Hace exactamente tres años, 55 conocidos miembros de la izquierda abertzale publicamos un manifiesto mostrando nuestro apoyo a la iniciativa que centenares de músicos y agentes culturales de nuestro país habían hecho para la recuperación de la primera estrofa del Gernikako Arbola como himno nacional de los siete territorios. Tras los músicos, ha seguido una larga serie de manifiestos en el mismo sentido. La disparidad ideológica de los firmantes indica el gran consenso logrado entre gente diferente.

Aplaudimos en su día la iniciativa porque intentaba, en palabras de Telesforo Monzón, recomponer el jarrón roto, hacer país, unirlo y dotarlo de lo que todos los pueblos del mundo poseen, un himno para cantar unidos y expresar sus anhelos de libertad. Durante estos 170 años el Gernikako Arbola representó esos anhelos, dentro del foralismo para unos, de la solidaridad internacionalista y del laicismo para otros, y del independentismo finalmente. Si el carlismo y el liberalismo fueron los primeros en cantarlo; pronto se sumaron los republicanos y las izquierdas, desde socialistas a los anarquistas (Meabe, Indalecio Prieto, Dolores Ibarruri, Chiapuso); fue himno de los bizkaitarras de Sabino, y así llegó a las primeras generaciones de la moderna izquierda abertzale (Krutwing, Etxebarrieta, Jarrai).

Como decían los músicos impulsores de la propuesta, ningún texto en euskera, ninguna melodía, ningún himno vasco, ha tenido la transversalidad, la épica, la presencia en todo el territorio y la proyección internacional del Gernikako Arbola. Desde las guerras forales hasta la destrucción de Gernika y el exilio posterior, el himno ha estado presente en todos los momentos históricos y reivindicativos de nuestro pueblo. Hace 130 años, Donostia sufrió una masacre, seis muertos, por cantarlo; los de Iparralde regaron Europa con su sangre entonando el l’himne nacional basc; los obreros de Eibar recibieron a sus sones la República y los diputados vascos lo cantaron en el Congreso Español cuando se proclamó el Frente Popular. Muerto Franco, todavía la autoridad española prohibió que fuera el himno oficial en el primer partido Euzkadi-Irlanda en 1979.

El resto ya es conocido: un país dividido en tres autonomías; dos himnos y dos banderas. El topónimo Euskadi que ha quedado relegado en exclusividad a las tres provincias, e incluso el concepto País Vasco se aplica solo a esa parte reducida del país. La división administrativa y territorial que nos impusieron en la Transición ha ido separando el país y hasta el asociacionismo vasco-navarro, existente en el franquismo, ha desaparecido. La Transición, escoba de tantos lazos intra-vascos, también se llevó el Gernikako Arbola.

Además del zortziko de Iparraguirre, Vasconia-Euskal Herria tiene otras hermosas canciones-himnos que nos unen a veces y nos parcelan otras. Los más conocidos, además de los himnos de las autonomías, son el Agur Jaunak, el Jeilki jeilki, el Txoriak-Txori; el Ikusi Mendizaleak y, en los espacios de la izquierda abertzale, el Eusko Gudarak o Txikia. En Iparralde, docenas.

Todos son merecedores de respeto en cualquiera de los ámbitos en que se interpreten. Sea un acto oficial, un entierro, una manifestación partidista o un partido de fútbol, cualquiera puede convocarnos a cantar y evocar sentimientos comunes de pertenencia, a un club, a una corriente política o a una comunidad autónoma.

Pero otra cosa muy distinta es hablar de recuperar un himno nacional histórico, épico, paraguas musical que ha acogido a generaciones de vasconavarros, de izquierdas y derechas; autonomistas y soberanistas; españoles, franceses o independentistas. Cada cual con su cadacualada, que nos diría el recordado Patxi Larrainzar, tal como ocurre en Catalunya o en cualquier nación del mundo. Un himno nacional, como el territorio, la lengua, la bandera, es algo que exige amplio consenso y, si no, fracasará.

Este sábado, Euskal Herria Bildu nos convoca a cantar a Bilbo bajo el lema Nazio bat gara. No faltaremos a la cita y cantaremos a gusto con nuestras compatriotas y camaradas. Unos días más tarde, el domingo día 26, el alcalde de Urretxu y varias entidades culturales han convocado a alcaldes de todo el país, parlamentarios, asociaciones, intelectuales y paisanaje en general, a reunirnos para celebrar que nuestro himno (foral, nacional, libertario, independentista, internacionalista o como se sienta) ha cumplido 170 años y que debemos recuperarlo como uno de los símbolos unitarios mas hermosos que nos ha entregado nuestra Historia. Allí estaremos y esperamos también vuestra presencia.

*Firman el artículo: Adolfo Araiz, parlamentario de Navarra; Itziar Aizpurua, exdiputada; Joseba Asiron, exalcalde de Iruñea. Concejal; Laura Mintegi, exparlamentaria de la CAV; Iñaki Ruiz de Pinedo, diputado por Araba