El cambio redactará un nuevo Código Civil para los navarros
La redacción de un nuevo Código Civil es, quizá, la tarea más ambiciosa que está acometiendo Nafarroa desde que se apeó del poder a UPN. El actual Fuero Nuevo es un texto franquista e inaplicable, que supone una renuncia tácita a la soberanía navarra.
En la salita de espera aneja al despacho de María José Beaumont hay un armario cerrado con llave, antiguo y de una madera de aspecto cerúleo, probablemente sea alguna raíz. En él se guarda la biblioteca personal de Francisco Salinas Quijada, junto con Álvaro D’Ors y Jesús Aizpún, el más famoso de los autores del “Fuero Nuevo” o “Compilación Civil de Navarra” de 1973. En una nota enmarcada, agradece la donación Aladino Colín, del PSN. El Fuero Nuevo, en realidad, es el Código Civil navarro, surgido de la costumbre y la tradición jurídica propia. Dicho código está en vigor y, desde que fuera promulgado por Franco, ha sufrido muy pocas modificaciones, pues la atribución de modificar el articulado siempre ha estado reservado oficiosamente a juristas de ideología muy conservadora, que no han visto la necesidad. Esta falta de actualización ha convertido el Código Civil navarro en un fósil prácticamente inservible, salvo para casos de herencias y poco más. Y además, rezuma unos preceptos ideológicos caducos y hasta misóginos en algunos extremos.
En contraste con la salita, el espacio de trabajo de la titular de la superconsejería de Presidencia, Justicia e Interior es amplio y luminoso, con ventanas a Sarasate y la Plaza del Castillo. Su titular es una reputada abogada, de carácter enérgico y decidido. Prácticamente, arranca ella sola.
«¿Qué necesitas saber del Fuero Nuevo? Lo vamos a cambiar. Está en el Acuerdo Programático. Es absolutamente necesario. Lo dejé bien claro en mi primera intervención en el Parlamento». Beaumont no soporta dar un dato impreciso, se levanta y busca entre archivadores de cartón exactamente lo que dijo.
El Parlamento, motor del cambio
Ya con el papel en la mano, la consejera enumera una serie de intentos fallidos de reforma. El último, y el que dará pie a la gran renovación del Fuero Nuevo, es una ley de 2006 por la cual se creó el Consejo Asesor de Derecho Civil de Navarra. Fue un intento que fracasó por desidia. Antes de la llegada de Beaumont, el consejo no se reunía desde 2008. Al poco de tomar las riendas, Beaumont usó sus atribuciones para nombrar nuevos consejeros, advirtió a las instituciones con presencia en el consejo (colegios de abogados, universidades…) a que renovaran a sus enviados. Y el 12 de julio de 2016, el Consejo volvió a revivir.
«El Consejo asesorará en la redacción, pero el papel fundamental lo lleva a cabo el Parlamento. Ya estamos redactando el libro preliminar. Ahora que ha vuelto Arantxa el ritmo se ha acelerado», prosigue Beaumont. La consejera se refiere a Arantxa Izurdiaga, la parlamentaria de EH Bildu que preside la Ponencia encargada de acometer la reforma del Código Civil navarro. Izurdiaga también es abogada y su nombre se popularizó cuando puso en jaque a la élite política y económica de Nafarroa llevando las riendas del «caso CAN». Durante muchos años, su despacho se destacó llevando temas antirrepresivos, pero también divorcios y asuntos civiles. Sabe por tanto que, en la práctica, el Fuero Nuevo es inservible.
Esta Ponencia aborda ahora, los capítulos más polémicos del Fuero: Familia y Sucesiones. «En materia de familia el Fuero Nuevo está pensado para regular un modelo de familia muy específico. El matrimonio de un hombre y una mujer, vinculados a la Casa, y contempla y regula como forma de extinción del matrimonio el fallecimiento de uno de los cónyuges, generalmente el marido. Actualmente en Navarra ha variado esta concepción de familia, han surgido nuevas realidades como la unión como pareja de hecho o de unión no formalizada, familias monoparentales o monomarentales, familias reconstituidas, parejas del mismo sexo…
El Fuero Nuevo no contempla estas realidades sociales, no existe una regulación. Lo mismo podemos decir respecto del cese de la convivencia producido por nulidad, separación o divorcio», explica Izurdiaga. El Fuero Nuevo mantiene el concepto de la Casa como sujeto de derechos y deberes. Y en muchos momentos, el Fuero Nuevo dibuja a la mujer como un peligro para la perdurabilidad de la Casa. Eso se aprecia en el apartado que regulan «la dote» (lo que la mujer entrega al matrimonio al casarse) y «las arras» (lo que aporta el marido). Según este Código, la mujer solo puede aportar al matrimonio la octava parte de las arras del marido. El sentido de esta reducida aportación es que la mujer no obtenga derechos sobre «la Casa» en caso de enviudar y que la hacienda pase a los hijos. Es como si el Fuero Nuevo viera a la mujer como un peligro para la perdurabilidad de la Casa y, en definitiva, como algo intrínsecamente malo.
«Sentido moralizante cristiano»
El de las arras es solo un ejemplo de lo sobrepasado que está un texto donde se sigue exigiendo el permiso del marido para ciertas acciones de la mujer.
«Habrá que eliminar todas aquellas instituciones que han quedado obsoletas, como la de las arras y la de la dote, habrá que actualizar y adecuar aquellas instituciones que son válidas empleando terminología inclusiva porque ya no tiene sentido dar derechos distintos a hombres y mujeres», subraya Izurdiaga.
Toda esta carcundia que rezuma el Fuero Nuevo no es casualidad. Responde a la ideología política de los compiladores del Fuero Nuevo: Salinas Quijada (el del armarito), López Jacoiste, D’Ors, Nagore Yárnoz, Aizpún Tuero y todo el resto. Y es que su Código Civil es espantosamente moderno como para validar estos preceptos, ya que data de 1973, cuando la sociedad de Nafarroa ya no era, ni por asomo, como se la describe en ese compendio legal. En palabras de Roldán Jimeno (hijo del historiador Jimeno Jurío) «los compiladores navarros, de sólidas convicciones conservadoras, atribuían a la costumbre un sentido moralizante cristiano, al considerar la fundamentación religiosa del Derecho Civil Navarro como ‘base permanente en toda la proyección legislativa foral’». En otras palabras, Jimeno describe al texto como el último gran reducto legal nacionalcatólico.
Han sido muchas las veces que se han exigido modificaciones del Fuero Nuevo. A regañadientes se adaptó para dar cabida al divorcio. «Se tardaron más de seis años en adaptar el texto para incluir el derecho al aborto. La ley es de 1981 y no se retocará hasta 1987. Suscitó debate doctrinal. Fue una reforma de mínimos, que no se desarrolló. A día de hoy, nadie que se quiera separar puede acudir al Fuero Nuevo por resultar muy incompleto», explica Izurdiaga.
El efecto de tener un Código Civil fosilizado en el franquismo, lo paga la ciudadanía. A falta de una ley navarra válida, los jueces tienen que tirar del Código español. Eso supone que, en caso de recurso por una herencia o una separación, hay que ir en casación al Supremo. Si estos asuntos se tramitaran en base a un Fuero actualizado, correrían a cuenta del Tribunal Superior de Justicia de Navarra, lo cual sería mucho más ágil.
Potencialidades del nuevo Código
Una modificación completa del Fuero Nuevo, resulta muy compleja. Aunque también un proyecto jurídicamente apasionante, ya que los nombres de los nuevos redactores pasarán a la historia y el nuevo Código perdurará décadas. Hasta ahora, los expertos foralistas de la derecha –que son muchos y muy buenos– han vivido durante estos 34 años encerrados en sus torres de marfil, creyendo entre simposio y simposio que solo ellos eran capaces de acometer una tarea semejante. Pero Izurdiaga y Beaumont han encontrado la vía para resolver esta dificultad.
«El Parlamento no puede discutir, punto por punto, la redacción de un nuevo Código Civil. Es demasiado técnico», reconoce Izurdiaga. «Lo que sí podemos hacer es un encargo, darle una dirección política, y hacerlo, por fin, de forma democrática», continúa. La parlamentaria utiliza el término «democrático» en un doble sentido. Además de porque se ejecuta dentro del Parlamento, la reforma «democratiza» el proceso de redacción pues ya no estará reservado a una élite erudita, sino que el proceso se ha abierto a notarios, registradores, asociaciones de abogados, jueces, colectivos en defensa de los derechos y otros grupos que han sido invitados a tomar parte de la Ponencia. Con todas las aportaciones de colectivos, se podrá encomendar el trabajo de redacción a técnicos capaces de hacer un texto fundamentado y riguroso.
«Nadie se opone a la reforma. Aunque sí se nos ha trasladado cierta resistencia a que se integren nuevas instituciones», asegura la presidenta de la Ponencia. «El Fuero Nuevo tiene elementos valiosísimos, como la libertad de testar. Es algo que los códigos civiles más progresistas del norte de Europa nos están copiando», defiende la abogada.
La Ponencia centra sus esfuerzos en actualizar el meollo moralista que desprenden los libros de Familia y Sucesiones. Su nueva redacción obligará a cruzar Rubicón y empezar en serio con la elaboración de un texto nuevo que emule los códigos más avanzados en cuanto a reconocimiento de derechos. En este empeño, Izurdiaga es tan vehemente como Beaumont. Asegura que la Ponencia sembrará las bases del nuevo código con unas conclusiones en materia de Familia y Sucesiones que estarán listas «sí o sí» en septiembre. Tras ellas, llegará la polémica y solo habrá dos trincheras: pasado y futuro.