La Medalla de Oro de Navarra a Félix Huarte: apología del franquismo

Felix Huarte

La decisión del Gobierno de Navarra de conceder la Medalla de Oro de Navarra a dos autoridades de la pasada dictadura franquista, Félix Huarte y Miguel Javier Urmeneta, sitúa de nuevo las políticas de la memoria de esta comunidad en la órbita de la apología del régimen franquista, de sus autoridades, y de las clases dominantes de entonces. Una vez más, se nos quiere hacer creer que fue la dictadura quien nos trajo el desarrollo económico, y que fueron sus empresarios y políticos quienes se preocuparon de generar un mayor bienestar social.

Ante esto, los colectivos pertenecientes al Autobús de la Memoria queremos plantear una serie de cuestiones básicas relacionadas con el conocimiento de nuestra historia más reciente de cara a explicar públicamente nuestro rechazo a esta concesión.

1. El estado franquista, un obstáculo para el desarrollo económico y social.

Es indiscutible que Navarra, al igual que el resto del Estado español, tuvo entre finales de los cincuenta y los primeros setenta, escasos quince años, las mayores tasas de crecimiento de su economía en toda la historia.

Son los años del desarrollismo, de las mayores tasas de crecimiento del PIB a nivel mundial, algo que se da en regímenes de muy diferente naturaleza. No vamos a entrar ahora en ese tipo de explicaciones, ya que en el caso de Navarra, al igual que en el resto del estado español, lo verdaderamente importante de la dictadura no es el hecho de que se subiera a la ola de crecimiento mundial en los sesenta, sino el que hundiera a la sociedad española, y también a la navarra, en un auténtico agujero negro de hambre, estancamiento y retroceso de derechos sociales.

Como consecuencia del golpe de 1936 España no recupera hasta 1951 los niveles de producción per cápita previos a la guerra. El descenso de la ratio de las rentas del trabajo sobre los beneficios empresariales fue brutal, de modo que el franquismo condenó a la ciudadanía, y especialmente a la clase trabajadora, no sólo a la pobreza material, sino también a un raquítico desarrollo de los servicios básicos sanitarios o educativos en comparación de nuestro entorno europeo, donde en mismos años estaban en plena expansión.

2. Félix Huarte, un empresario cómplice con el golpismo, los crímenes de guerra y la dictadura

La propia empresa “Huarte y Cía, S.A.”, al terminar la guerra, se esfuerza en poner de manifiesto su contribución al triunfo de los golpistas. En un escrito dirigido al Gobernador Civil de Navarra, del 19 de agosto de 1939 (documento reproducido por J. Paredes, Félix Huarte, Fuentes Históricas, edit. Rialp, pp. 137 – 139), la empresa subraya que “hemos puesto TODO al servicio de la Causa Nacional”.

En la carta se detalla que sus aportaciones fueron de tres tipos: “aportaciones de trabajo” (blindaje de vehículos, construcción de piezas para bombas, trabajos de fortificación…), coches y camiones, y donativos y suscripciones (que ascendieron a 356.786 pts.), algo que fue constatado por la Jefatura de Falange de Navarra, quien da fe de “sus aportaciones cuantiosas en metálico y la prestación desinteresada de trabajos al ejército”. Ahí estuvo Félix Huarte, colaborando con la destrucción de la democracia y el triunfo de una de las dictaduras más sangrientas de Europa. Posteriormente, además de esa colaboración económica se convirtió en una de las máximas autoridades del franquismo en Navarra, como vicepresidente de la Diputación Foral. Unas autoridades, conviene recordarlo, que cuando el desarrollo industrial sacó a la luz las tensiones sociales, respondieron castigando con multas, detenciones, torturas y encarcelamientos a las y los trabajadores que intentaron organizarse clandestinamente para defender sus derechos.

3. Huarte, uno de los constructores del gran mausoleo franquista

El propio progreso económico de la empresa constructora de Huarte está ligada a su conexión con el régimen franquista. Su enriquecimiento, por lo tanto, estuvo ligado a su capacidad de ganar oscuros concursos de obras públicas, muchas de ellas de dudosa utilidad social, como el llamado Valle de los Caídos. Si bien a veces se ha señalado que Huarte utilizó presos durante sus trabajos en este mausoleo, la documentación actualmente disponible deja claro que la empresa empieza a trabajar en esta obra en 1950, cuando están recién clausurados los tres destacamentos penales de esta construcción. Ahora bien, el hecho de que no utilizara presos en esta obra no significa que su trabajo allí no estuviera claramente ligado a la legitimación de la dictadura y a la posibilidad de enriquecerse con una obra faraónica de nula utilidad social, un auténtico dispendio de gastos públicos que terminó en manos privadas, ya fuera mediante el empleo de mano de obra cautiva, como en el caso de otro de los grandes constructores de la dictadura, Banús, o con obreros libres despojados de todo tipo de derechos laborales, en el caso de Huarte.

Además, debido a los problemas de acceso a la documentación todavía no hemos podido constatar si esta constructora utilizó presos en otras obras, como en el aeródromo de Ablitas (Navarra), construido por Huarte durante la guerra, en el que trabajaron prisioneros republicanos englobados en el Batallón de Trabajadores nº 63. Así pues, la concesión de estas medallas póstumas no es sino una manera más, lamentablemente no la única, de mantener un homenaje público a la dictadura, y de intentar blanquear la historia del franquismo y de sus cómplices empresariales (entre los que también destacó aquí el Diario de Navarra). Los últimos ejemplos son más que significativos: se hacen oídos sordos a las recomendaciones del relator especial de la ONU para la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición, Pablo de Greiff; se da refugio a franquistas criminales perseguidos por la Interpol, y ahora se nos quiere presentar a la élites políticas y empresariales de la dictadura como motores del progreso económico.

Con esta decisión, una vez más, nuestras autoridades se sitúan en las antípodas de lo que debería ser una política de la memoria que refuerce la defensa de los derechos humanos en nuestras sociedades, de modo que hacemos un llamamiento a la sociedad para colaborar en las iniciativas que en los próximos días se pondrán en marcha para protestar contra esta decisión y a los grupos políticos con representación institucional para que intenten frenar este insulto a la memoria democrática.

La iniciativa Autobús de la Memoria está compuesta por los siguientes colectivos: Asociación Pueblo de las Viudas de Sartaguda / Alargunen Herria; Ahaztuak 1936 – 1977; Memoriaren Bideak; Psicólogos sin Fronteras; Sanfermines 1978 Gogoan; Basilio Lacort Herri Ekimena; Eguzki Bideoak; Katakrak Liburuak; Asociación por la Memoria Democrática Maravillas Lamberto (Larraga); Buñuel 1936; Asociación Valentín Plaza (Castejón); Altaffaylla Kultur Taldea; Orreaga Fundazioa; Unidad Cívica Navarra por la República y Asociación Cultural Tambarria.