Jerarquías y euskera navarro
Pedro Esarte Muniain. Una placa conmemorativa de 1974 existente en el Monasterio de Yuso (San Millán de la Cogolla en La Rioja) recordando las Glosas Emilianenses, donde se recogen dos textos en euskera (siglo XI), considerados los primeros textos escritos no epigráficos en dicha lengua. Su conocimiento es totalmente público (Wikipedia) y se escribió por frailes de ese pueblo riojano, lo fue para que se leyera por quienes lo entendían.
También Sancho el Mayor dejó escrito que la lengua de Navarra (linguae nabarrorun) era la constatada, con el doble valor de ser la jerarquía que gobernaba. Su valor es doblemente apreciable, si tenemos en cuenta que las lenguas usadas diplomáticamente entre los Estados de Europa eran el latín y sus dialectos derivados. También invalida el euskera, el hecho de que las palideces jurídicas de comprensión (testamentos, contratos, tanto económicos como testamentales) y de administración política y de gobierno, impusieron su uso, tanto por el origen de los nuevos jerarcas, como por la obligatoriedad de instruirse en las lenguas latinas y universidades superiores.
Su ejercicio entre jerarcas, más bien limitado al uso hablado, ha dejado algunas constancias escritas de relaciones personales que han llegado hasta el presente como la que escribió el secretario de Carlos III Martín de San Martín a Machín de Zalba en 1415 (editada por Can) en un libro de José Mª Lacarra en 1972 (tomo 3º p. 196) con temas económicos de gobierno.
La cláusula del juramento de los reyes de 1994 dispuso que “el primogénito sería criado en el reino en la lengua vernácula y con las gentes de aquel…” de lo que puede desprenderse el nacimiento del príncipe Enrique en Sangüesa y las Cortes de 1503 estimaron que la provisión de dignidades y beneficios del clero no fuesen dados a “ningunas dignidades o beneficios que aconteciesen vacar en este reino, aunque fuesen patronatos Reales et sean proveidos a naturales nativos navarros…”, época en la que rectores y vicarios de las parroquias, eran elegidos por el vecindario.
No menos interés tienen las confirmaciones del siglo XVI de esta temática, y por el contrario la actitud de los ocupantes, que disputaban la renovación de nombramientos que vacaban (política de Rena) y los vendían incluso a italianos, que no cabe duda fueron los transmisores del latín a los oficios religiosos de las parroquias.
La imposición del castellano quedó reflejada en la pérdida del euskera en las zonas más próximas al habla del castellano, La Rioja y la Ribera
Un artículo de prensa no da mucha capacidad de extensión, pero sí hay que añadir que tras la conquista, el euskera se extendió refugiadamente al norte de los Pirineos con las obras de Etxepare y Axular, al haber una menor represión en la zona. La realidad es que la constante imposición del castellano (hoy español) quedó mayormente reflejada en la pérdida del euskera en las zonas más próximas al habla del castellano, como La Rioja y la Ribera navarra.
Las peticiones de universidad fueron abundantes y persistentes desde el siglo XVI y negadas de continuidad hasta las eclesiales, a las que no se les permitía dar grados titulares. La represión también contribuyó a desdenes e imposiciones sin descuidar las medidas solapadas. La lengua “vizcaína” como se la denominó fue prohibida oficialmente en 1766, 1768, 1772, 1801, 1803, 1857, 1862, 1867, 1902, 1937, 1938, 1940, 1944, 1947 y 1948, sin que ninguna orden levantara dichas prohibiciones. En la década de 1860, se pidió una universidad vasca, primeramente para las cuatro regiones, y ante las negativas, solamente para Navarra, sin que se accediera a darlas.
En 1896, la Diputación quiso que a los maestros se les exigiera saber vasco, proclamando el diputado Ramón Eseverri que “si al hombre no le ha de ser dado hablar el lenguaje materno, preciso será confesar que carece de derechos y el Estado es omnipotente”. Cuando la demanda vasca llegó a Madrid en 1902, se ordenó por decreto prohibir a los maestros enseñar ninguna materia “en un idioma o dialecto que no sea la lengua castellana”.
¿Y qué decir del presente? Personalmente, recibí mis primeros estudios para leer y escribir en las monjas misericordiosas, todas de Pamplona para abajo y totalmente castellanizadas. Hubo alumno que entró sabiendo solo euskera y terminó no sabiendo expresarse en ningún idioma. En los caseríos de barrios se mantuvo el euskera pero en el pueblo de Elizondo lo perdió toda mi generación. La 1ª Comunión hicimos unos 35 vecinos de Elizondo y solo conservaron el euskera dos. El fotógrafo de bodas y bautizos y el ayudante de la farmacia, porque les hizo falta para su trabajo.
Cuando el año de 1983, se trataba de construir la ikastola, los mayores contrarios a la enseñanza del euskera en Baztán eran los vasco-parlantes, que acudieron en masa a sacar sillas y mesas de los estudiantes en el ayuntamiento, dándose un serio enfrentamiento. La razón general que presentaban para el odio a su propia lengua (oída directamente a varios de ellos), era que no querían que sus hijos pasaran las vergüenzas que pasaron y recibieran las vejaciones que sufrieron ellos.
El proyecto del PP y de UPN pretende pues culminar el acojonamiento, al que hoy día, al menos en Baztán, ya no lo encontrarán.