Larunbe descubre un Monasterio de lleva mil años perdido entre leyendas
San Esteban de Larunbe, sobre el Pico de Arriaundi, fue un Monasterio de nació hermano de Leyre, Aralar e Iratxe, pero nadie sabía de su existencia, porque apena hay documentación. Sin embargo, el descubrimiento de Aranzadi nace tocado por la magia del mítico «Sajrat Qays» de las crónicas musulmanas.
Arriaundi no es cualquier lugar. Desde su cima se controla la calzada que unía Burdeos con Astorga, matriz de la ruta a Santiago
«José María Jimeno Jurío, e incluso su hijo Roldán Jimeno, anduvieron buscando un monasterio pueblo por pueblo por la zona. Gracias a la arqueología y al esfuerzo de los vecinos de Larunbe, hemos encontrado en la cima de Arriaundi, una peña que está a más de 900 metros de altura, este monasterio altomedieval cuando buscábamos una ermita», explica Juantxo Agirre, secretario general de la Sociedad de Ciencias Aranzadi.
Arriaundi no es cualquier lugar. Desde su cima se controla la calzada romana que unía Burdeos con Astorga y que fue matriz del Camino de Santiago. Así, desde el monasterio se dominaba una de las principales vías de paso del jovencísimo reino de Pamplona. Desde San Esteban existe, además, comunicación visual con otra de las fortificaciones religiosas más importantes de la época: Aralar.
Sobre la peña se ha encontrado la base de una nave de tres ábsides, restos de cerámica y alguna moneda del siglo XII. Esta fortaleza religiosa de Arriaundi se construyó en la misma época que los grandes monasterios navarros de Iratxe, Aralar, Leire y Naiara. Pero las ruinas de Larunbe hoy son mucho más austeras, porque el resto medraron y crecieron y este no. En realidad, Arriaundi es muy parecido al «primer» Aralar, la base románica que dio pie a todo lo demás.
Un cúmulo de circunstancias, que ahora toca aclarar, ayudaron a que prácticamente todas las referencias al monasterio desaparecieran. El nombre latino poco aguantó en una zona donde se habla euskara y hasta cambió su advocación. El monasterio no prosperó, entró en decadencia y hasta el santo Esteban pasó de moda. El templo pasó a tener culto de carácter local, a nivel de valle, cerrándose dos de sus tres naves y utilizando la tercera como ermita de San Gregorio.
Fue al buscar este ermita de San Gregorio, cuando apareció una nave y luego otra, hasta que los arqueólogos se dieron cuenta de que tenían entre manos algo mucho más potente. «Aquí se ha llevado un proceso inverso al normal. Primero se ha encontrado el monasterio y luego se ha ido en busca de los documentos que acreditaran su existencia e importancia», señala el historiador Aitor Pescador, el encargado de hacer la «cata» documental en busca de pistas.
Pese a las evidencias arqueológicas de que se trata de una construcción del XI, solo hay dos referencias a él en el medievo y ambas son del siglo XIII. Se trata de falsificaciones de textos anteriores de 1105 y 1128. Luego aparecen referencias a San Esteban y Doneztebe en época posterior a la conquista y, a partir del año 1600, aparece con la advocación a San Gregorio.
La búsqueda de Sajrat Qays
¿Por qué, si hay tan pocas referencias históricas, el gran historiador Jimeno Jurío andaba buscando un monasterio pueblo por pueblo en esa zona? La respuesta, en realidad, está en las crónicas de los musulmanes. Allí es donde se da cuenta de que, en los alrededores de la capital del Reino de Pamplona, existía una fortaleza que llamaban «Sajrat Qays».
El Sajrat Qays era una especie de refugio que se consideraba inexpugnable hasta que llegó Abderramán II. Allí era donde los reyes navarros, conscientes de que no podían plantar cara a los grandes emires en sus campañas de verano, se escondían a que pasara lo peor y después volver a recuperar los restos.
«Si nos preguntas por el Sajrat Qays, te responderé como Rajoy», advierte Agirre. Lo cierto es que la excavación de Larunbe cumple con todos los requisitos para ser la mítica fortaleza perdida, aunque también hay otros serios candidatos, como Garaño, Gaztelu, San Quirico de Etxauri o el propio San Miguel de Aralar. De todos modos, solo la continuación del trabajo arqueológico puede aclarar algo más. Por el momento, Aranzadi no persigue mitos y sigue centrada en desenterrar y consolidar la planta del edificio principal. «Tenemos definida la cabecera del monasterio con los ábsides y vamos a por el pie». No obstante, alrededor de este edificio hay mucho más para excavar.
«Este lugar, dada su fabulosa posición, fue estudiado por Javier Armendáriz Martija, experto en la Edad del Hierro. Él nos señaló que, en este monte, había un poblado vascón. Nosotros hemos encontrado restos de esa época bajo los cimientos», continúa el líder de los arqueólogos de Aranzadi, que revela también la presencia de una necrópolis altomedieval e incluso de ruinas romanas para controlar su calzada. «Estamos centrados en la fase altomedieval, aunque los restos murarios alrededor del monasterio nos hablan de una cronología de 2.000 años».
De hecho, serían estas piedras aún sin estudiar sobre el pico de Arriaundi las que alimentan la leyenda del Sajrat Qays, puesto que el castillo mítico de los primitivos navarros aparece en las crónicas de los siglos IX y X, anteriores al monasterio.
Independientemente de cómo terminen los trabajos y si sirven para despejar incógnitas, lo que se ha descubierto en Larunbe es un tesoro. Y el paisaje le pone un remate excepcional. Promete convertirse en un punto de peregrinación de excursionistas y amantes de la historia.
Un Lanzazo-Cesárea para el nacimiento de un rey
Uno de los documentos que hacen soñar con que San Esteban de Larunbe sea el Sajrat Qays resulta francamente curioso. Según recoge Ximénez de Rada, en torno al año 870 García Íñiguez (hijo de Eneko Arista) se encontraba en un «caserío que se llama Larunbe» cuando le atacaron unos musulmanes y le dieron muerte. Su mujer, la reina Urraca, recibió un lanzazo en el vientre, pero sobrevivió. Ahuyentados los enemigos, «la reina, ya cerca de la muerte, pero aún con vida, por la voluntad del Señor dio luz a un niño a través de la herida de lanza y el crío, con gran sorpresa de todos, sobrevivió con el cuidado de las mujeres», escribe Rada.
Descartando la intervención divina, se necesitó cierta infraestructura para que aquel bebé (el rey Sancho Garcés) sobreviviera a tan brutal cesárea, y esto alimenta la idea de que Larunbe no era un simple caserío. Además, Sancho Garcés buscó refugio en el Sajrat Qays varias veces. De hecho, la primera vez que aparecen referencias a esta fortaleza en las crónicas árabes data del año 873.