Libro-homenaje a Fermín Balentzia, el cantautor que no ha querido grabar discos

Fermin Balentzia

Fermín Balentzia es probablemente un caso único en el mundo musical de Euskal Herria. A pesar de que ha compuesto cientos de canciones, algunas de ellas convertidas en auténticos himnos populares, nunca ha querido grabarlas. La insistencia de Jose Mari Esparza ha hecho posible un libro-disco que recoge 30 piezas.

Fermin

Fermín Balentzia en la presentación.

Nacido en Salinas de Ibargoiti en 1948, en plena dictadura franquista, Fermín Balentzia Mendia quedó marcado para siempre por el clima de posguerra que le tocó vivir. Estudió en Iruñea, fue obrero en Potasas y conoció los ambientes obreros, sindicales y revolucionarios. También tomó conciencia de que era vasco, descubrió el abertzalismo y se preocupó de aprender euskara y de intentar recuperar la lengua de sus antepasados.

En compañía de su inseparable guitarra, que aprendió a tocar de oído, Fermín Balentzia comenzó a cantar y componer canciones con apenas 20 años. Eran composiciones de música sencilla pero de contenido profundo. Hablaban de libertad, de lucha obrera, de solidaridad, de represión política y policial, y hacer eso en pleno franquismo le supuso ser perseguido, detenido y multado.

Todavía conserva las multas que le impuso el Gobierno Civil y las prohibiciones para cantar, pero eso no le impidió recorrer barrios y pueblos transmitiendo los mensajes de sus canciones, y sin cobrar nada por ello. En la ORT, partido en el que militó, le reprocharon que sus temas eran «demasiado nacionalistas», y aquello le impulsó a dejar esa organización. Si la censura franquista no había podido con él, tampoco iba a dejar que un partido político le impidiera componer y cantar las canciones que brotaban de su interior.

Para sus composiciones se inspiraba en hechos que le habían impactado o en sus propias vivencias personales. Así han ido surgiendo, a lo largo de medio siglo, canciones tan conocidas como «La pastora de Ibardin», «Txantxangorria», «Elogatzaga», «Extranjeros», «Llegan los americanos», «El botellón», «El pantano de Lumbier», «Duerme mi pequeño», «Navarra tiene cadenas», «El paloteado», «Amaiur», «Germán», «Maravillas», «Si canta Tafalla» o «Ya me estoy haciendo viejo», que es una canción que se ha dedicado a sí mismo, una especie de resumen de una vida en la que también ha recuperado viejas coplas y melodías, ha hecho cientos de jotas y bertsos y ha dedicado canciones íntimas a sus amigos.

Engarce con las nuevas generaciones

Con la transición de la dictadura a la monarquía surgieron grupos vascos bien formados, con montajes musicales a los que no podía llegar Fermín Balentzia, un bardo que solo disponía de su voz y su guitarra y cuyos escenarios habituales habían sido las calles y plazas de Euskal Herria. Fue entonces cuando dejó de cantar y de componer, pero pasados unos años vio que había un vacío importante en el campo musical vasco, que había temas políticos y sociales que no se abordaban, y eso le animó a retomar el canto, a recorrer plazas y gaztetxes y a enganchar a nuevas generaciones con sus canciones reivindicativas y de contenido social.

Ahora, medio siglo después de aquellas primeras composiciones, Fermín Balentzia ya ha engarzado a tres generaciones de vascos, y lo sigue haciendo a pesar de sus 71 años de edad, de un cáncer de garganta que padeció y de una delicada operación de rodilla de la que se está recuperando.

En todo este tiempo nunca ha querido grabar un disco, a pesar de que algunas de sus composiciones se han convertido en auténticos iconos populares. Nunca se ha acercado a un estudio de grabación porque nunca le ha atraído la fama, no le ha gustado entrar en los círculos comerciales discográficos ni le ha gustado ir de figurón por la vida.

Pero, además de canciones, Fermín Balentzia también ha hecho muchos amigos a lo largo de su vida, sobre todo en el ámbito de la recuperación de la memoria histórica en Nafarroa. Muchos de ellos defendieron su candidatura al Premio Príncipe de Viana de la Cultura, y aunque finalmente no se lo concedieron, sí recibió el Txupin Etxepare 2019, un premio que otorgan cada año las peñas de Iruñea y que Fermín Balentzia lleva en la vitrina de su corazón.

Otro de sus amigos, Jose Mari Esparza, ha conseguido algo más difícil: convencerle para editar un libro-disco con 30 canciones que fueron grabadas de forma artesanal y casi clandestina, canciones que durante años han ido pasando de mano en mano y que estaban desperdigadas en varios CDs.

Ese libro, que acaba de ser editado por Txalaparta bajo el título “Vivir para cantarla-Kantuari emana”, recoge una amplia entrevista en la que Fermín Balentzia repasa sus vivencias, su militancia antifranquista, sus canciones más conocidas, su peculiar forma de componer, sus deseos de llegar al último peldaño de su vida con la ilusión de ver a su pequeño país “sonriente, justo y libre”.

Se trata de un libro-homenaje que también recoge una miscelánea de textos de una veintena de conocidos personajes y escritores, entre los que figuran Fertxu Izquierdo, Laura Mintegi, Joseba Asiron, Joseba Sarrionaindia, Patxi Zabaleta, Anje Duhalde, Grazi Etxebehere y Agurtzane Berrio, así como las letras de esas tres decenas de canciones. Fermín Balentzia ha compuesto muchísimas más a lo largo de su vida, y lo sigue haciendo, pero hasta ahora no había caído en la cuenta de que ni siquiera las tiene registradas.

Presentación en la Feria de la Edición

El libro ha sido presentado a las 13.30 de hoy en el Paseo de Sarasate, en el marco de la «III Feria de la edición de Navarra», con presencia de numerosas amistades de Fermín Balentzia y en especial de integrantes de las asociaciones de la memoria histórica.

Tras desgranar diversos pasajes de su vida, recogidos en el libro en forma de entrevista, Fermín Balentzia ha interpretado tres canciones («Tafalla», «Navarra tiene cadenas» y «Amaiur») con el acompañamiento de todos los asistentes, para finalizar con la firma y dedicatoria de numerosos ejemplares.

Naiz, 2019/11/24