Una cancion-poema en Euskera en la Sevilla del siglo XVII
El año 2011, entre las páginas 361 y 385 del ASJU (Anuario del Seminario de Filología Vasca “Julio de Urquijo”), el doctor en Filología Vasca Koldo Ulibarri Orueta presentó un breve estudio sobre unos versos en euskera -totalmente desconocidos hasta entonces-, publicados en Sevilla en el año 1619. En estos versos se mencionan algunos lugares del País Vasco y su relación directa con la elaboración de armas.
A comienzos del siglo XVII, la ciudad de Sevilla continúa siendo uno de los puertos internacionales más importantes del mundo, sino el más; y, en consecuencia, una de las urbes más cosmopolitas del momento. En ella se concentra todo tipo de mercaderes, ya sea por su dedicación, nivel o nacionalidad; hombres de letras, unidos a su para entonces centenaria Universidad; diferentes órdenes religiosas, siempre atentas a las obras pías donadas por nobles y burgueses adinerados; múltiples artistas, entre los que destacan grandes pintores; e, incluso, aquella variopinta clase social de “supervivientes” tan representativa de la época -me refiero a la de los pícaros- y, a la vez, tan bien reproducida por literatos del calibre de Cervantes, Quevedo o Espinel.
En ese tiempo, más concretamente en el año 1619, y en la ciudad de Sevilla se publica, entre otros[1], un libro. Su título, como era común por entonces es bastante largo: Sermón del día y fiesta de la invención de la Santa Cruz: predicado en el colegio del Ángel de Carmelitas Descalços de Sevilla. Sin embargo, su singularidad reside en que como prólogo o introducción de la obra hallamos unos versos en euskera. Y aunque el autor del “sermón” es Fray Domingo de Santo Tomás, prior del convento de carmelitas de Écija y originario de la villa de Pasajes, en Guipúzcoa, no parece sea él el responsable del texto en euskera que nos atañe, menos aun cuando el título del poema nos dice: “…hecha -la canción- por vn Religioso de la misma nación, y aficionado del Autor”. En conclusión, los versos son producto de algún amigo o conocido de Fray Domingo, del que desconocemos su nombre y su origen. Ya que la palabra “nación”, casi seguro, no hace referencia a Pasajes o a la provincia de Guipúzcoa -si bien podría-, sino más bien a su condición de vascoparlante; de hecho, la canción -se apunta expresamente- es “en lengua vascongada o vizcayna”. Y aunque a lo largo de los versos se menciona también repetidas veces la palabra “Vizcaya”, tampoco podemos asegurar que lo hace para referirse en particular a dicho Señorío, sino -como era normal en aquellos siglos- a las tres provincias vascas. De hecho, Placencia -actual Soraluze- también es nombrada en el poema.
En lo que respecta al impresor de la obra, como figura en la portada, éste fue Alonso Rodríguez Gamarra, cuya imprenta se encontraba en el “frontero de la Cárcel de los Alcaldes”. Alonso, con su segundo apellido de clara ascendencia vasca, fue un conocidísimo impresor sevillano, activo entre los años 1604 y 1622, que llegó a comerciar libros con la América colonial. Así, sabemos que en 1607 envió unos libros a Santo Domingo y en 1613 otros a Guatemala y México[2]. Según el CCPB -Catálogo Colectivo del Patrimonio Bibliográfico- del libro en cuestión, actualmente, solo existe constancia de un ejemplar, el cual se encuentra en la biblioteca de la Universidad de Sevilla.
Pero vayamos a lo que realmente nos interesa, es decir, a esos cuatro versos -entre el 57 y el 60 inclusive- en los que la villa de Elorrio y sus picas son las protagonistas. Dice así: “Elorrion eguiten / millares lanceaq, / punta sorrotsarequin / guessiaq, ascoeaq”. Que traducido al castellano vendría a ser: En Elorrio se hacen / lanzas a millares / con la punta afilada / flechas, azconas [3]. Y las lanzas mencionadas, no son otras que las famosas picas elorrianas, aquellas con las que se abastecían los ejércitos -tercios- de los Habsburgo para su uso en diferentes batallas por toda Europa y el mundo. La mejor estampa de las picas elaboradas en Elorrio la podemos apreciar, de manera singular, en la gloriosa pintura “La rendición de Breda”, obra de Velázquez y, curiosamente, más conocida como “las lanzas”. Y diferentes y claras pruebas de ello son el gran número de vecinos de Elorrio que se dedicaron en aquel tiempo a la profesión de “lanceros”; la cantidad de molinos y ferrerías que existieron esparcidas por las cercanas “barriadas” de la villa; los numerosos bosques de fresnos -mencionados en tantos y tantos testamentos elorrianos de la época-, con cuya madera se elaboraba la base de la pica, el perfecto agarradero, con una media de 4 metros de longitud; y la existencia de una lonja, de la que se desconoce su ubicación exacta, en la que anualmente se almacenaban -como nos recuerda la “canción”- miles y miles de picas.
1.- De hecho, la famosísima obra de Lope de Vega “Fuenteovejuna” y la obra impresa, conocida como “relación de sucesos”, cuyo verdadero título es: Sucesso y maravilla prodigiosa, que sucedió en la villa de Constantina, jurisdicción de esta ciudad de Sevilla, el viernes pasado cinco de este presente mes de abril, de este año de mil y seiscientos y diecinueve, tan célebre tanto por su temática como por su reciente adquisición por la policía, son del mismo año.
2.- RUEDA RAMÍREZ, Pedro: “Alonso Rodríguez Gamarra en el comercio de libros con la América colonial (1607-1613)” en Revista General de Información y Documentación. Año 2008, 18. Pp. 129-145.
3.- Arma arrojadiza, como un dardo o una jabalina.
Fuente: mugalari.info