Opinión / Iritzia
A Navarra le roba todo dios
Hoy el pueblo navarro sufre en sus carnes la más repugnante marginación, si no contamos entre la mayoría de esta sociedad a los colaboradores del poder conquistador y subordinador. Estamos asistiendo al estallido de un sistema de dominación, profundamente corrupto y expoliador, que tiene su única justificación en la conquista y depredación de la sociedad navarra. El robo de Can, la liquidación del único banco público navarro, pieza básica del sistema hacendístico y del autogobierno navarro, es la gota que desborda el vaso de la indefensión de la sociedad navarra. La ciudadanía navarra yace en el fondo del pozo a la que ha sido arrojada por los conquistadores.
Hoy aquí las crisis económicas y la corrupción son consecuencias directas del conflicto político que es la conquista continuada de Navarra.Vamos a detenernos en la constatación de que nos hallamos ante un conflicto clave cuya causa es política, la permanente conquista, y cuyo conocimiento debe suponer el inicio de la necesaria desconquista. La negación de la existencia de una realidad sociopolítica, por parte de quienes la dominan, es la plasmación del conflicto permanente.
Ante el cada vez mayor desprestigio del llamado Régimen foral de Navarra, a los sedicentes navarristas solo se les llena la boca con la cantinela foral, actitud dirigida en la práctica sobre todo a cantar las maravillas de su Régimen ante los ciudadanos navarros, con razonamientos que pretenden ser políticos cuando en realidad esconden la situación de subordinación perversa de la continua conquista española, camuflándola con un discurso no democrático y esencialista. El Régimen foral, que se apoya en un gigantesco fraude al cual se hallan sometidos los conquistados navarros, consiste en la suplantación de los derechos políticos de esta sociedad por unas sacrosantas e intangibles esencias forales que se hallan fuera de la libre decisión de los ciudadanos. Hay que dejar claro que los impostores son auténticos neofranquistas, que antes eran del Movimiento Nacional fascista del 18 de julio de 1936 y ahora son foraleros disfrazados en los partidos sedicentemente democráticos de UPN y PSN, que en absoluto hicieron la industrialización de Navarra. Por contra, los actuales ocupantes del Palacio de Navarra no tienen nada que ver, ni antes ni ahora, con el pasado progreso de la economía navarra.
La absoluta evidencia de la falsedad de todo el sistema, llamado foral, que no solo no ha evitado sino que ha facilitado el expolio y la indefensión, por lo que a la sociedad navarra le roba todo dios. Todo comienza y continúa con el mutuo acuerdo y complicidad recíproca de España y la Iglesia, para acabar con la existencia de la sociedad navarra. Francia también hizo lo mismo. La caterva de corruptos y fascistas son los colaboradores necesarios de la irracional conquista que continúa. El desamparo en la conculcación de los derechos de las navarras y navarros va desde la religión a la justicia, pasando por las leyes, gobierno, cultura, bienestar, economía, educación o sanidad.
La crisis económica que padecemos los navarros es triple. Primero, la impuesta desde los Estados dominantes USA, Alemania, China, Japón e Inglaterra, a través de sus plazas financieras sobre el conjunto de las plazas financieras nacionales y que provocan la desregulación generalizada: «La unificación de los mercados financieros, alrededor de un cierto número de naciones, detentadoras de la posición dominante, entraña una reducción de la autonomía de los mercados financieros nacionales» (Pierre Bourdieu). Segundo, la de los estados fallidos conquistadores, en crisis política sistémica, España, Francia, Italia, Rusia, Turquía, cuyos regímenes neoabsolutistas y jacobinos suponen una gran rémora económica. Tercero, los estados, con la crisis crónica que supone su condición de conquistados y subordinados, que padecen acumuladas las tres crisis, como Navarra, Catalunya, Flandes y Escocia. A estos el único camino que les queda para liberarse y defenderse de las tres crisis es la desconquista e independencia.
Navarra es una sociedad conquistada, con todas las consecuencias terribles que ello conlleva. La conquista supone para Navarra tres insoportables crisis superpuestas. Hoy en Navarra la permanente conquista es la madre de la corrupción y de las crisis. A la actual crisis económica sujeta a coyunturas globales, se le suma las sistémicas de los dos estados conquistadores, y por último la inherente a la condición de conquistados, que descubre más si cabe la realidad de la continuada conquista de Navarra. La conquista es el mayor mal, la peor lacra que le puede afectar a la humanidad. Con el agravante de que las grandes catástrofes que afectan a las sociedades humanas siempre son temporales, terremotos, tsunamis, sequías, inundaciones, pestes o guerras, pero, por el contrario, la conquista continúa hasta que se produce la desconquista. El sistemático expolio y corrupción económica que padece Navarra desde el ámbito del poder político instaurado, es debido exclusivamente a la situación de nación conquistada. Son los conquistadores actuales los autores de la irracional subordinación e indefensión que sufre la sociedad navarra.
Tomás Urzainqui Mina