Las banderas se unen por la Memoria en el alto de Igal

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Memoriaren bideak cumple 10 años de trabajo por la memoria histórica y reúne en el alto de igal a más de 300 personas, 75 años después de que 2.354 esclavos del franquismo construyeran la carretera que une Roncal y Salazar.

La carretera maldita que une Igal con Vidángoz se convirtió ayer de nuevo en un bello lugar de reivindicación y de recuerdo. Maldita, porque la construyeron más de dos mil esclavos del franquismo, y bella porque todos años, desde hace diez, acoge el homenaje a los que sufrieron la represión franquista en los valles de Salazar y Roncal y a sus familiares, por iniciativa de Memoriaren Bideak. Con el lema, «Su memoria es nuestro camino», este colectivo arrancó con un acto sencillo «que nunca pensamos llegaría tan lejos», un reconocimiento que se echaba en falta por parte de las instituciones, y que, a día de hoy, sigue siendo insuficiente.

Y fue precisamente el veterano prisionero Luis Ortíz Alfaro quien lo recalcó en su breve intervención. «Nuestros gobernantes siguen sin querer mojarse». Próximo a cumplir los cien años, el militante republicano infalible a su cita en el alto de Igal, recordó cual fue su pecado y el de los compañeros que siguieron su suerte: «defender la libertad y luchar por una vida digna».

En el décimo aniversario de la reivindicación y de la memoria, se mezclaron también las banderas y las sensibilidades, para recordar a las personas perseguidas por intentar transformar la sociedad y alcanzar cotas de libertad más altas, con un respeto exquisito, como es habitual en el lugar a la pluralidad y a la libertad de la palabra dada.

En Igal se escuchó ayer de nuevo a Raymond Villalva, de la Asociación de la Memoria de Olorón (Francia), con un discurso contundente basado en dos puntos fuertes relacionados con la coyuntura actual en el Estado español: «La situación que atraviesa España de levantamiento popular y necesidad de la palabra, y la pena de sentir que el PSOE traiciona con su apoyo a la monarquía el ideal republicano por el que tantos hombres y mujeres sufrieron el exilio, e incluso dieron su vida.

Andalucía
Le siguió en el turno Chantal Gorrindo, de la asociación más allá de los Pirineos, Memoria y Exilio de Saint Gaudens, hija de Demetrio Gorrindo, combatiente republicano de Garde (Roncal), y relató sus penurias de huida y exilio, y expresó sus esperanza de lograr el sueño de su padre.

En la celebración de la primera década del recuerdo a los esclavos de franquismo llegaron los integrantes de la Asociación de la Memoria Histórica y Justicia de Andalucía. Su presidenta, Paqui Maqueda, con ocho años contados «de ganas de subir», resumió el trabajo de la asociación con las palabras: amor, denuncia y esperanza. «Todo lo que hacemos lo hacemos con amor y respeto a su memoria, impregnado de denuncia y con esperanza». Abogó por la ne-cesidad de un banco de datos de muertos, exiliados y familiares, » para que se puedan cerrar las heridas abiertas y el ciclo de vida y de muerte. Maqueda, activa participante en Argentina en la querella contra los crímenes del franquismo, relató brevemente el peregrinar de la hija de Antonio Martín Castillo, (prisionero en los valles pirenaicos), que tardó casi setenta años en recuperar a su padre. En este largo viaje anda, en busca de los suyos asesinados, (su padre Vicente y su hermana Maravillas), Josefina Lamberto, la otra invitada veterana del día.

Aquel tiempo de precariedad y dolor se repite de algún modo en la actual coyuntura laboral. Por eso, ayer Mabele Goya y Carlos Tobajas, de la Asamblea de Parados y Precarias de Iruñerria denunciaron también las injusticias y la urgente necesidad de un cambio social. Testimonios todos llenos de fuerza.

La lista con los nombres propios de tanto dolor y sufrimiento cobró ayer especial relevancia, pero su memoria será siempre una herramienta para el futuro.

Diario de Noticias, 15/06/2014