Reflexión a mediados de agosto
Hace dos mil cien años, en Irulegi, monte central de Nabarra, en las ruinas socavadas de un poblado de la Edad de Hierro, gracias al trabajo de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, nos enfrentamos a la resurrección de una una mano derecha de bronce que con el escrito Sorioneku, palabra usada en el euskera moderno, nos otorga bienvenida.
Pronto las huestes de Roma se allegan a Iruña. La ciudad, quizá tengamos que contar 70.000 años de poblamiento, y tras el expolio, levantan una población con el el nombre de Pompeyo, conocida como Pamplona. Algo más hace Roma. Otorga nombre de vascones a los habitantes de la región occidental pirenaica, derivada de la palabra baso que nos confiere la titularidad de hombres del bosque. Cae el Imperio romano, suceden las invasiones bárbaras destacando en las noticias documentales una y otra vez: domuit vascones. Por repetido se entiende de que no hubo domesticación.
En 778, un 15 agosto de espléndido verano, los baskones actúan contra Carlos, rey de los francos, que intentaba imponer su marca hispánica e imperial. Los baskones movidos por la venganza de la invasión e incendio de Iruña, actúan en el desfiladero de sus montañas, atacando y matan al caudillo Roldan, jefe de la retaguardia, y a sus paladines. Carlos huye en estampida a su cuartel de invierno. Siglos después un cantar magistral, inaugurando idioma francés, trata de anular desde la poesía, la vil conducta de un hombre que se erguía como emperador de todos, cuidando solo de sí mismo.
Nace un reino, el de Pamplona, después Navarra, extendido a ambos lados del Pirineo occidental, frente al Atlántico. Hay varias dinastías, la primera encabezada por Eneko Aritza, coronados en la Catedral de Iruña con la advertencia de que eran iguales a cada uno de los suyos pero que los suyos yodos valían mas que él. Prevalecía las Cortes. Se perfilaron normas civiles admirables. Los infanzones de Obanos, S. XIII europeo, declaran aquello de Hombres libres en patria libre. El Cristianismo, introducido en el país país baskon, liquida el periplo del Dragón de Aralar quien, cada siete años, rejuvenecido, deambulaba por los túneles que de Aralar llegan a Anboto, para seducir a su Dama, siempre rechazado. Los dolmenes y menhires rebajaron opulencia. Comienzan construcciones de iglesias al estilo románico. Vivo bajo una, Altzuza, que data mil años. Sucede la batalla de las Navas de Tolosa que rompe uno de los fundamentos del Fuero: defender el territorio pero no avanzar más allá del mismo en plan belicista. Nabarra es un reino sin milicia. Se comienzan a escribir los Fueros en la necesidad de custodiarlos, porque los saben buenos. Los sabemos hoy, buenos. Con la invención de la Imprenta, 1440, se multiplica la publicación de los mismos.
Castilla acrecienta poderío en lucha de reconquista contra el árabe, padecemos la desmembración federativa de los pueblos baskos: Araba, Gipuzkoa y Bizkaia del Nabarra y a la fuerza. En 1512 Fernando de Aragón y su Duque de Alba, emprenden la conquista del reino que tras diez años de sublevaciones se rinde militarmente en Amaiur, 1522. Se mantienen las leyes forales pero se pierde la soberanía. Prenda de enorme valor como recuerda el Paloteao de Monteagudo, S. XIX.
Tratado de Utrecht, 1713, y los baskones occidentales pierden acceso a las pesquerías del Atlántico norte comenzando una recesión económica y, tras la Revolución Francesa, 1789, pierde Nafarroa Behera, lo que le restaba de reino, incluida en el formato de Pirineos Atlánticos. Nace Pedro de Xavier M. Munibe e Idiaquez, conde Peñaflorida, impulsor de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas, ejemplo de empresa cooperativa, y La Real Sociedad Vascongada de Amigos del País, empresa cultural. Somos Irurac, enseguida concurrimos al Laurak Bat al que sigue el Zaspiak Bat. Zumalakarregi, 1833, tratando de salvar los Fueros, ante el empuje centralista de Madrid, jura en Etxarri Aranatz los Fueros de los 4 territorios de Hegoalde. Perdidas las guerras, que en algo recuerdan a Amaiur, y un desorden económico sacude al país y empuja a la juventud a la emigración americana. La primera Euskal Etxea, Buenos Aires, 1877, se denomina Laurak Bat. A finales de ese convulso S. XIX hubo un renacimiento cultural, naciendo en Iparralde y extendido se extiende principalmente en Nabarra de la mano de los Euskalerriakos, pleyade de escritores, traductores, euskerologos cultura, con Arturo Campion a la cabeza, que hacen país. El nombre de Euskadi resuena pacito de Castejón a Bilbao, de Bilbao al mundo baskon, como un irrintzi. Hay conciencia de ser pueblo. Necesidad de de mostrar nuestra potencialidad. De ser baskos sin menoscabo. En Bilbao, de la mano de Sabino Arana, 1895, nace PNV/EAJ, y en 1932, se grita Euskadi en Europa. Halábamos de federación. De mostrar al mundo la excelencia del Fuero que rigió a los baskones en el reino de Nabarra duro mil años, y que hoy, en esta tarde de agosto casi oliendo el fragor de la batalla de Orreaga, lo reivindico como derecho. Nafarrotik Euskadira, lo aseveró ese político extraordinario que fue Manuel Irujo.
Arantza Amezaga