Exposición de Abel Azcona: El gran circo pamplonés…

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Desenmascararlo…
El problema no es la exposición ni las hostias, sino que Abel Azcona (en adelante, el artista) os ha engañado. Al artista le importa un carajo la memoria histórica. Le importan un pimiento los asesinados a partir del 36 en Navarra por requetés y falangistas. Le importa una mierda el sufrimiento de sus familiares y el silencio y la marginación al que aún se ven sometidos. El artista solo se preocupa por sí mismo. Mirad las fotos de la exposición. Todas son sobre él mismo. Todas son autorretratos en un escenario que no le importa y con unas personas que solo son atrezzo para una de sus ególatras performances. Mirad la exposición: sólo habla del artista, de su trayectoria, de sus proyectos, de él, de él, de él, de él. Ni siquiera ha tenido la decencia de aislar su proyecto sobre lo que él entiende por memoria histórica y hacer que discutiera abiertamente con el edificio. No, ha tenido que mostrar toda su obra, toda su vida. Su autorretrato. Os ha engañado.

Cuando el artista viene a Pamplona se va de vinos con Sergio Sayas. Cuando sale de vinos por Madrid lo hace con Cristina Cifuentes. Cuando el desahuciador Miguel Leache expuso sus indignas fotografías le mostró todo su apoyo. Al artista le es indiferente cualquier cosa que no pase por su propia promoción. Resulta que el artista es un fascista que se traviste según le conviene. El artista es un impostor y os ha engañado. O engañó cuando en mayo realizó aquel “enterramiento” virtual de toda aquella gente ante el monumento. Aquí no hacen falta enterramientos falsos de nadie porque aún hay muchos desenterramientos reales que realizar. Aquí no hace falta acciones simbólicas ni requiebros conceptuales porque hay muchos huesos reales desperdigados por campos y cunetas. Aquí hay muertos de verdad, cunetas de verdad, asesinos de verdad y monumentos infaustos de verdad con criptas que albergan criminales de verdad. Nadie lo sabe mejor que vosotros. Vosotros habéis sufrido y habéis luchado lo indecible. Y ahora el artista se ha aprovechado de vosotros.

La lucha por la memoria histórica en Nafarroa no se merece este artista ni se merece vuestro error. La lucha contra el indigno monumento que aún alberga los restos de Mola y Sanjurjo no se merecía esta pantomima frívola y vacía de contenido. Esta farsa a mayor gloria de un simple payaso irresponsable y fatuo. En esta tierra se ha muerto mucho y mal. Se ha llorado mucho. Se sigue llorando mucho. Se ha sufrido, se ha luchado, se ha resistido, se seguirá resistiendo.

El infame monumento a los asesinos del 36 merece que acabemos con él a través de una acción colectiva y contundente. Una reflexión seria y sin vacilaciones. Una acción que recoja todo el dolor, toda la rabia y toda la experiencia en la lucha por la memoria durante tantos y tantos años.

«Cavallo morto»