Opinión / Iritzia

Bandera, corrupción, democracia

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Patxi Zabaleta Zabaleta. La convocatoria de la manifestación por la bandera de Navarra del día 3 de junio próximo sigue la misma estrategia y es una continuación de la manifestación de junio de 2007. Constituye un despropósito y una aberración democrática el pretender exclusivizar un símbolo, sobre todo cuando se hace para ocultar otras miserias relacionadas con la corrupción política. El tema no tendría mayor importancia si la manifestación del 3-J no fuese una provocación. En realidad se trata de una provocación que tiene por objeto desenfocar y ocultar bajo un debate identitario problemas políticos como el de la corrupción, el de los déficit democráticos del régimen de Navarra y el hecho emblemático de que los Fueros, derechos y las competencias de Navarra han tenido y tienen siempre un solo enemigo que es el centralismo de Madrid.

Efectivamente, la contradicción original, intrínseca e insalvable del navarrismo es que presume de defensor de los Fueros y derechos de Navarra, pero es incapaz de defenderlos frente al enemigo real, que es el centralismo de Madrid. Es el centralismo de Madrid quien ha despojado históricamente a Navarra de su independencia, de su condición de Reino, de buena parte de sus fueros y quien actualmente sigue recortándole y discutiéndole sus competencias. ¿Quién interpuso contra Navarra durante la legislatura pasada más de 25 recursos ante el Tribunal Constitucional? ¿Quién ha privado a Navarra en los últimos decenios de competencias esenciales en materia de función pública, administraciones locales, servicios sociales, medio ambiente más que el centralismo? ¿Quién incumple el Amejoramiento aun haciendo propaganda del mismo como quintaesencia del pacto, negándose a efectuar las transferencias contempladas en el mismo? ¿Quién niega a los navarros y navarras el derecho a decidir? ¿Quién está exigiendo a los 650.000 navarros/as más de 700 millones de euros de cupo al año si no es el centralismo de Madrid?

Sin embargo, el navarrismo y sus expresiones políticas no son capaces de desligarse de sus patrones centralistas. La teoría del navarrismo es una ficción fatua porque, sosteniendo como sostiene que el fuero es pacto, no es capaz, sin embargo, de reclamar el derecho a decidir. ¿Cómo pactar sin derecho a decidir? La lógica, la democracia y el sentido común nos enseñan que no se puede pactar, ni defender lo pactado si no se tiene capacidad de decisión.

Es obvio que muchas ciudadanos y ciudadanas de los que votan a los partidos del antiguo régimen, es decir, UPN y PSN sienten profundo amor a Navarra. Pero también es evidente que las direcciones de los partidos que les representan se han convertido en franquicias del centralismo de Madrid. El PSN lo demostró en 2007 y en otras ocasiones anteriores y posteriores. UPN lo demuestra cada vez que vota aquello a lo que le obliga el Partido Popular.

El PPN cumple el papelón de ocupar el espacio de la extrema derecha y de cubrir la cara a un partido carcomido por la corrupción.

En la adhesión de los partidos del régimen UPN-PSN-PP a la descabellada provocación convocada por ultras profesionales cada uno de dichos partidos cumple con su papel. UPN, el de la vergüenza, para esconder sus problemas, PSN, el del ridículo porque se olvida de que el procedente directo y básico de esta manifestación es aquel en el que se gritaba “Zapatero vete con tu abuelo”, mientras iban sosteniendo la pancarta personajes como Esperanza Aguirre y Miguel Sanz. PPN cumple el papel de “a mi derecha la pared”. Y a Cs le dejan aparecer con los demás para borrar la imagen de Rosa Díez que no acaba de quitarse de encima.

La corrupción política y las actitudes ultras son inherentes al sistema surgido de la pseudoreforma del 78. Están en su esencia. Desgraciadamente el acuerdo constitucional de la reforma franquista, que tiene que ser revisado por imperativo democrático sigue conteniendo la obligación de no erradicar la corrupción y de mantener el bunker ultra económico, mediático, social y político. Es imprescindible la tolerancia cero con la corrupción por coherencia democrática.

Los abertzales vascos de Navarra que siempre hemos defendido el escudo rojo de las cadenas tenemos que denunciar esta patética provocación pero sin dejar de sonreír ante el papelón de los adheridos: vergüenza, ridículo, ultrismo…

No debemos caer en la provocación por provocación, porque puestos a pensar: ¿qué les parecería a los convocantes la adhesión de ETA, ahora organización civil y desarmada, que al fin y al cabo defendió durante el franquismo la bandera de Navarra mientras los convocantes defendían la española de una grande y libre?


 

Bandas, banderíos y bandera de Navarra

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Jose Mari Esparza Zabalegi. Emocionado estoy por la decisión de algunos partidos de derechas, PSOE incluido, de manifestarse a favor de la bandera de Navarra. Se ve que han recapacitado y por fin han decidido sumarse a la soberanía del antiguo Reino. No sé quién leerá el comunicado final, pero le he preparado algunos apuntes sobre nuestra bandera, que estoy convencido incorporará a su arenga.

Por ejemplo, debe citar que la primera vez que aparece una mención a la bandera de Navarra es en 1512, cuando el cronista castellano Correa cita “una bandera colorada con ciertas bandas de oro”. Es un honor que la primera vez que aparece nuestra bandera en la historia sea a favor de la independencia y enfrentada, ¡cómo no! a la de España. “Ellos -nos dice Correa- nombraban Francia, Alemania, Navarra; los nuestros España, Castilla”.

Durante siglos la bandera de Navarra continuó estando bajo sospecha, en un territorio que en 1694 todavía era considerado por la cartografía oficial francesa como Usurpée par les Espagnols. No es de extrañar que cuando en 1808 Dominique Garat propuso a Napoleón formar un Estado Nacional vasco llamado Nueva Fenicia, la bandera de dicho nuevo estado “sería la de Navarra”.

Suma y sigue: en abril de 1831, la Brigada de Voluntarios del Reyno celebró un acto solemne de bendecir las banderas, lo que provocó una protesta del virrey español porque las enseñas, regaladas por Diputación, eran únicamente las de Navarra y no las del rey de España. La Diputación contestó que seguía siendo “Reyno distinto y separado en territorio, fuero y leyes”, y que no podían colocarse otras banderas “sin introducir una novedad muy perjudicial”.

En enero de 1910, la Diputación Foral acordó encargar el diseño de la que en lo sucesivo debía ser la bandera oficial de Navarra. Para ello Diputación consultó oficialmente a tres conspicuos patriotas: Arturo Campión, Julio Altadill y Hermilio Olóriz. El banderío que el día 3 va a acudir a la manifestación debería hacer un homenaje a los tres padres de la criatura: Olóriz, nuestro gran poeta, autor de la cartilla foral, para el que Navarra era tronco y matriz “de la nación vasca”, y que murió desengañado de una España empeñada en “derribar el árbol santo a cuya sombra vivió feliz la Euskal-herria”. A su muerte, en 1919, el Diario de Navarra lo llamó El cantor de las glorias vascas.

Y qué decir de Altadill, autor de la Geografía General del País Vasco-Navarro, nuestra primera gran obra enciclopédica del siglo XX. Gran amante de la Euskal Herria, como lo fuera el gran Campión, el mayor referente de nuestra cultura. Antes de ser bordada, la bandera fue pintada por Javier Ciga, figura cumbre de la pintura navarra, detenido y torturado en 1936 por patriota vasco. Otro más, de la misma banda napartarra.

Una vez diseñada, el 17 de julio de 1910 el Diario de Navarra daba la noticia: “Ayer a mediodía se inauguró y colocó en el balcón de la fachada del Palacio Provincial la bandera de Navarra. (…) Bastante público presenció la inauguración de la bandera provisional. También en el Centro Vasco ondeó la bandera de Navarra”. Desde esta primera crónica se desprende que la bandera suscitaba recelos en los españolistas y apoyo entre los nacionalistas vascos y los napartarras, que fueron los primeros en usarla. Ese mismo año, el alcalde liberal de Pamplona ordenó quitarlas de la Plaza del Castillo y sustituirlas por españolas; para el periódico El Demócrata Navarro era una bandera napartarra y consideró su exhibición como “explosión de separatismo”. Pese a todo, fue ganando terreno y balcones municipales, hasta la llegada de la dictadura de Primo de Rivera, en la que fue perseguida. Un concejal nacionalista de Tafalla, Santi Doxandabaratz, tuvo que escapar al exilio “por haber colocado la bandera de Navarra en el balcón del Ayuntamiento” el día de San Francisco Xabier. Durante la Segunda República, recuperó terreno y volvió a muchos balcones municipales, pero con el nuevo golpe militar franquista volvió a desaparecer. Ni requetés ni falangistas la sacaron el 18 de julio del 36. La española y punto.

Conforme avanzaba la dictadura, la bandera de Navarra fue ganando espacios, siempre impulsada por los sectores más vasquistas, fueran nacionalistas o carlistas desengañados. En 1955 se colocó en el Ayuntamiento de Tafalla a instancias, otra vez, de Santi Doxandabaratz a su regreso del exilio. Pero las autoridades españolas seguían desconfiando: en mayo de 1959 impusieron una multa de 250.000 pesetas, una fortuna entonces, al club de fútbol Osasuna, con motivo de su viaje a Caracas para participar en la Pequeña Copa del Mundo. Se les acusó de haber visitado el Centro Vasco; de haber rechazado una invitación de la Embajada de España; de haber sacado la bandera de Navarra al campo de fútbol y de no haber sacado la española. Grande, Osasuna.

El banderío españolista que el día 3 saldrá a la calle solo comenzó a reivindicarla en serio hacia 1977, a la par de la legalización de la ikurriña. En este sentido son esclarecedoras las palabras de Carlos Clavería en el Consejo Foral en febrero de 1978: “Hace dos años yo solicité en este mismo Consejo que se izara la bandera de Navarra en todos los centros escolares y edificios públicos dependientes de esta Corporación, pero no se tuvo en cuenta hasta que ondeó la ikurriña”. Clavería, claro está, también era de la banda abertzale.

De todas estas cosas hablarán sin duda en el acto del día 3. No podía ser menos en el homenaje de una enseña cuyo origen está en nuestra independencia nacional y que siempre significó libertad, patriotismo, tradición vasca, soberanía ante Madrid y unidad euskara. Por fin, UPN, PP y PSOE se pasan al bando del abertzalismo navarro. Gora Nafarroa Askatuta.