Euskera: ¿mérito o requisito?

Angel Urtasun

Traigo un tema recurrente. Lo cierto es que cada vez que se menciona esta lengua, que uno ya no sabe cómo llamar: muerta, vernácula, propia, minorizada, revitalizada…, saltan chispas en forma de voces y escritos que ponen de manifiesto una realidad: divide a los navarros. ¿No debería servir para unirnos?

Su relación con la política es innegable. También lo fue la Autopista A-15, lo son el Canal de Navarra, las autovías, del Camino y del Pirineo, el trazado del futuro TAP… ¿Cohesionan a los navarros o les separan?

Conocemos las necesidades básicas de todo ser humano para desarrollar su vida y de toda una sociedad para contribuir a ello: territorio, agua y energía. Como gesto solidario con los habitantes de la isla canaria de La Palma, evoco estos tres condicionantes de la vida. Allá observamos una manifestación espectacular de la energía interna del planeta Tierra. El vaciado de la cámara de lava subyacente está construyendo el relieve de la futura nueva isla, a la vez que provoca la destrucción de lo humano. ¡Qué dura contradicción! El agua del océano se evapora en masa con la llegada de las lenguas del material ígneo. El agua dulce imprescindible para la vida de cultivos y humanos escasea. Desaladoras como solución de urgencia. ¿Y qué decir del territorio? Cuando esto acabe seguirá la vida.

En Navarra, por fortuna, no nos falta agua ni energía. Una leve sismicidad nos asusta y nos recuerda que en nuestro territorio prepirenaico hay fallas. El reequilibrio isostático esta ahí, presente. Los recursos naturales los ponemos al servicio de la obtención de energías más limpias, menos carbonizadas, pero no nos confundamos. Unos son más renovables que otros, pero la energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma.

Y tenemos un territorio que, en cierto modo a tenor de la naturaleza, fue seccionado en tres. Lo hizo la Ley Foral del Vascuence de 1986. Una de las leyes más políticas que tenemos, ya que permitió soñar a los navarros aunque en sentidos opuestos. Los hay que la vieron necesaria para el fomento de la lengua que nos ocupa y los que la utilizaron como un freno. He escrito deliberadamente «la lengua que nos ocupa». Hay navarros que piensan que el castellano se ha impuesto a la fuerza en nuestra tierra. Hay quienes aluden al deseo de imposición del euskera. Así que, ¿cuál es la lengua que nos ocupa? ¿Tenemos que liberarnos de algo?. ¿Llegaremos a un acuerdo? Apunto algunas posibles respuestas a tales preguntas. Ustedes deciden después si toman o no posición.

Me parece requisito ineludible dominar una lengua cuando se precisa para el desempeño de un puesto de trabajo, público o privado. Su conocimiento actualizado debe ser exigido. No basta tener una titulación. Hay que demostrarlo ante un tribunal.

Me parece mérito, reconocible en puntuación, cuando hubo esfuerzo para llegar a dominar esa lengua. Y aquí está el problema. Considero el mérito de saber euskera si no es tu lengua materna. Lo mismo pienso para el castellano. Pero una cosa es el uso de una lengua para andar por casa y otra su dominio para ser vehículo de transmisión de conocimiento y educación de las personas. Por eso se enseña y se estudia la lengua y literatura castellana en el modelo D. No es una locura que una consejera del Gobierno de Navarra diga que sería interesante que todos los navarros estudiaran la lengua vasca. Ya existe el modelo A. Su prudencia y cordura le han llevado a no incluir la extensa y rica literatura vasca.

Valorando que las lenguas extranjeras, inglés, francés y alemán, al menos, son solicitadas, vayamos pensando en un modelo trilingüe, para todos, en el que los idiomas se integren en el currículo ordinario, sin llegar a alcanzar una determinada titulación al final de la escolarización obligatoria. La lengua vehicular el castellano, la única oficial en todo el Estado español. Pues eso. A recuperar el territorio con energía…y con la ayuda del agua fresca de Arteta, Itoiz, Eugi. ¡Qué tierra la nuestra!. ¡Y venga discutir!…

Aangel Urtasun Uriz