Mikel Arregui Pérez: «El euskera es patrimonio de todos los navarros y hay que evitar su uso político»
El responsable de Euskarabidea explica el funcionamiento del Euskaraldia y reflexiona acerca de la situación del euskera en la Comunidad Foral
El director de Euskarabidea–Instituto Navarro del Euskera explica en qué consiste el Euskaraldia, una iniciativa para fomentar el uso de este idioma en las relaciones cotidianas que se llevará a cabo entre el 20 de noviembre y el 4 de diciembre. Pamplonés de nacimiento, desempeña su trabajo en la Administración de la Comunidad Foral desde hace treinta y tres años en cuestiones de política lingüística: «Me gustaría que los navarros entendieran que el euskera es patrimonio de todos, incluso de quienes no lo hablan y no lo quieren hablar. El euskera es un tesoro lingüístico, y hay que sacarlo del uso y la lucha política».
¿Cómo le explicaría qué es el Euskaraldia a alguien que no lo conoce?
?–El Euskaraldia es un ejercicio social para promover el euskera en Navarra, Euskadi e Iparralde (la zona de habla vasca en Francia). Para participar, se han definido dos roles que, además, irán identificados con una chapa o pin correspondiente. El primero es Ahobizi o Lengua Viva, está dirigido a los euskaldunes e indica un compromiso de comenzar conversaciones en vasco; el dibujo de la chapa es el de una boca. El segundo es Belarriprest u Oído Dispuesto, está diseñado para los estudiantes de euskera, tiene el símbolo de una oreja y su portador expresa que su interlocutor puede seguir hablando en euskera, aunque él le conteste en castellano. El objetivo de las chapas es crear un ambiente de confianza en que se faciliten las conversaciones en vasco: las personas que lleven el pin comunican que están dispuestas a participar en esta dinámica.
Además de los roles de Ahobizi y Belarriprest, esta edición del Euskaraldia ha introducido los Arigunes. ¿Podría explicar en qué consisten y cuál es su función?
–Los Arigunes se han creado para animar a instituciones y empresas, y no solo a individuos, a participar en el Euskaraldia. Son espacios en los que se promueve el uso del euskera, en los que los euskaldunes sepan que se les va a entender y que pueden hablar en este idioma. En Navarra, la mayor parte de Arigunes se han creado en asociaciones culturales y en comercios, pero también han participado empresas, oficinas de turismo, establecimientos hosteleros, asociaciones deportivas y demás.
La página web del Euskaraldia incluye un mapa con todos los Arigunes que participan en Navarra, Euskadi e Iparralde. Se puede ver que hay Arigunes en municipios del sur de Navarra, donde la presencia del euskera es mínima, como Tudela, Caparroso, Lodosa, Tafalla y otros. ¿Cuál será el papel del Euskaraldia en estas zonas?
–En la Ribera, los Arigunes son una estrategia de motivación fundamental para los hablantes: señalan qué espacios ofrecen facilidades para hablar en euskera. Si el ciudadano sabe que el que tiene en frente le va a entender, es más probable que la conversación se pueda dar en vasco. Y, si sabe que no le va a entender, no tendrá que hacer un esfuerzo en vano. Creo que los Arigunes son un gran acierto para el sur de Navarra. El norte, en cambio, presenta un contexto sociolingüístico completamente distinto. El número de hablantes es mucho mayor y los retos del Euskaraldia son distintos: no es tan necesario identificar zonas de uso del vasco, sino cambiar el idioma en que se dan las relaciones cotidianas, del castellano al euskera. Para hacer política lingüística es imprescindible tener en cuenta el contexto sociolingüístico de cada zona.
¿Podría ahondar en los diferentes contextos sociolingüísticos de Navarra?
–En Navarra, el 13% de la población es bilingüe de castellano y euskera; por supuesto, hay que tener en cuenta que la competencia relativa de los hablantes bilingües varía mucho: no se pueden comparar alguien que tenga el vasco como su lengua materna, alguien que lo haya adquirido en la escuela o en la ikastola y alguien que lo haya aprendido ya de adulto. Pero, en principio, el 13% de los navarros sabe hablar euskera y un 10% adicional lo entiende. Entre los jóvenes, los números aumentan: un 25% es bilingüe y un 8% adicional entiende el vasco. Sin embargo, los datos varían mucho en función de la zona. En el norte, el conocimiento del euskera es del 60% mientras que en el sur está en torno al 2%.
¿Se corresponden los porcentajes de competencia en euskera con el uso real que se le da?
–No, el uso del euskera baja mucho respecto al porcentaje de personas bilingües, tanto entre la población en general como entre los jóvenes. En Navarra, el uso del vasco se encuentra en torno al 6% y en Pamplona baja hasta el 3%. Ante esto, desde Euskarabidea–Instituto Navarro del Euskera, tratamos de aumentar las ocasiones en que se pueda hablar en euskera. Los Arigunes son una forma de conseguirlo, por ejemplo. Si el ciudadano recibe mensajes del tipo «debes hablar en euskera», pero luego no encuentra espacios donde poder hacerlo, se sentirá agotado. La manera de fomentar el uso del euskera es aumentar la oferta y hacerla agradable.
¿Qué estrategias emplean en Euskarabidea-Instituto Navarro del Euskera para crear una oferta más amplia y atractiva en euskera?
–Nosotros colaboramos con diferentes organizaciones para, por ejemplo, incrementar la presencia del euskera en Internet: creando más artículos de la Wikipedia, intentando entrar en las redes sociales€ Pero aquí nos encontramos con el problema del público potencial reducido del euskera. A los influencers, a los youtubers o incluso a Disney les interesa más crear contenido en castellano o en inglés porque puede llegar a más gente y tener más éxito. El euskera no puede competir en este sentido, pero sí se puede hacer una oferta atractiva.
¿Y qué se puede hacer para que el euskera sobreviva entre las lenguas mayoritarias?
–Un amigo me decía que lo primero es no dramatizar. Lo segundo es darse cuenta de que vivimos en un mundo plurilingüe y que esto es positivo. Si lo planteamos como una lucha entre las lenguas, el euskera no tiene nada que hacer frente al castellano o el inglés. Yo creo que se tiene que enfocar como una coexistencia: cada lengua tiene que encontrar su lugar y su ámbito de uso. No se trata de sustituir a otras lenguas, sino de encontrar espacios propios para el euskera. El castellano y el inglés dominarán en Internet, pero el euskera puede ser la lengua de nuestras relaciones cotidianas, de nuestras vivencias personales, de nuestra cultura. Y, sin duda, Internet ofrece posibilidades interesantes para las lenguas como el euskera.
¿Cree que en Navarra el uso del euskera está vinculado a ciertas ideologías?
–Un buen sector de la sociedad lo percibe así, sí. En Navarra, por desgracia, la cuestión lingüística está muy polarizada. No existe un consenso social a la hora de promover políticas a favor del euskera: mucha gente las siente como imposiciones. Nosotros recibimos críticas continuamente por las medidas que adoptamos. Por supuesto, las críticas ciudadanas son lícitas en todos los aspectos de la vida, pero el Gobierno de Navarra, ni en esta legislatura ni en la anterior, no pretende apartar el castellano e imponer el euskera. Me gustaría que los navarros entendieran que el euskera es patrimonio de todos, incluso de quienes no lo hablan y no lo quieren hablar. El euskera es un tesoro lingüístico, y me gustaría sacarlo del uso y la lucha política.
¿Cómo afectará la pandemia al desarrollo del Euskaraldia?
?–El coronavirus ya ha afectado a la preparación de esta edición: no hemos podido reunirnos presencialmente o se han tenido que cuidar los aforos. Pero no creo que la pandemia vaya a afectar demasiado a los participantes: el Euskaraldia quiere ser un ejercicio social masivo, pero no pretende juntar a la gente en un lugar en concreto. No queremos organizar un concierto multitudinario en El Sadar, sino encontrar un sitio para el euskera en las relaciones cotidianas que ya mantenemos. Aun así, es evidente que las medidas sanitarias producirán un impacto: el Euskaraldia se basa en la comunicación y la comunicación, en el contacto.
Esta es la segunda edición del Euskaraldia. ¿Cuáles fueron los mayores errores y aciertos de la edición de 2018?
–En mi opinión, en 2018 nos faltó involucrar a las instituciones y, por eso, hemos puesto en marcha los Arigunes. El mayor acierto fue que el Euskaraldia surgió de la colaboración entre instituciones públicas y asociaciones de iniciativa social: la administración lo tiene difícil para llegar a la ciudadanía e influir en su conducta; las iniciativas sociales tienen buenas ideas, pero carecen de los recursos necesarios. La cooperación fue clave para su éxito. Además, el Euskaraldia funcionó como una chispa que motivó a muchas personas a cambiar el idioma que usaban en sus relaciones al euskera, y un estudio que se hizo mostró que, en muchos casos, este cambió perduró meses después de que terminase el Euskaraldia.
El Euskaraldia influyó en las costumbres de muchas personas, pero ¿cómo le afectó a usted personalmente? ¿Cambió algún hábito lingüístico?
–Normalmente, suelo saber con quién puedo hablar en euskera y con quién no, aunque el Euskaraldia me sirvió para reflexionar. El mayor reto fue hablar a mi interlocutor en vasco aun cuando él me respondía en castellano. Es duro, sobre todo en los diálogos de dos personas. Lo he conseguido en las conversaciones de grupo. En general, el balance fue positivo. ¿Que debería esforzarme más en esta edición? Seguramente, también.
Diario de Noticias, 02.12.2020