La peste negra despobló unos 200 lugares en Navarra

La peste

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Las pandemias han visitado a la humanidad durante toda su historia. La han diezmado, la han golpeado y en muchas formas la han transformado. Héctor García Montero, profesor de Historia e Instituciones Económicas de la UPNA, decía que lo extraño de nuestro tiempo que, al menos en Occidente, hayan pasado cien años entre pandemias, que lo usual era que todas las generaciones vivieran una, de mayor o menor intensidad.

Fue una de las ideas que surgieron hace unos días en una jornada de divulgación organizada por la Cátedra Laboral Kutxa Divulgación del Conocimiento y Cultura Científica de la UPNA que unió para hablar de pandemias a una historiadora, la catedrática Eloísa Ramírez Vaquero; un microbiólogo, el catedrático Gerardo Pisabarro de Lucas, y a un profesor de Historia e Instituciones Económicas, Héctor García. Les moderó el el director de la cátedra, Joaquín Sevilla Moróder.

Historia: las pérdidas navarras de la peste

Eloísa Ramírez Vaquero habló de mucho de lo que diferencia las pandemias de hoy con las de tiempos pretéritos. De las cifras, hoy más o menos claras, pero en la antigüedad tan difusas que obligan a hablar de horquillas de millones de muertos. “Muchas veces las fuentes que tenemos son relatos, crónicas…”. De las enfermedades, hoy diagnosticadas con exactitud, pero desconocidas en el mundo antiguo. Los historiadores deben basarse en descripciones de los síntomas, si hay suerte de que alguien lo haga.

Son épocas en las que a las enfermedades se las llamas pestes, porque existe la conciencia de que vienen por el aire. “Por eso se toman medidas como el confinamiento, el aislamiento, las mascarillas o el cordón sanitario, que se conocen al menos desde el siglo II”. Eran epidemias que, como hoy, generan miedos, que a veces derivaban en la búsqueda de culpables en “marginados , minorías religiosas, el abandono del culto a los dioses…”.

Algunas de esas pestes no lo eran pero otras sí, en especial la peste negra bubónica, que tuvo su aparición más devastadora en 1347 y en oleadas posteriores. Navarra, como buena parte de Europa fue una de sus víctimas. Ramírez Vaquero habló de una mortalidad en torno al 60% y una despoblación brutal. “Entre la mitad del siglo XIV y la mitad del siglo XV unos cien lugares se despueblan en Navarra. Pero si nos extedendmos a todo el siglo XV, con otras oleadas de la peste, podemos llegar hasta 200. Olite y Artajona, por ejemplo, jamás recuperaron las cifras de antes de la peste”.

Microbiología: las carreras de la pandemia

Gerardo Pisabarro señaó que cuando un virus nuevo ataca, se producen dos carreras: una entre el microorganismo que trata de extenderse y el sistema inmune que trata de evitarlo, y otra en el nivel más social, cuando el virus va saltando de persona en persona, una carrera en la que juegan un papel fundamental los factores que favorecen el salto o los dificultan, como el distanciamiento social, las mascarillas, el lavado de manos…

El catedrático de la UPNA, que apuntó aclaraciones de términos como el hecho de que una pandemia “no es una enfermedad más grave, sino una que se ha extendido más”, o que habló de detalles como que lo extraordinarios que son esos microorganismos capaces de vivir a 37 grados, los de nuestro cuerpo, hizo una apuesta por las vacunas. Si los microorganismos son capaces de evolucionar, también lo es nuestro sistema inmune. “A medio y largo plazo, la vacunas van a ser el sistema”, por delante de los antibióticos. “ Con la vacunación podremos hacer que la población sea tolerante y resistente a la enfermedad, de manera que cuando lleguen nuevas oleadas de la epidemia, van a ser cada vez menos fuertes y se transformarán en una enfermedad estacional”. Eso sí, apuntó al respecto de las recciones adversas que se han producido, como todos “somos diferentes, y los patógenos también lo son es imposible predcir al 100% lo que va a ocurrir”.

Pisabarro criticó que tras la epidemia de gripe A de 2009, un virus mucho menos virulento que el de ahora, “los sistemas de vigilancia epidemiolócia se relajaron. Debemos aprender que no deben bajar las defensas”. Porque habrá nuevas pandemias. Las de gripe llegan cada 20 o 30 años, con lo que podría aparecer en torno a 2030 y en 2040 podría ser el turno de un nuevo coronavirus, más o menos virulento. “Y la gripe y el coronavirus no son microoganismos que vayamos a erradicar”.

Economía: la peste retrasó las bodas

En su intevernción Héctor García Montero aclaró varias veces que las ideas de las que hablaba eran teorías, tesis o estudios no del todo seguros, pero que explicaban que una pandemia ocasionaba consecuencias a veces insospechadas en la economía y la sociedad, incluso en el mundo entero.

Las más evidentes, reconoció, son los efectos a corto plazo. Por ejemplo, la caída de la actividad económica. Menos obvio en cambio es que las enfermedades puedan reducir las desigualdades económicas, como dicen que ocurrió tras la peste negra. “Un historiador (Walter Scheidel) habla del gran nivelador. Su tesis es que la desigualdad crece hasta que llegan catástrofes, guerras, pandemias. Sin embargo, en otras ocasiones no ocurrió, las instituciones se saben adaptar”.

Las consecuencias a largo plazo de una epidemia que mata a una gran parte de la población son más difíciles de ver. Y más sorprendentes. Por ejemplo, hay quien explica en la peste la llamada gran divergencia, que Europa, paradójicamente la zona más perjudica, adelantará en riqueza y tecnología a China y Asia. La idea es que, con menos brazos para trabajar por la brutal mortalidad de la peste, estos se hacen más preciados y sus salarios suben de manera permanente. “Ese incremento condiciona la socieda, las instituciones, todo”. Una lógica parecida explica la llamada pequeña divergencia, el hecho de que Europa occidental se desarrollará más que la oriental. “Hubo muchos nobles que no querían pagar salarios más altos, y por eso surgen revueltas. Pero en Europa occidental, según esta teoría, se imponen las fuerzas del mercado y eso contribuye a que el sistema feudal desaparezca. En la Europa oriental, ocurre lo contrario hasta el siglo XIX y podría ser la causa de su pobreza”.

A largo plazo, las pandemias pueden infiltrase en las costumbres y en las vidas privadas. García Montero señalo que hasta hace unas décadas Europa, sobre todo la occidental, era una excepción en el modelo matrimonial: las mujeres se casaban más tarde que en otras zonas, la diferencia de edad entre los novios era menor y también eran más las que no se casaban. Y esos fenómenos hay quien los explica por la peste. La mortalidad significó que la mujer tuvo que incorporarse al “mundo económico, tuvo oportunidades de empleo, y eso le dio más autonomía económico, además de que se inviertera más en formación o hubiera cambios en leyes, modelos de herencia y propiedad…”.

A los virus mutados no les cambia la nariz

Tras la charla, Pisabarro recibió casi todas la preguntas. Una: ¿Puede mutar el coronavirus hasta comprometer a las vacunas? El catedrático cree que no. “El sistema inmune aprende de forma análoga a como reconocemos las caras, fijándonos en nariz, ojos, orejas… Con las vacunas les damos la nariz por ejemplo. Siempre que el virus mantenga la nariz, les identifica”. Ya sin metáforas, recordó que las vacunas actuales van contra la herramienta de la que se sirve el virus para entrar en la célula. “Si cambiara tanto como para no ser reconocible, sería otro virus”. Pregunta 2: ¿La resistencia a los antibióticos facilitará más pandemias? “Es un problema real, sobre todo afecta a enfermedades difíciles de tratar y a operaciones quirúrgicas, en las que necesitas antibióticos para controlar infecciones”. Eso sí, la resistencia a los antibióticos “es inexorable”, y se debe “evitar que avance a gran velocidad”.

Jesús Rubio en Diario de Naarra. 26/05/2021