Nueva prohibición, del acto-homenaje a Artajo y Asurmendi, por apología de la resistencia antifascista

Ahaztuak 1936-1977


Ahaztuak 1936-1977


Desde el año 2009, la Delegación del Gobierno en Navarra nos viene denegando el acto-homenaje en el aniversario de la trágica muerte de Jokin Artajo y Alberto Asurmendi (miembros de EGI-Batasuna fallecidos el 6 de abril de 1969 cuando preparaban una acción armada contra la dictadura).

Para entender nuestra insistencia (convocando la concentración), y la de la Delegación del Gobierno en Navarra (denegando el permiso para realizarla), sería necesario contextualizar lo sucedido en la década de los 60, época a la que nos referimos, en cuanto a la actividad desarrollada por EGI y en los antecedentes que la motivaron.

Habrá que recordar, nuevamente, que en 1936 hubo un golpe de estado fallido contra el legal y democráticamente elegido gobierno de la II República. Recordar que, a raíz de ello, se soportó una guerra de tres años y una dictadura de casi 40 años, con sus trágicas consecuencias de asesinatos, cárcel, exilio, tortura y represión en general.

Recordar, así mismo, que ya durante la guerra, en 1937, se suprimió la constitución republicana y que, entre otras cuestiones, se ordenó la disolución de todos los partidos, salvo la Falange Española Tradicionalista y de las JONS (Decreto de Unificación), y se prohibió la formación de nuevos partidos.

Esta situación de falta de libertades, que se prolongó durante toda la dictadura, tuvo respuesta desde las organizaciones y partidos políticos, utilizando diferentes instrumentos en la lucha por la restitución democrática. EGI, como las demás organizaciones, es una de esas respuestas desde la clandestinidad. Es, por todo ello, llamativa, aunque no sorprendente, la argumentación que, desde la Delegación del Gobierno, se utiliza para prohibir estos homenajes.

Basándose en un informe de la Policía Nacional, se les considera, a Jokin y Alberto, militantes de la organización política EGI (Euzko Gaztedi Indarra), cercana al Partido Nacionalista Vasco, entonces ilegal. Pero, ¿quién no era ilegal en el franquismo?, en esa dictadura que perseguía todo lo que oliera a rojo, sindicalista, abertzale, republicano o simplemente demócrata. Donde la libertad de asociación, reunión y expresión en todas sus formas, fueron totalmente prohibidas.

Nos vienen a decir que la lucha antifranquista es “terrorismo”. Se considera, así mismo, que la concentración-homenaje favorecería su comportamiento, justificando públicamente sus conductas delictivas, y este hecho, por lo tanto, podría ser constitutivo de los delitos de enaltecimiento o apología del terrorismo. En definitiva, se nos transmite que la lucha antifranquista era un comportamiento delictivo y que las personas que se oponían a un régimen dictatorial eran terroristas.

Los valedores del “modelo español de impunidad”, deciden quién debe ser recordado y quién no, quién demócrata de toda la vida y quién no. Ejércitos que asesinan a miles de inocentes en Afganistán, Irak, Siria… son defensores de principios democráticos y de una sociedad libre. Pero personas que, con las armas, se enfrentan a dictaduras e injusticias, dependiendo de la afinidad o no con el poder, serán demócratas o terroristas.

No consideramos de recibo, y queremos remarcarlo con especial énfasis, la utilización de la (i)legalidad franquista para prohibir la concentración que solicitamos para este miércoles 6 de abril, en el aniversario de la muerte de Jokin y Alberto, entendiendo esta prohibición como un ataque a la libertad de expresión, al tiempo que denunciamos la actitud de la delegada del gobierno como apología del franquismo.

En Ahaztuak 1936-1977 consideramos, por ello, que es un deber rendirles homenaje y lo seguiremos intentando, a pesar de las prohibiciones, con el pleno convencimiento de que en el camino de la recuperación de la memoria nos encontraremos con Jokin Artajo y Alberto Asurmendi. Porque, al rendirles homenaje, no hacemos un “acto de enaltecimiento o apología del terrorismo”, sino un claro acto de enaltecimiento y apología de la resistencia antifascista, y que, por lo tanto, no cometemos delito, el delito imperdonable sería olvidarnos de ellos.