Opinión / Iritzia

Navarra tiene cadena por adentro y por afuera…

Orreaga Fundazioa. Desde la conquista por España, Navarra quedó impedida para seguir siendo un Estado propio, desarrollar su propia Constitución y vivir organizada en comunidad según el deseo mayoritario de la misma. Durante este tiempo se nos ha impedido ejercitar el “derecho a decidir”, donde pudiéramos pacíficamente desarrollar nuestros derechos políticos, que durante siglos -en otras circunstancias- lo hicimos formando parte de los estados Europeos. Actualmente, resulta reprobable actuaciones como la de la Delegación del Gobierno en Navarra, en toda la política relativa a la merma de libertades civiles como son la libertad de expresión y manifestación.

Es una falacia -en tiempo mantenida desde Madrid- el que de los Fueros navarros fueran consecuencia de un pacto entre iguales y no como consecuencia de la derrota militar como así fue.

Las cadenas que nos atan a España, no serían posibles si no fuera por la colaboración interna de algunos partidos. Estos haciendo del moderno Conde de Lerín, han gobernado Navarra durante décadas contra los intereses colectivos locales.

Pero la falta de libertad para decidir como Estado navarro impuesta por Madrid, cada vez aparece más vacía de contenido por las crecientes limitaciones internacionales, donde los gobiernos como representantes de la ciudadanía, carecen de competencias para el gobierno y la defensa de lo común.

Po otra parte, la recesión económica ha puesto sobre la mesa cuestiones que con la bonanza no aparecían, aunque existieran. Nos referimos a que estamos gobernados desde España por una Constitución amañada, que al día de hoy no la votaron más del 5% de la ciudadanía estatal. También está la corrupción sistémica que durante cuarenta años nos ha acompañado. Ahora se visualiza más nítidamente el que estamos gobernados por delincuentes foráneos y locales, que solamente busca su enriquecimiento a costa del sufrimiento de los más débiles.
Lo que ocurre en el resto del estado, también ocurre en nuestra Comunidad. Los ejemplos de la desaparición de la CAN, el favoritismo con Osasuna, las políticas de clientelismo de nuestros gobernantes, favoreciendo a la «Cofradía del Hormigón», debieran haber llevado a muchos más políticos navarros a los tribunales, pero como «Navarra es cuestión de Estado», se les ha perdonado desde Madrid.

El desmantelamiento de parte de los servicios sociales y culturales, el paro y el desprecio a las aspiraciones de ciudadanas, donde está el derecho a la información y participación de cuanto ocurre en nuestra comunidad, hace que la rebeldía ciudadana tome cuerpo día a día y se organice para darle vuelta a esta situación insoportable.

Este despertar ciudadano que tímidamente asoma, nos permite pensar que un nuevo tiempo prometedor se acerca… Hemos tocado fondo y esto no puede seguir como hasta ahora. Este nuevo tiempo en nuestra comunidad puede hacer que la voz de los sin voz, a través de otros grupos políticos hasta ahora marginados o inexistentes desplacen del gobierno navarro el régimen corrupto, despilfarrador y despótico que soportamos durante décadas. No pensemos que un cambio de Gobierno significa un cambio automático hacia la igualdad, la solidaridad, la justicia y la transparencia en el gobierno de lo común… pero sería un pequeño paso de cara a la regeneración política y social. Esto requiere un esfuerzo colectivo de gran envergadura, dado cual es el enemigo al que nos enfrentamos.

En el Día de Navarra / Nafarren Eguna, desde Orreaga Fundazioa animamos a la ciudadanía a tomar conciencia del lamentable momento social y político en que nos encontramos y a plantar cara al mismo. También os animamos a que participéis en la “17 edición del Nafarren Eguna”, único acto que realiza la sociedad civil Navarra al margen de los oficiales de las instituciones.

En esta fecha, no podemos olvidar tampoco a antepasados nuestros, que a lo largo de la historia se enfrentaron a la España imperial y pagaron duramente por ello, -algunos con sus vidas- como fue con el Mariscal Pedro de Navarra, la familia de los Jaso o los defensores del Castillo de Amaiur.

Xabier Irisarri Urrutia
Presidente de Orreaga Fundazioa
DNI. 15.530.009 H

Vivir el Derecho del Estado navarro

Tomás Urzainqui Mina. Los Derechos con mayúsculas, los de toda la ciudadanía, que como consecuencia de los avatares que padece esta sociedad de la Navarra entera, se hallan al mismo tiempo ocultados, y, aunque parezca contradictorio, no es fácil encontrar en el mundo una sociedad que, aun suplantada de su Estado propio, tenga tal riqueza jurídica. La variedad y amplitud de las instituciones, o figuras legales del Derecho navarro, alcanza a todas las áreas del conocimiento jurídico. Aunque la sociedad civil, actora de este Derecho, sufre una conquista y aculturación continua, no por ello deja de aplicar sus Derechos, superando las imposiciones de sistemas jurídicos ajenos, pertenecientes a los Estados conquistadores. Así, nos podemos preguntar qué país que no tenga su Estado, tiene un Código Civil propio. Las navarras y los navarros pueden regir todas sus relaciones jurídicas privadas y públicas con arreglo a su Derecho, que sin ningún género de duda corresponde verdaderamente al de la nación propia. Siglos de práctica jurídica, entre vecinos y vecinas, familiares, contratantes, ciudadanos, batzarres, asambleas, Cortes, tribunales, de escribanos, notarios, abogados, jueces o magistrados, y aun después del desmantelamiento del sistema jurídico navarro en 1841, han aplicado el Derecho de esta sociedad. El catedrático de Derecho Civil José Luis Lacruz Berdejo señalaba que “las instituciones de ese Derecho más parecen concebidas por juristas consumados o gente encanecida en el arte de legislar, que por hombres incultos y sin otro conocimiento de la jurisprudencia que el de un innato sentido jurídico y una percepción exquisita e intuitiva de la realidad social a que intentan servir y de los medios más adecuados para ello”. Se trata más bien de una multisecular práxis jurídica en la que los actores del derecho son los miembros de toda una sociedad, profundamente ordenancista y respetuosa con su legalidad.

Los catedráticos de Derecho Civil de la UPV, Javier Hualde y Jacinto Gil, dijeron -antes de que se aprobara la Ley del Derecho Civil de la CAV el año 1993 por el Parlamento de Gasteiz-Vitoria-, tratando de evitar como así sucedió que desgraciadamente fuese demasiado pobre, que según ellos lo mejor era que dicha ley tuviera solo una disposición: “Es de aplicación en todo el territorio de la CAV la Compilación de Derecho Civil de Navarra”, pero ocurrió que mentes nada respetuosas con la unidad y riqueza jurídica de esta sociedad lo impidieron, apostando por lo que resultó con la nueva ley autonómica, una minorizada dialectización y división jurídica impuesta a esta sociedad pero ahora desde dentro.

El Derecho Civil es la manifestación más directa y transcendente de la existencia de cualquier sociedad diferenciada. La constatación objetiva de un sistema jurídico propio, y en particular de su Código Civil, acredita la realidad de la ciudadanía, cuya soberanía se hace así patente. La ley 1 del vigente Código o Compilación del Derecho Civil de Navarra, dice que esta “recoge el vigente Derecho civil del antiguo Reino, conforme a la tradición y a la observación práctica de sus costumbres, fueros y leyes”. Evidentemente esta ley inicial del Código Civil navarro se está refiriendo a toda la sociedad civil actual. Dicha compilación se ciñe a la estructura de un plan sistemático, haciendo más asequible su conocimiento, facilitando la búsqueda y aplicación de las normas vigentes, que hace inoperante la ilegal supletoriedad y aplicación de otros ordenamientos, como el Código Civil español. “El Derecho Civil navarro -según Juan Santamaría Ansa- no subsistiría como tal Derecho armónico y sistemático, si se quisiera reducirlo a instituciones determinadas que suelen citarse como esencias diferenciales, y que habrían de decaer irremediablemente una vez separadas del tronco jurídico de quien nacieron”.

La codificación se convirtió de una posibilidad compiladora en una apremiante necesidad para la sociedad navarra, ante la presión de los Códigos español y francés, que pretenden asimilarla en sus respectivos sistemas jurídicos, lo que traía la vulneración del Derecho navarro, tanto el civil como el público, y su no integración propia del Derecho común europeo. La codificación civil además consiste en la tarea de reunir las leyes de la sociedad, por cada institución de su Derecho privado positivo, en un todo sistemático. Otra ventaja general de las codificaciones se halla en la existencia de un código para cada rama jurídica, en nuestro caso del Derecho navarro en su plenitud (constitucional, civil, administrativo, fiscal, mercantil, penal, enjuiciamiento, etcétera) alcanzando unidad legislativa, época, orden lógico, ciñéndose a la estructura de un plan sistemático y armónico, haciendo más asequible su conocimiento, teniendo la condición de norma completa, facilitando la búsqueda y aplicación de las normas vigentes, que hace inoperante la amenazante e intrusa supletoriedad de otros ordenamientos como el Código civil español o el francés.

Al explicar la singularidad del Derecho de la sociedad navarra, Francisco Salinas Quijada, dice que: “Se trata, pues, de un ordenamiento jurídico, de un derecho normativo que responde a una realidad jurídica vivida, inmersa en la constitución social y económica del pueblo que creó y vive esas instituciones integrantes de un sistema jurídico”, todas convergentes hacia una finalidad social, de su mantenimiento en la constitución soberana de la ciudadanía navarra y la pervivencia de las normas en la vida de la sociedad civil. El Derecho navarro radica en una concepción de soberanía y libertad civil.