El cohete del abuelo Honorino

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Chantal Estrade será una de las encargadas de lanzar el cohete. Lo hará en honor a su abuelo y antiguo miembro de La Veleta, Honorino Arteta, al que apenas conoció debido a que murió cuando ella solo tenía tres años.

La sangre navarra corre por las venas de Chantal Estrade, representante de La Veleta, que hoy se encargará de dar comienzo a las fiestas de San Fermín prendiendo la mecha del Chupinazo. Lanzará el cohete en honor de todos los miembros de la peña, pero en especial de uno de ellos, su abuelo Honorino Arteta. Él formó parte del grupo que instauró la tradición de vestir de blanco y rojo y, por eso, hoy su nieta será la encargada de hacer estallar de júbilo a toda una plaza.

Esta parisina de sangre navarra se asomará al balcón del Ayuntamiento de Pamplona y lanzará al aire embriagado de fiesta el grito “Pamploneses. Pamplonesas. Viva San Fermín. Gora San Fermín”. A no ser que se anime con alguna variante. Pese a que, asegura, en su ciudad estas fiestas no son muy conocidas, debido a su procedencia, ella siente especial interés por los Sanfermines. “Estoy muy nerviosa, aunque a la vez también muy contenta, porque es un momento especial y emocionante”, aseguró a menos de 24 horas para que se prenda la mecha.

La presión que supone lanzar el primer cohete anunciador de las fiestas ante miles de personas congregadas en la plaza y millones asomados a las pantallas de sus televisores no es algo de poco calado. Aun así, Estrade confesó que, tras el ensayo que realizó ayer en la Casa Consistorial, estaba más relajada. “Hemos hablado un poco con los responsables de cómo lo tenemos que hacer y ahora estoy algo más tranquila”, indicó.

Las calles de Pamplona se mostraban ya ayer como el preludio de la masificación que colapsará la ciudad durante los próximos nueve días, pero pese a eso resultaba complicado hacerse una idea de las emociones que abordarán a los lanzadores del Chupinazo al prender la mecha. Superando el miedo de esto y de la responsabilidad que implica este acto, Estrade se mostró bastante resuelta y con ilusión de que llegue el momento. “Estoy convencida de que el Chupinazo va a ser un momento muy fuerte, pero aun así tengo muchas ganas de hacerlo”, apuntó.

Con los pies ya sobre los adoquines pamploneses y con su protagonismo dentro de las fiestas asumido, la ilusión se apodera de ella, pero cuando recibió la noticia de que podría ser la elegida no le fue fácil dar el paso y tardó dos días en decidirse. “Al principio no estaba segura de qué hacer y pensé incluso en decir que no quería tirarlo -reconoció-, pero después me lo pensé mejor y decidí que no podía dejar pasar esta oportunidad”. Fue una decisión que tomó ella sola y solo lo hizo público en su entorno cuando ya lo tuvo claro.

El anuncio le llegó a través de uno de los primos que tiene en Navarra, al que el propio Joseba Asiron se lo había comunicado horas antes. “Fue una gran sorpresa y un honor, porque no es algo que todo el mundo tenga la posibilidad de hacer”, consideró.

Chantal Estrade no fue la única propuesta para tirar el Chupinazo por parte de La Veleta. La única información con la que contaba la Federación de Peñas de Pamplona eran las fotos del pasado. En varias de ellas aparecía Honorino Arteta y, a partir de ahí, se comenzó a indagar hasta llegar a Chantal Estrade. Entre estos nombres también figuraba el de Jesús Aristu, un niño que aparecía en una de ellas sosteniendo una trompeta y que, en al actualidad, es el único miembro de La Veleta que permanece con vida,

Es la primera vez que Chantal Estrade viaja a Navarra y tiene contacto con la parte de su familia que está asentada aquí, pero ya tuvo la oportunidad de conocer los Sanfermines durante su juventud. “Conocía los Sanfermines porque formaba parte de la banda de una peña de Baiona en la que tocaba el txistu y vinimos aquí apara animar la fiesta”. La familia se lleva consigo de una forma u otra, y es que, casualidad o no, su abuelo también era músico en La Veleta.

Estrade no guarda ningún recuerdo de su abuelo en vida, ya que murió cuando ella tenía tan solo tres años, pero las historias que su abuela contaba sobre el despertaron su interés y decidió investigar por su cuenta. “A través de Internet conocí más cosas sobre él y varios libros en los que se le nombraba”, señaló. Algunos de estos textos fueron El escarmiento, de Miguel Sánchez Ostiz, o Los culpables, de Galo Vierge.

Además, en 2007 emprendió su propia investigación a través de un blog, en el que publicó todo lo que conocía sobre él con la intención de poder contactar con alguien que le hubiese conocido. De hecho, fue a través de un mensaje de su primo en esta página como contactó con su familia navarra. También habló con otras personas como Jesús Aristu, o un hombre que coincidió con su abuelo en Catalunya durante el exilio.

Diario de Noticias, 6 de Julio de 2015