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Mikel Burgi: “El iceberg navarro” un libro que recomiendo leer

Peio_Monteano

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Euskara y Castellano en la Navarra del siglo XVI

Desde la pasada feria del libro del año 2017 celebrada en Pamplona está a la venta el “El iceberg navarro. Euskara y castellano el la Navarra del siglo XVI” último e interesante trabajo de Peio Monteano Sorbet.

Este ha sido uno de los libros que más aceptación ha tenido en esta feria dentro del ámbito de libros relacionados con Navarra.

Peio Monteano (que tiene consuegros de Uxue) es licenciado en Geografía e Historia, Licenciado en Sociología y Doctor en Historia. Fue Profesor en la Universidad del País Vasco y ahora ejerce como técnico del Archivo Real y General de Navarra.

El trabajo de investigación que este villavés ha volcado sobre “El iceberg navarro” se ha desarrollado durante seis intensos años en diversos archivos de los cuales los más importantes son los de Navarra y el de Simancas.
Hace unos diez años Monteano encontró dos documentos que lo han motivado a seguir investigando hasta dar a luz «El iceberg navarro».
El primero fue la llamada bula de los cautivos (1527),“la primera vez en que se hace una división lingüística del reino de Navarra”.
En ese documento se distinguen tres zonas: “Ribera y tierra que se dice romanzada”, “Valdeaibar y sus comarcas” y la “Tierra vascongada».

El segundo documento, hallado en el Archivo General de Simancas, habla de un proceso judicial protagonizado por Amadís de Medrano en 1550. “Sorprendentemente, este documento nos muestra a los funcionarios navarros hablando sobre su labor como traductores”, cuenta Monteano.
Los  escribanos que  trabajaban en la administración de Navarra eran conocedores del euskara a la vez que  también sabían hablar y escribir en castellano.

Monteano tuvo también en cuenta el documento de 1587 que Manuel de Lekuona, encontró el año 1933 en el seminario de Vitoria, documento que publicó en un trabajo titulado «El euskara en Navara a finales del siglo XVI».
En ese documento hay una lista de los pueblos de Navarra según su idioma: el euskara era el idioma general en 451 pueblos y el romance solo era mayoritario, o solo lo entendían, en otros 58 pueblos.

Idioma y poder

Tener todo registrado, documentado, es controlar lo que se gobierna y al que se gobierna. El idioma que se emplea en los documentos es el del dominador.

Y desde 1512 el que domina en Navarra es Castilla que impone su Virrey, su ejército y nombra a los obispos, siempre no navarros.

Al revisar los más de cien mil procesos judiciales conservados en el Archivo Real y General de Navarra, Peio se encontró con multitud de casos en los que el escribano da cuenta de que el interrogado ha tenido que ser preguntado y escuchado en euskara..

Y comprueba que al acabar los testimonios, los escribanos dicen a los declarantes lo que se había  escrito traduciéndolo al euskara para que estos dieran su conformidad sobre lo puesto en el papel..

La conclusión a la que llega Peio es que  tanto la Administración civil como la religiosa de Navarra funcionaron como “enormes máquinas de traducción” del euskara al castellano.

Durante el siglo XVI, el ochenta por ciento de la población de Navarra se expresaba en euskara.

Peio, gran conocedor de la demografía de Navarra a través de la historia, coteja los datos sobre los fuegos y población existente en el siglo XVI obteniendo sorprendentes conclusiones.

Sabiendo los fuegos o familias que había en cada pueblo de Navarra y el idioma que era mayoritario en cada uno de ellos, Peio llega a la conclusión de que durante el siglo XVI, de que ocho de cada diez navarros sabían euskara.
– Siete de cada diez navarros (el 70%) habitaban en la zona media y norte de nuestro antiguo Reyno, extensión netamente monolingüe en euskara (entrando Uxue en dicha zona), Ver mapa.

– Uno de cada diez navarros (el 10%) vivía en otra zona intermedia donde sabiendo euskara también entendían o sabían castellano.

– Dos navarros de cada diez (el 20%) vivía en la zona sur, riberas del Ebro, zona principalmente monolingüe en castellano pero donde, tal como en la zona esencialmente bilingüe, también se daban casos de colectivos monolingües en euskara que podían vivir sin conocer el castellano.
(La población de Navarra durante este siglo rondó los 180 000 habitantes).

Tales conclusiones hacen buena (con documentos y datos demográficos) la opinión que en 1627 dio el licenciado Lubián, vicario de Sangüesa y Lumbier:
“no hay ningún lugar ni Ciudad ni villa en este Reyno en que no haya baskongados» (en su significado histórico de vasco-parlantes o euskaldunes).

Pamplona catalizadora de las distintas variantes del euskara navarro

En el libro también se de la importancia de Iruña como catalizadora de las distintas variantes del euskara navarro.
Iruña contaba con diez mil habitantes, más que la suma de Bilbao, San Sebastian y Gasteiz juntas.
La afluencia de gentes de toda Navarra a la capital por causas de ferias, mercados, negocios y atenciones administrativas fue creando lo que se conoce como «el alto navarro meridional», el euskara con más extensión y hablantes de todos los dialectos que ha tenido nuestro milenario idioma.

Hablando de la importancia que tuvo Navarra en el mundo del euskera, Peio subraya que entonces era el territorio con más población de toda Euskalerria y que fueron los navarros Etxepare, Leizarraga, Axular los que llevaron por primera vez el euskara a la imprenta bajo auspicios de los legítimos reyes de Navarra…  …y que  estos autores trataron de utilizar un euskara capaz de poder ser entendido por el mayor número posible de vascoparlantes…

En el libro, entre otras cosas de cariz sociológico sobre quienes usaban el castellano y la mayoría social que solamente hablaba en euskara, se da un repaso al papel que tuvo la escuela desde el siglo XVI ….
Se habla de la estima que tenia la élite al querer tener maestros castellanos… del tremendo nivel de analfabetismo del pueblo llano…. de la tarea que se impuso la Iglesia para impartir la doctrina en el idioma natal de sus feligreses..

La charla de Peio Monteano en Erriberri – Olite

Con motivo de la celebración del segundo día del euskara de dicha localidad, el jueves día 15 de junio del 2017 Peio dio una charla en la Casa de Cultura de dicha localidad.

En la conferencia, aparte de redundar en los aspectos que hemos mencionado, se centró en unos casos relativos a Olite, Uxue, Murillo, Carcastillo…

No se le olvidó decir que el idioma natural de los de Uxue en el año 1676 era el euskara habiendo muchos en el pueblo que no entendían otro…

Los hijos de los que venían de Aragón o Castilla aprendían euskara en la calle-

Muy significativo el caso de Amadís Medrano a quien no le concedían naturalizarse navarro, pues aunque nacido en Pamplona hacia 1520, era hijo de un matrimonio de Calahorra.
(había que tener dos generaciones de nacidos en Navarra para adquirir naturaleza)

Pues bien, Amadís Medrano además de saber hablar, leer y escribir en castellano, sabia euskara pues lo había aprendido de niño en la calle.

Como para ser escribano en las instituciones del Reino no tenía opción por su condición de no navarro, aprovechó saber euskara para conseguir ejercer de escribano dentro del ejército ocupante para tomar acta en los pleitos judiciales acaecidos entre militares y paisanos

Otro que debió aprender euskara en la calle fue el arriero de Olite que mató de una puñalada a un pastor salacenco cerca de la actual Campanas (ventas de Arrizabalaga). Discutieron. El montañés dijo en euskara que «aunque en Olite había gente buena también los había ruines»….

El olitejo lo entendió perfectamente, montó en cólera y le dio una puñalada…

Peio contó que el encausado, que aunque nacido en Olite era hijo de aragoneses, debió aprender euskara de niño, en las calles del pueblo del castillo.

Y casi en el siglo diecisiete todavía era necesario que uno de los dos alguaciles de Erriberri supiera euskara para poder dar pregones en vascuence.

Y ya en el siglo diecisiete había necesidad de que en Olite hubiera confesores que pudiesen atender en euskara…

No me voy a alargar más (y eso que en el libro hay varios ejemplos de Uxue, uno de los cuales desconocía, y testimonios del uso del euskara en Murillo el Fruto, Carcastillo, Valtierra… etc etc)
No puedo seguir sintetizando todo lo que Peio Monteano dice en su libro porque este post resultaría interminable.
Así que lector, te incito a que también leas“El iceberg navarro” con la debida atención. Detenidamente, poco a poco… capitulo a capitulo…. y saques tú mismo tus propias conclusiones.


Fusilamiento, amor de juventud y destino

Benito Salvatierra y Amelia Resano
Benito Salvatierra y Amelia Resano


Hay historias de la guerra que sorprenden por su combinación de muerte, amor y, en este caso, destino. Son pasajes que, en ocasiones, se asemejan a guiones de película. La historia, en este caso, gira en torno al abuelo Eloy Resano, a su nieta Amelia Resano Campo (1950), y a Benito Salvatierra Del Campo (1946). Amelia y Benito forman una entrañable pareja navarra, republicana y activista del memorialismo en la que el padre de él fue quien llevó a fusilar al abuelo de ella el 27 de julio de 1936. A día de hoy, es uno de los más cien mil cuerpos desaparecidos aún en el Estado.

Eloy Resano Caparroso fue uno de los primeros asesinados tras el golpe de Estado militar contra la legítima Segunda República. “Toda la historia entre ellos me conmueve”, enfatiza con aprecio Mauro Saravia, fotógrafo vasco-chileno que aporta las primeras pistas a DEIA sobre esta extraordinaria microhistoria.

Pero no acaba ahí el periplo vital de la pareja. Es el momento de rebobinar 80 años atrás y, paso a paso, poner cada pieza en su sitio. El 27 de julio de 1936, los derechistas sublevados contra la democracia fusilaron a Eloy Resano en Zuñiga y a otros seis hombres en la orilla del río Ega, junto a un humilladero, según la tradición oral. Él era natural de Lodosa y “concejal de CNT o UGT, no hemos podido saber a ciencia cierta de cuál de las dos siglas”, explica a este diario su nieta Amelia.

Esta última, ella, hoy también abuela, es la protagonista de la siguiente gran historia de amor. “En 1965, cuando yo tenía 15 años, Benito venía de Antsoain a fiestas de Lodosa. Y empezamos, como era entonces, más a tontear que a salir juntos”, recuerda con la inocencia de entonces. Pero la alegría se volvió olvido por unas palabras del padre de Amelia, Cele. “Un día me preguntó a ver si ese chico que me esperaba debajo de casa era hijo de Zacarías y Dorotea. Le dije que sí, y me respondió que no quería que anduviera más con él, que nunca se sentaría a una mesa con ellos”.

A pesar de sus sentimientos encontrados, Amelia dejó de verse con Benito. “Le dije que no más”. Y pasaron 35 años sin verse. “Nunca”, subraya. Tanto Amelia como Benito se casaron con otras personas.

Un 24 de abril volvieron a coincidir en Lodosa. “Entre nosotros brotó la chispa otra vez. Él llegó a decir ese día que se tenía que haber casado conmigo”. A día de hoy, suman 17 años juntos como pareja casada hace dos años y medio. Son parte del colectivo de recuperación de la memoria histórica Gurugú. Es más, Benito es el presidente de la entidad, él que aún no sabía por qué, de jóvenes, Amelia le había dejado. “Cuando llevábamos -apunta Amelia- cinco o seis años juntos, al venir él de trabajar, le dije que le tenía que contar algo y se puso blanco. Le dije que su padre fue quien llevó a mi abuelo a fusilar, y se llevó el mayor de los disgustos de su vida porque nadie le había contado nada en su familia y me dijo: cariño, siempre te he apoyado, y desde este momento en adelante te voy a apoyar aún más”.

Habla Benito: “¡Imagínate! Yo no tenía ni idea. Aquel día la noté intranquila…. Soy memorialista y voy a seguir siéndolo. Yo no tengo por qué reconciliarme con el pasado de mi familia. Yo voy a seguir luchando por la memoria histórica”, subraya.
Treinta y cinco años después les volvió a unir el primer sentimiento. “Es el destino el que nos unió. Cuando ella tenía 15 años, su padre, lógicamente, estaba resentido. Y a mí era la mujer que me gustaba. Al final, 35 años después, fue el corazón el que dio un vuelco”, proclama Benito.

El año pasado el colectivo Gurugú con el apoyo de los ayuntamientos de Lodosa y Zuñiga instaló un monolito en recuerdo a aquellos fusilados a la orilla del río Ega tras no dar con los restos. “Después de muchos años de silencio y de intentos fallidos, no pudimos recuperar sus cuerpos, pero al menos sí su memoria. Y nuestro compromiso es que su recuerdo y ejemplo se transmita ahora de generación en generación porque mi abuelo fue ídolo para mí. Aunque resulte chocante, me siento de alguna manera afortunada: prefiero que lo mataran por estar en esa parte que con los otros”, dijo Amelia.

Ella es nieta de aquel concejal republicano que también perteneció a una gestora municipal de Lodosa del PSOE y que era amante de la música, la poesía y la lectura. Curiosamente, aún era conocido en el pueblo como el Niñito de las monjas. “Mi abuelo vivía en la calle que se llamaba Detrás del Hospital, junto al colegio y capilla de las monjas. Una de las religiosas le quería muchísimo. Por ello siempre nos decían: si Sor Ana hubiera estado aquí, a tu abuelo no lo fusilan, porque lo hubiese escondido debajo de sus faldas”.

Iban Gorriti, en DEIA