Memoria a cobijo entre los montes de Igal
Desde ayer, el recorrido de la memoria tiene en Igal un lugar de referencia con la inauguración del barracón de los esclavos del franquismo, reconstruido este verano por iniciativa del Gobierno de Navarra, una inauguración con aires de fiesta y carácter oficial, con presencia de todos los colectivos implicados.
Organizado por el Concejo de Igal, el Ayuntamiento de Güesa, la Junta del Valle de Salazar y el Gobierno de Navarra, con la colaboración de Memoriaren Bideak, el acto sencillo al que dieron forma las voces comprometidas en la causa de la memoria, se inició con el Himno de la República y la descripción de aquel espacio de José Barajas, uno de los 2354 prisioneros del Batallón Disciplinario número 6, que los ocuparon durante los años 1940 y 1941 en los que abrieron la carretera de Igal a Vidángoz, de Salazar a Roncal.
Su testimonio, como el de otros prisioneros andaluces , Andrés Millán entre ellos, o el del vizcaíno, Xabier Santamaría, que hablan de su sufrimiento como cautivos: de frío, hambre y de miedo, han sido fundamentales para poder reconstruir el barracón este verano en un campo de trabajo de voluntariado internacional promovido por el Gobierno (INDJ, Paz y Convivencia e Instituto de la Memoria) y con la participación de la empresa de arqueología Trama.
“Se trata de una iniciativa que viene a ser la continuación de un trabajo que se lleva desarrollando en los valles de Salazar y Roncal desde hace tiempo”, explicó Edurne Beaumont, conductora del acto, coautora junto con Fernando Mendiola del libro Esclavos del franquismo en el Pirineo y miembro de Memoriaren Bideak, que trabaja desde el 2004 para reivindicar su memoria.
Desde entonces, las iniciativas se suman en los dos valles herederos y testigos de las humillaciones sufridas por los prisioneros y de la represión “que fue peor que la guerra”, como escribía David, el nieto de José Barajas, parafraseando a su abuelo.
“Aquel 2004 Memoriaren Bideak colocó el monolito en el Alto de Igal e inició sus homenajes anuales. En el 2016 la escuela de Roncal recordó a los prisioneros que estuvieron cautivos en ella. Desde este verano, la maestra Camino Oscoz tiene una placa en lo que fue su escuela de Güesa, y con la reconstrucción del barracón, Igal se convierte en un lugar de referencia e el Estado en reconocimiento a los esclavos y esclavas del franquismo”, subrayó.
continuidad Ayer el momento en Igal estuvo impregnado de una mezcla de tristeza y alegría, como bien expresó el vecino Celestino Larrabe, de 87 años, en cuya cabeza ayer se agolpaban recuerdos de la miseria de los prisioneros y del humo de su supervivencia en las laderas cercanas. Las mismas imágenes compartía Manuel Jaúregui, de la misma edad. “Creo que aún los estoy viendo. En la curva de mi casa empezaron a abrir la carretera a pico y pala. ¡Daban pena!”
Como mejor recuerdo, se llevaron los cautivos gratitud inmensa a la vecindad que les socorrió en aquel tiempo terrible. Lo puso de relieve, Xabier Santamaría, con su emotivo testimonio del ejemplo de su padre, prisionero en Igal, cuya foto ha sido la base para la reconstrucción.
El relato lo completó el infatigable exprisionero Luis Ortiz, incondicional en los homenajes de Igal, a punto de cumplir 102 años. Ayer Luis estaba feliz “por el trabajo hecho para contar la verdad”.
Y es lo que ayer se pudo celebrar. “Gracias a muchas cosas y muchas personas”, como recalcó la consejera Ana Ollo citando a todos los agentes implicados, al tiempo que recordaba la labor pendiente y la necesidad de dar contenido al lugar y mantenerlo. Todo fue en un reconocimiento adornado con la voces , la música y las danzas de un valle unido en su común empeño por sacar a la luz la verdad de su pasado.
Diario de Noticias, 30 de Septiembre de 2018