«Kapare», un arqueólogo de la música polpular en Navarra

Txema Hidalgo

Txema Hidalgo


Es conocida la definición de los vascos que hizo el ilustrado Voltaire en el S. XVIII: “Un pueblo que canta y baila en el Pirineo”. Y sin duda era una definición bastante exacta pues no en vano somos una comunidad con gran riqueza y variedad de bailes y dueños de un  extenso cancionero. Quién no conoce ese otro dicho popular que nos retrata como: un vasco, una txapela, dos vascos, un partido pelota, tres vascos un orfeón.

Cierto también que hace algunos años comenzó a detectarse un silencio en las sobremesas, en los bares, en  la calle…en las que era claro que la gente no se arrancaba  a cantar con la frecuencia anterior. De alguna manera esa afición se ha cobijado en los numerosos coros y corales que han  proliferado y, a un nivel más espontáneo y popular,  en la aparición de grupos de Kantuz que periódicamente recorren las calles de muchísimas poblaciones  a todo lo largo y ancho de Euskalerria.

Es evidente que hoy vamos  a hablar de canciones y de cantar, y  lo vamos  a hacer con Txema Hidalgo “Kapare” que tiene mucho que ver con este pujante renacimiento de la canción tradicional  en euskera y su presencia en la calle y en otros espacios públicos.

Nacido en Iruñea conoce bien nuestro Valle, no en vano está casado con una roncalesa y tienen casa en Izaba. Impulsor del Kantuz en Pamplona y otros pueblos de Navarra, tiene en su haber la recopilación y publicación de cuatro gruesos volúmenes (Nafar Aire zaharretan) extraordinaria colección de canciones en euskera y melodías de baile de Navarra.

¿Cómo surgió la  iniciativa del Kantuz en Iruña y la de tu recopilación?

Hace ya 13 años, decidimos salir a cantar en euskara por el Casco Viejo pamplonés. Nos juntábamos los primeros sábados de cada mes para recuperar la tradición de cantar en la calle, y, por otra parte, reivindicar nuestra vieja lingua navarrorum. Además, queríamos hacerlo con gesto amable, tratando de hacer pasar un rato agradable a quien nos escuchara. Y en ello continuamos. El  grupo es muy heterogéneo, no ensayamos ni guardamos ningún formalismo. Cualquiera puede cantar  y formar parte de “Kantuz”.

Cantamos viejas y nuevas melodías, al igual que hacen otros grupos similares de Donostia, Bayona y otros lugares de la geografía vasca. La diferencia con ellos es que  el grupo de S.Sebastián canta muchos aires guipuzcoanos: de Iparragirre, Bilintx, Txirrita, Xenpelar…. Otro tanto se puede decir de Iparralde, donde mayoritariamente son cantos propios.

Sin embargo, nosotros no podíamos elegir canciones de nuestra tierra porque no conocíamos kantuzaharrak navarros. Y es precisamente esa sensación de dependencia, de estar siempre cantando canciones de otras zonas, la que me llevó a indagar en los archivos para ver si, entre los testimonios recopilados, los había de origen navarro  y poder incorporarlos a nuestro cancionero. El resultado fue sorprendente.

¿En qué fuentes y archivos musicales has indagado?

Fundamentalmente en las viejas recopilaciones, empezando por el “Cancionero Popular Vasco” de R.Mª de Azkue y el “Cancionero Vasco” de Aita Donostia, que son las dos grandes figuras del folklorismo musical vasco del siglo pasado.

Más adelante continué con otros muchos investigadores: Nehor y Duffau, Vogel, Salaberry, Antoine d’Abbadie, Agosti Chaho, Orixe, Oxobi, Jorge de Riezu, Koldo Mitxelena, Antonio Zavala, Patri Urkizu,… Consulté los fondos de: Euskaltzaindia, Eresbil, Fontes Linguae Vasconum, Revista Príncipe de Viana, Bibliotheque National Paris,…. buscando siempre extraer  testimonios  recogidos en Navarra.

En los últimos años, he trabajado en los cuadernos manuscritos inéditos de Azkue, depositados en la sede de Euskaltzaindia en  Bilbao, seleccionando canciones navarras, digitalizando las partituras, etc. Un trabajo apasionante que me permitió publicar en el III tomo de “Nafar Aire Zaharretan” más de 500 testimonios inéditos.

¿Has utilizado fuentes orales?

Lo he intentado recorriendo los valles euskaldunes de la zona norte para realizar trabajos de campo, pero, a día de hoy, es muy difícil encontrar testimonios que cumplan con los requisitos de ser antiguos y en euskara. En muchas zonas se ha olvidado prácticamente la vieja costumbre de cantar en las sobremesas; los trabajos rurales (artoxuritze, garbiketak, artzaintza, etc.) han ido desapareciendo y, con ellos, la oportunidad de aprender y transmitir las kopla zakarrak como antaño.

Ha disminuido mucho la asistencia a la iglesia para rezar novenas, rosarios, kalbarioak… que también ofrecían la ocasión de cantar eliza-kantak.

Otra circunstancia que ha dificultado enormemente la recogida de campo es el vendaval terrible que arrasó grandes zonas de Navarra en el s. XX llevándose la lengua y, con ella, canciones, cuentos, refranes… y gran parte de las tradiciones y  de la cultura asociadas a la lengua.

Por otra parte, la televisión ha igualado los gustos y las tendencias musicales, dibujando un escenario uniformador, centralizante, donde las especificidades no tienen cabida.

A pesar de ello, todavía he podido recoger de labios de viejos informantes, como Iraburu y Ángel Aintziburu, de Luzaide y de algunos de otras zonas, valiosas muestras de viejas koplas y kantuzaharrak. En todo caso pocas, porque la labor que hicieron Azkue y Donostia fue metódica y minuciosa, visitando todos los valles, pueblos etc. de la Navarra euskaldun en un momento muy oportuno, cuando todavía estaban vivos todos los dialectos navarros del euskara.

¿Qué riqueza musical has encontrado en Navarra?

Cuando hablo de Navarra me refiero tanto a la Alta como a la Baja Navarra siguiendo el criterio utilizado por otros folkloristas como Jorge de Riezu;  y como cantaba nuestro Urepeleko artzaina (Xalbador): “Goi eta Beherik ez da enetzat. Nafarroa bat da bakarra”.

Las relaciones entre pueblos de ambos lados de la muga son naturales y fluidas. Pensemos en Luzaide y Garazialdea, en Baztán y Baigorri, etc.  Desde el punto de vista de la cultura popular, la frontera no es más que una línea en el mapa.

Por lo que se refiere al número de testimonios encontrados, mi sorpresa fue enorme.  En los 4 volúmenes de “Nafar aire zaharretan” (2013 y 2016) hay recopiladas más de 3.000 melodías, un número muy grande si consideramos la poca población del territorio.

Canciones de todo tipo: amorosas, de trabajo, de taberna, religiosas, de cuna, satíricas, bélicas, históricas,… cualquier situación que podamos imaginar tiene su réplica en los kantuzaharrak. Y es que la cultura popular en nuestro pueblo se ha transmitido de forma oral y se valía precisamente de las coplas.

¿Qué valoración haces del cancionero tradicional salacenco?

Las recogidas en Zaraitzu son 86 en total. Hay testimonios de Otsagabia (48), Ezkaroze (22), Eaurta (7), Espartza (2), Igari (1), a los que hay que añadir otros 6 en los que no figura exactamente la localidad de recogida.

De los 86 títulos, 54 corresponden a canciones (24 inéditas) y 32 a dantzas. Respecto a las canciones, es Ezkaroze el lugar de más recogidas, 22 de las que 14 son inéditas, seguida de Otsagi con 16 (6 inéditas). Por inédita se entiende que la desconocíamos porque no había sido publicada anteriormente.

Por otra parte, todas las dantzas del valle corresponden a Otsagi, con la excepción del “Axuri beltza” de Eaurta y el “Tukutun tukutun” de Ezkaroze.

Las canciones abarcan todo tipo de temas. Hay 13 religiosas, 8 de ronda, 6 villancicos, 6 de cuna, 4 infantiles, 4 endechas, 2 romances, 2 festivas, 2 dantzas cantadas, 1 de taberna,  1 narrativa, 1 carlista y 4 sin clasificar.

Todas las dantzas sin letra (32) se recogieron en Otsagabia.

En resumen podemos decir que, para la poca población del valle, los testimonios representan un número muy aceptable, el mayor de toda la zona pirenaica oriental peninsular. En Aezkoa, por ejemplo, hay 41 testimonios recogidos y en Erronkari otros 41.

¿Cómo hacían ese trabajo de recopilar canciones en tantos cientos de pueblos y con tantos miles de informantes?

Los folkloristas realizaban su trabajo de campo atendiendo a criterios de eficacia y rentabilidad. Generalmente contactaban por correo con el párroco del valle en cuestión y le comunicaban que, en determinada fecha, pasarían a recoger testimonios. El cura lo que hacía era concentrar en unos pocos pueblos, a veces en uno solo, a todos los informantes del valle. De esta forma, en una sola jornada y sin moverse, podía recoger toda la información de la zona.

Siempre hay que considerar que los testimonios son del conjunto de la zona, no solo del pueblo en el que se recogieron. Por ejemplo, las canciones recogidas en Alkotz correspondían a toda Ultzama y, en el caso de Zaraitzu, todo el valle se tiene que sentir concernido por los testimonios recogidos, puesto que se pudieron aprender en cualquiera de sus localidades aunque luego, en esas sesiones de trabajo,  se cantaran delante del recopilador en Otsagi o en Ezkaroze.

Xabier Díaz-Esarte, en la Revista Mendixut.


 

 

 

 

¿Qué papel cumplen los Kantuz y en qué momento están?

En casi todas las ciudades de Euskal Herria hay kantuz. En Pamplona, además del “Iruñean Kantuz”, salen en los barrios de Arrotxapea, Donibane, Milagrosa, Iturrama, Alde Zaharra, Mendillorri…y en localidades de Iruñerria como Antsoain, Uharte, Barañain, Zizur, Atarrabia, Burlata, Orkoien, Berriozar, Sarriguren…

En el resto de Navarra hay grupos de kantuz en Tafalla, Lizarra, Aoiz, Baztán, Zangotza, Noain… Ocasionalmente salen coros en Tudela, Oteiza, Sakana, Olite, Malerreka…

Por lo que se refiere a la zona pirenaica, se canta por las calles de los pueblos en Erronkari, Zaraitzu y Aezkoa.

No hay fiesta que se precie en la que no salga un grupo de kantuzaleak. Se ha consolidado nuevamente la costumbre de cantar en los espacios públicos y, además, en euskara, la “lengua matriz del Reino” como la denominaba Moret en sus “Anales” en 1674.

Aquí dejamos esta interesante y rica entrevista. El 2  de noviembre, Txema estará con nosotros para hablar en directo de su peripecia investigadora y del cancionero tradicional de Salazar. No estará solo, lo hará acompañado de todas las agrupaciones corales del Valle que interpretarán una selección de 12 canciones del folklore propio. Un recorrido musical por un pasado reciente cuyos ecos vuelven a entonarse en la voz de las nuevas generaciones.