Revuelta de los carniceros en la Iruñea de 1370: el intento de topar el precio de los alimentos

Carniveros de iruñea

Estos tiempos en los que se plantea poner tope a los precios de determinados alimentos se antojan similares a la Iruñea de 1370, cuando las autoridades pusieron límites a lo que debía pagar la población por la carne. Los carniceros boicotearon la medida. Esta es la historia de lo que sucedió.

 Carniveros de iruñea

Poner tope al precio de determinados alimentos, de lo que tanto se ha hablado en los últimos tiempos, es una medida que ya se aplicó en la Iruñea de 1370 en el caso de la carne y que terminó con una revuelta de los carniceros.

La inflación galopante no es un fenómeno reciente, aunque en su momento no tuviera esta denominación. En la Iruñea del siglo XIV, los precios también estaban desbocados y las autoridades intentaron ponerles freno en vista de las consecuencias que estaba teniendo, especialmente en el pueblo llano.

Por aquel entonces, la ciudad todavía no conformaba una sola entidad administrativa y estaba integrada por los burgos de Nabarreria, San Cernin y San Nicolás, con sus correspondientes representantes públicos, llamados alcaldes y jurados.

La Corona navarra les había otorgado la facultad de controlar el comercio de «las carnes que se matan» en Iruñea, según recogió el historiador Juan Iturralde y Suit en su trabajo titulado ‘Una huelga en Pamplona en el siglo XIV’.

Y decidieron hacer uso de ese derecho para ordenar, a través de un documento, que «la libra de carnero valiese XIII dineros y no más y de otras todas carnes». Y mandaron a los carniceros de la ciudad que, de acuerdo con ese precio, «matasen y vendiesen las carnes», ya que no les supondría «pérdida ninguna y con ganancia suficiente».

Incluso se establecía que cuando las carnes escasearan, aumentarían el precio y lo rebajarían cuando abundasen, de manera que «pudieran vivir y obtener lucro razonable».

Boicot de los carniceros

La medida no sentó nada bien a los adinerados carniceros, que directamente montaron en cólera. Como recoge Peio Monteano en su obra ‘Pamplona 1423. El rey, la ciudad y el euskera’, «se reunieron en asambleas sin permiso real, insultaron a los jurados y se negaron a sacrificar animales y a vender su carne durante más de una semana».

En esa revuelta participaron 63 carniceros, de los que 35 pertenecían al burgo de San Cernin y 28 a la población de San Nicolás. Por aquel entonces, la Nabarreria era la zona más pobre de esa Iruñea dividida en tres.

Los jurados reaccionaron nombrando nuevos carniceros para suplir a los huelguistas, pero seguían las tensiones y la Corona decidió intervenir. El soberano del momento era Carlos II, pero en su ausencia, ya que andaba ocupado con sus disputas en Francia, ejercía como regente de Nafarroa su esposa Juana de Valois.

Juana apoyó a los jurados y multó a los carniceros con mil florines de oro, una sanción benigna teniendo en cuenta los usos de la época en estos casos y que la propia reina regente reconocía al señalar que recurría «a la piedad y la misericordia, más que al rigor».

Incluso se mostraba comprensiva con los acaudalados carniceros y les señalaba que en lugar de rebelarse, si se sentían agraviados, deberían haber acudido a ella. De hecho, terminó derogando la ordenanza, así que su plante les salió relativamente bien. Aunque, eso sí, también estableció que aquellos que habían sido nombrados nuevos carniceros, siguieran ejerciendo esa profesión. Así que estos últimos fueron los principales beneficiarios de lo sucedido.


Pello Guerra