Hoy como ayer en Ochagavía
Al acabar su jornada ayer en Ochagavía, el maestro Patxi Serrano y el barbero y dentista Patxi Samper comentaban lo aplicados que estaban los alumnos por la mañana, y los numerosos clientes que habían pasado por la consulta. Vestidos con pantalón, chaleco y camisa blanca, ambos con txapela, participaban en una escena cotidiana de aquel 1900, el tiempo que recrea la fiesta de Orhipean, que vuelve la mirada cien años atrás para mostrar y reconocer la manera de ser y de vivir en el pueblo pirenaico.
Y como ellos, todos. No hay vecino ni vecina que no eche una mano en el Orhipean y represente un papel, el del compromiso adquirido con la fiesta que se viene celebrando desde el año 2003 ininterrumpidamente, con el esfuerzo y la imaginación de los que apoyan incondicionalmente a la comisión formada por una veintena de personas, multiplicada por muchos en la jornada central del sábado.
La de ayer fue una de las más calurosas que se recuerdan. “Y no ha llovido ni un sólo año”, apuntaba Jone Villanueva, de la comisión, al tiempo que explicaba que este año habían decidido reestructurar la jornada, dedicar la mañana a los oficios y la tarde a las tradiciones que se mantienen en la localidad. “Hay que pensar mucho para sacar adelante año tras año una fiesta de estas dimensiones, y también tener en cuenta que la gente mayor se nos va y cada vez son menos los que pueden hilar, tejer o axotar la lana ”, subrayaba.
Con todo, ayer las cuadrillas ocuparon sus puestos en el matatxerri, la tasca, la barraca, la tienda de Andrés Pancho, las lavanderas, el pan, las bainetas, el dentista, afilador, herreros, figurantes… Se abrió el telón y comenzó la función.
Dando las doce, las campanas llamaron al Ángelus, y la actividad se paró en la orilla del río. Sobre esa hora llegó la mayor afluencia de visitantes que ya aparcaban en el segundo parking habilitado. Ana Sagardoi se ocupaba de esa entrada. “Hay que colaborar como se pueda, es un esfuerzo grande mantener la fiesta tantos años. Yo he sido lavandera, maestra, aquí o en la barraca. Orhipean no es posible sin la colaboración del pueblo”, reflexionaba.
Opinaban del mismo modo Gorka y Mikel Azcoiti, con Camino Fernández al frente de la tasca del Charandel, cuya recaudación va íntegramente para sufragar la fiesta, y que se conserva tal como fue, para el recuerdo. “Aquí sólo entraban los hombres y alguna mujer que veraneaba, pero las del pueblo, nunca, ni siquiera nosotras cuando veníamos a buscar a los aitas”, recordaba Sagrario Esarte.
Para el maestro, Patxi Serrano, lo más importante es la implicación y la diversión de los más pequeños, con los que se trabaja, en la escuela, como si fuera una pequeña obra de teatro, en la que se sienten auténticos protagonistas. “Llevo igual ocho años haciendo este papel, a veces pienso en dejarlo, pero es Orhipean y engancha”, reconocía. Es de tal modo que hasta los curas del valle, Livio Ledezma y José Luis Lizasoáin, toman parte. “Todo lo que sea sumar, adelante. Orhipean une mucho, es un gran trabajo de conjunto”, significaba Lizasoáin.
TRADICIONES
Los cambios han traído consigo novedades a la actual edición, que se prolonga hasta hoy con las visitas guiadas a la ermita de Muskilda. “Forma parte de lo nuevo que hemos incluido este año, conocer Muskilda como era en 1900, las personas que se ocuparon de ella: el capellán, la serora, el ermitaño y también su iluminación con velas”, explicaba Jone Villanueva, encargada de hacerlas. Hoy se celebrarán por la mañana, a las 12.00, y por la tarde, a las 17.00 y a las 19.30 horas.
En este capítulo de las novedades, merece mención especial el Berrus, el canto tradicional navideño de Ochagavía en euskera salacenco, que ayer se incluyó por vez primera en el programa de Orhipean. “Es el gran desconocido y sin embargo, se mantiene tal cual. Los niños y niñas lo cantan por las calles y las casas en Navidad y les dan propina”, relataba Rita Labiano. Tal como lo hacen cada 24 de diciembre, vestidos con trajes de caseros y maquilas, salieron ayer a entonar el tradicional canto que se mantiene intacto, el Verbum caro factum est latino reinterpretado a la manera popular otsagiarra: Berrus Carronatusé… que los niños cantaron emocionados completo desde Kristo xin da mundura hasta el Amen final. De su letra y del vocabulario, morfología e historia local del euskera salacenco daba cuenta la muestra y la proyección audiovisual vigilada por la joven Laura Landa.
Después del Berrus, las danzas de la Ribera y de la Montaña se unieron en un guiño a las trashumancia con los danzantes de Fustiñana y Ochagavía, en una edición en la que Orhipean ha contado por vez primera con una campaña de promoción del Gobierno foral en la Comunidad Autónoma Vasca, a cargo de Fernando Hualde. Mientras tanto, la comisión sigue esperando su mermada subvención, y cuenta con respaldo económico de la Caixa, Caja Rural, aportaciones anónimas populares, y, como siempre, con los incondicionales hosteleros y establecimientos locales. “Es complicado, pero seguimos y esa es nuestra gran satisfacción”, concluye Jone Villanueva.
Diario de Noticias, 28 de Agosto de 2016