a Roncesvalles, a Aralar, que finalmente no prosperarían.
¿Cómo pagar 60% menos en el seguro del coche? Hace 4 meses decidimos cambiar la compañía con la que tenemos asegurado nuestro coche porque estábamos cansados de pagar 480 € al año con Mapfre. Cada vez que veíamos en el buzón la carta de Mapfre nos poníamos de mal humor, pero esto dejó de ser un problema cuando descubrimos la nueva compañía a través de la cual hemos asegurado nuestro coche. Os contamos cómo hemos conseguido pagar un 60% menos Haz click para leer este contenido

En el carácter de la Hermandad como mecanismo de agitación y propaganda del carlismo destacó la labor de José Ángel Zubiaur. Fue fundador de UPN, junto con Aizpún, en los años setenta del siglo XX. Durante los primeros meses de 1937 -antes de la unificación en abril de aquel año de carlistas y falangistas en FET de las JONS-, trabajó en la Delegación de Prensa y Propaganda de la Junta Central Carlista de Guerra de Navarra. Posteriormente, se desenvolvería en el partido único y unificado por Franco ya que en octubre de 1938 fue nombrado jefe provincial de Propaganda, cargo que ocupó hasta junio de 1939. Zubiaur fue durante los años cuarenta, y desde su fundación, caballero subprior de la Hermandad, ocupando el cargo de Prior en 2002. En marzo de 1946, dio un discurso en Javier con ocasión de la Javierada, asegurando “no consentir que se desvirtúe nuestro espíritu religioso de Cruzada”;que “el camino de Navarra es el camino de la espiritualidad” y que “Navarra irá por ese camino, como canta nuestra jota ¡Siempre P’alante!”. En otro artículo de 1942, defendió la Inquisición como defensora de la “pureza e intensidad del Ideal” y de la ortodoxia.

Es ridículo escandalizarse por la conexión de las Javieradas con Franco y con Hitler. A los pocos meses de iniciada, el dirigente principal de la Cruzada (cuyos principios prometían defender los miembros de la mencionada Hermandad, la entidad que promovió la peregrinación a Javier con aquel fin ideológico citado), sería precisamente Franco.

Toda la propia prensa navarra apoyaría incondicionalmente durante aquellos años a quien denominaría como su Caudillo, alabando sin pausa sus gestas y su política. Respecto a Hitler, Félix Maíz proporcionó informaciones de los contactos de Mola con la Alemania nazi para conseguir navíos, aviones y armas, manteniendo estrecho contacto con un agente secreto de enlace. Y, tampoco, se puede olvidar el entrenamiento que los requetés navarros (Jaime del Burgo a la cabeza, pero muchos otros también) recibieron en Italia en el verano de 1934 de la mano de militares fascistas italianos, ni el armamento y la financiación remitidos por el gobierno de Mussolini.

Además, la hemeroteca no miente. El 5 de marzo de 1937, la propia Junta Central Carlista de Guerra de Navarra, dirigida por el carlista Martínez Berasain y genuflexa ante los requerimientos de Mola, enviaría un telegrama al embajador de Alemania Von Faupel con motivo de la presentación por parte de este de sus credenciales ante Franco, “formulando sinceros votos prosperidad ambas naciones sumamente identificadas lucha enemigos judíos y comunistas”. Y un mes después, en el marco de un homenaje a Alemania en el Gayarre, tributado por las autoridades navarras, la aparición repetida de Hitler “en la pantalla fue acogida con entusiastas aplausos”. Un repaso a la hemeroteca demuestra elocuentemente que relacionar fascismo y nazismo alemán con la ideología franquista de Diario de Navarra y el Pensamiento Navarro es redundante, durante la década de 1933-1943. Para el periódico, que ahora se escandaliza por dichas conexiones ideológicas, Hitler, Mussolini y Franco serían las figuras políticas del XX más importantes y más necesarias para Europa en su lucha contra el comunismo y el judaísmo. Para el periódico golpista navarro, “la verdadera civilización europea” estaba representada por los ideales totalitarios de dichos dictadores. Formaban el eje del bien frente al eje del mal o “de las Tinieblas”, como decía su director Garcilaso. Cuando el 2 de mayo de 1945, se conozca la muerte de Hitler, además de lamentarla profundamente le dedicará un panegírico, donde lo calificará de “titán”. UPN y PP, antes de negar lo evidente, deberían repasar la historia de sus mentores ideológicos. Si lo hacen, descubrirán perlas tan brillantes como ésta: “San Francisco de Javier quedó proclamado Patrono de la Marcha Nacional de las Falanges Juveniles de Franco”. Lo afirmaba Diario de Navarra el 3 de agosto de 1952. Así que a buen entendedor…

Firman este artículo: Fernando Mikelarena, Víctor Moreno, José Ramón Urtasun, Clemente Bernad, Txema Aranaz y Pablo Ibáñez Del Ateneo Basilio Lacort


El perdón de ETA y el de Rajoy

victor_moreno

victor_moreno


Víctor Moreno. No puedo sacudirme de encima la estupefacción y el aburrimiento abisal que me han producido las declaraciones del presidente del Gobierno y las de políticos afines, además de intelectuales y editoriales de periódicos, cuando, tras la declaración de que ETA anunciaba su liquidación definitiva, han manifestado que “no había nada que celebrar”.

¿Cómo es posible decir eso cuando la sociedad española si algo deseaba de verdad era la desaparición de ETA desde in illo tempore?

¿No era este el fin al que por activa y por pasiva suspiraba la sociedad? La clase política institucional se ha pasado media vida exigiendo que la defensa de la independencia de Euskadi se hiciera en el Parlamento y en las instituciones democráticas, y no mediante la extorsión, el secuestro, el asesinato y la goma-2. Resulta que, ahora, una vez conseguido tal reinserción, no es motivo de celebración. Asombroso.

¿Qué es lo que el Estado de Derecho encuentra en la desaparición de ETA que no le hace gracia? ¿Por qué la anhelada desaparición de ETA no se ha convertido en una noticia celebrada unánimemente por las fuerzas políticas y sociales del Estado?

Cuesta mucho entender esta retórica un tanto sospechosa, desde el momento en que todos repiten el mismo guion. Una consigna que parece haber sido dictada en un master impartido por el ministerio del interior. Se quiera o no se quiera reconocer, lo cierto es que habría que hablar de una noticia histórica,–esta vez sí, porque es la primera vez que ocurre–, pero, dado que, al parecer, existen causas o explicaciones que se escapan a nuestro análisis, lo dejaré simplemente en noticia.

El genio humano es complicado y retorcido de ganas. ETA nos molestaba de mala manera cuando existía y actuaba; luego, cuando existía pero no actuaba; y, ahora, cuando ha decidido hacerse el harakiri definitivo no es motivo de celebración.

No lo puedo remediar. Sospecho que existe algo extraño en este comportamiento tan clónicamente aplaudido -casi teledirigido- y que no encaja con una explicación racional a secas, y, por el contrario, sí arroja la presencia de adherencias un tanto turbias, no sé si dignas de estudio psiquiátrico, asesorado, eso sí, por algún politólogo.

Según ha trascendido a los periódicos, una de las razones de esta desidia institucional se debe a que en el comunicado de ETA no se ha pedido perdón a todas las víctimas, resultado de sus acciones terroristas y al hecho perturbador de que aún existen unas 358 víctimas -esto sí que es exactitud numérica-, y cuyos tristes casos y desgraciados, lamentablemente están aún por esclarecer. El perdón ofrecido por ETA ha terminado de calificarse como “un perdón parcial”.

Comprensibles explicaciones, pero no satisfactorias.

A fin de cuentas, el acto fundamental de esa performance no es que ETA pidiera perdón o no. De hecho, ETA, o quien sea, puede pedirlo a la humanidad entera, a las víctimas afectadas por sus acciones terroristas, y, a continuación, las familias de estas víctimas mandar a la mierda dicho perdón.

Al fin y al cabo, nadie tiene por qué aceptarlo. Menos aún si proviene de alguien que ha asesinado impunemente a tu padre o tu hijo. Nadie está obligado a perdonar a un criminal. Si lo hace, pues formidable. Si no lo hace, motivos tendrá. Que ETA pida o no pida perdón, parcial o urbi et orbi, es parte de la retórica a la que nos tiene acostumbrado cierto sentimentalismo vacuo que esconde más basura que auténticas emociones sinceras, siempre controladas por el cerebro.

A Rajoy y al arco político de la derecha que representa su partido, les importa un pepino que ETA haya pedido perdón por activa, por pasiva o por aoristo griego y que sigan sin aclararse el destino y paradero de 358 víctimas de ETA.

¿Desde cuándo a la derecha política de este país, heredera en su mayor parte del franquismo y del sector que ganó la guerra, gracias a la cual ocuparon los puestos claves de las instituciones públicas y gubernamentales de este país, le han importado las víctimas vengan de donde vengan?

Tiene bemoles que una organización, calificada siempre como criminal, pida perdón aunque sea parcial a las víctimas y el Estado de Derecho, que presume de ser más ético que un a priori kantiano, lleve ochenta años sin pedir perdón de ningún tipo a las víctimas del 36, miles de ellas todavía en paradero desconocido. ¿Acaso esas víctimas no forman parte de la memoria de ese Estado de Derecho y de la defensa de la democracia genuina, basada en la soberanía popular y en un Parlamente elegido en unas elecciones libres y directas por la ciudadanía y no derivado de un golpe de estado?

Estoy convencido de que muchas familias descendientes de asesinados en 1936 se darían con un canto en las narices si el Gobierno actual en nombre de la Democracia y de su defensa les hiciera un homenaje con carácter retroactivo o diferido a los españoles que sufrieron el mismo destino trágico, tiro de gracia en la nuca y la tumba somera de una cuneta.

Y mucho más motivo de celebración lo sería si el Gobierno actual ayudara a los movimientos sociales que llevan años luchando en soledad por la recuperación de miles de cuerpos de familiares sin recibir ayuda alguna por parte de dicho gobierno. ¿Ayuda, digo?

Al contrario, el gobierno actual del PP ni la ha prestado, sino que, una y otra vez, ha obstaculizado conscientemente el desarrollo y aplicación de la Ley de la Memoria Histórica, llegando hasta mofarse de sus protagonistas, como lo hiciera el portavoz del PP en el Congreso, R. Hernando, mostrando sin tapujos cuál es su actitud ante ciertas víctimas.

Resulta triste constatarlo, pero Rajoy y sus ministros aún no saben lo que es pedir perdón a las víctimas del 36 en nombre del propio Estado, ni de quienes durante un tiempo se consideraron herederos legítimos ideológicos. Es que ni siquiera han sido capaces de llegar a pedir ese miserable perdón parcial que denuncian y desprecian en boca ajena.