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Gamazada, cuando Nafarroa entera resistió a su propio 155

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En 1893, Nafarroa vivió un conato de retirada de su principal competencia por parte de Madrid, que recuerda mucho a este 155 que planea sobre el horizonte catalán. El ministro Gamazo tuvo que dar su brazo a torcer tras unas movilizaciones que acabaron reconfigurando el nacionalismo vasco.

Cuando a Nafarroa se le aplicó el 155, claro está, el 155 no se llamaba 155. Aunque por supuesto había una Constitución vigente y todas las medidas –o eso decían en Madrid– eran absolutamente legales. Corría 1893 y la constitución de turno era la de 1876, que pasa por ser la más longeva de la historia, pues duró hasta 1923, cuando Primo de Rivera le dio matarile. Duró 47 años con importantes reformas, entre otras cosas para achicar las dimensiones del Estado, pues en el entretanto Cuba y Filipinas pasaron a ser independientes.

El fondo del 155 pasa por ser el convencimiento de que las instituciones propias de los distintos territorios son una gracia que les concede Madrid y que por tanto se pueden revertir cuando se quiera. Es un pensamiento de metrópoli. En el caso navarro, quien aplicó el 155 fue el ministro de Hacienda Germán Gamazo. De un plumazo, se ventiló la piedra angular de la autonomía navarra que había sobrevivido al abrazo de Bergara: su Hacienda propia. Y los navarros se echaron a la calle.

La liebre saltó en el periódico “La lealtad navarra” el jueves 11 de mayo de 1893. La Diputación pidió explicaciones al ministro Gamazo, que le confirmó su decisión. La indignación cundió en el pueblo llano y respondieron los ayuntamientos, encabezados por el de Iruñea, cuyo alcalde, Alberto Larrondo, elaboró un texto al que fueron sumándose Tutera, Lizarra, Tafalla, Zangoza… Todo ello con el objetivo de que cristalizara una gran manifestación el 4 de junio. Justo tres días antes, de madrugada, José López de Zabalegi y otros cinco se echaron al monte tras requisar carabinas en Obanos. La anécdota sirvió de excusa a Madrid para prohibir la manifestación. Sin embargo, los navarros no hicieron caso al veto y el día fijado salieron en Iruñea 17.000 personas, una multitud para la época. Se dijo de la marcha que no tuvo signo político, que salieron todos a una, desobedeciendo juntos. Según el censo de 1900, había 307.669 navarros e Iruñea tenía 28.886 habitantes. Emilio Majuelo la califica como la primera «concentración de masas» de Nafarroa. El historiador subraya la precariedad del transporte en la época y añade un detalle clave: solo salieron a la calle hombres, pues la mujer no participaba entonces en movilizaciones políticas.

Pese a este corsé machista de la época, sí que hay constancia de las navarras que plantaron cara a ese intento de 155. El 28 de agosto de 1893 se publicó “El libro de honor de los navarros”, donde se recogen los 120.000 nombres de todos los hombres y todas las mujeres mayores de 24 años que firmaron contra las pretensiones del ministro. Muchos de esos tomos, de cuidada edición y enorme formato, perviven hoy cubiertos de polvo en bibliotecas municipales.

La tensión fue tal que se extendió por otros herrialdes al ver en riesgo sus fueros. Hubo disturbios en Gasteiz en agosto, con un muerto. El Orfeón Pamplonés fue invitado a Gernika por los nacionalistas vizcaínos el día de San Roque. Allí se gritó «¡Muera España!» y se prendió a una bandera española. Al poco, habría muertos en Donostia.

Todo se estiró hasta febrero, cuando los diputados navarros fueron a Madrid, se negaron a dar su brazo a torcer y fueron recibidos como héroes al bajar del tren. El recibimiento caló hondo en Sabino Arana, presente aquel día. Al final, el general Martínez Campos desaconsejó el envío de militares cuando se lo preguntó la regente, María Cristina. En definitiva: Madrid había cedido.

El éxito se conmemoró en Iruñea levantando el Monumento a los Fueros en el paseo Sarasate mientras la mayoría de las localidades navarras cambiaron el nombre de su plaza central, sustituyendo Plaza de la Constitución por Plaza de los Fueros. Todo encumbró a los líderes ideológicos de la revuelta. Hermilio de Olóriz, autor de “La Cuestión Foral”, acabaría recibiendo el encargo de diseñar una bandera para Nafarroa, que hoy es oficial. En paralelo, los hermanos Arana –desplazados a la capital navarra– hicieron el boceto de la ikurriña en las mesas del Café Iruña. Aquel intento de 155 cambiaba el nacionalismo vasco para siempre.

Gara, Aritz Intxusta


Una grúa medieval para el parque Enneco

A. Garmendia_grua_enneco

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“Es un proyecto ilusionante”, destaca Anjelmari Garmendia, un etxarriarra que ha construido la grúa con la que se levantará la torre medieval del parque Enneco, haritzaren memoria. Un centro de interpretación de la historia silenciada del Reino de Navarra que poco a poco va cogiendo forma en un robledal de Etxarri Aranatz a través de un gran auzolan. Han sido horas y horas de estudio y sobre todo de trabajo con manos expertas para reproducir una caja de ardilla, un artilugio con una rueda de 3 metros de altura en la que caben dos personas que a fuerza de caminar en su interior consiguen levantar diez veces su peso, explica Garmendia. Así, dos personas de 75 kilogramos pueden alzar piedras de 1,5 toneladas.

Este etxarriarra de 66 años que vive en Zumarraga es una de esas personas que no sabe estar quieta. Recién jubilado, comenzó hace año y medio a participar en los auzolanes que se organizan en el parque. Además, se presentó voluntario para construir la grúa. Para su diseño se ha basado en unos dibujos y en una maqueta que había en el proyecto del parque, una réplica de las que se utilizan en el castillo de Guédelon, una construcción medieval que se está llevando a cabo en Treigny, Francia. Anjelmari Garmendia solo sabe de este castillo de Borgoña de oídas. Y es que se resiste a las nuevas tecnologías. Lo cierto es que no tiene ordenador ni tampoco televisión. La lectura es una de sus aficiones, sobre todo de temas de historia y cultura vasca. Por ello, el proyecto promovido por la fundación Nafarroa Bizirik le ha entusiasmado. “Es la historia que no nos han contado”, incide este electricista de profesión y chico para todo, no en vano construyó el caserío donde vive. “Me gusta hacer cosas”, confiesa.

Una vez realizados unos planos y con el visto bueno del arquitecto del proyecto, Iñaki Erdozia, se puso a la tarea. Comenzó en febrero, cuando llevó la madera de abeto a su caserío para que se secara unos meses. Su construcción le llevó en torno a mes y medio, él solo, “a gusto”, como apunta. Para su montaje contó con la ayuda de dos hermanos y un sobrino. La grúa esta compuesta de diferentes piezas. Por un lado, está la base y dos trípodes, que hacen de soporte, y la rueda principal, así como un mecanismo que sirve para recoger la cuerda que va a la polea. “Hay que andar con cuidado, ya que con el peso la rueda coge inercia y al dar un paso pide otro. Si no se controla, comienzas a correr”, apunta. No obstante, cuenta con un freno de seguridad que está detrás y que lo debe activar otra persona.

Esta grúa medieval pretende ser un atractivo más de este parque, un espacio de conocimiento de la historia e identidad del viejo reino, desde que aquellos vascones se dotaron en el siglo IX de un instrumento político e institucional para hacer frente al de fuera, con Enneco Haritza al frente, hasta la desaparición de Navarra como reino independiente en 1522. Al igual que en el castillo de Borgoña, que recibe en torno a 300.000 visitantes al año, se utilizarán técnicas y materiales del siglo XIII. En Etxarri el proyecto es más modesto, la reproducción de un palacio propiedad de la pequeña nobleza navarra, construcción que se extendió a lo largo y ancho de Navarra en los siglos XIII y XVI y que el Cardenal Cisneros dio orden de derribar.

VISITAS
El parque abrió sus puertas al público este verano para dar a conocer y difundir el proyecto, con más de 600 visitantes en julio y agosto. “Desde la fundación nos hemos quedado muy satisfechos con la respuesta del público”, apunta Amaia Zabala, responsable de comunicación del parque. Asimismo, durante ese verano se ha construido el refugio para la zona de esparcimiento, que se completará más adelante con diferentes juegos y actividades como tirolinas, tiro con arco y carboneras para que puedan descubrir cómo se elaboraba el carbón que alimentaban las fraguas.

En el proyecto también se contempla la construcción de un edificio central así como diferentes pabellones temáticos en torno a la mujer, euskera, paleolítico, folklore y costumbres. Por otro lado, hay diseñado un castro vascón y un edificio de usos múltiples, que acogerá exposiciones temporales y fijas de artistas navarros que cedan sus obras y además será lugar de conferencias y de encuentro de historiadores y profesores.

Pero este ambicioso trabajo no tiene fecha de ejecución. Y es que las aportaciones económicas de empresas, instituciones y sobre todo de particulares, Enneco Lagunak, son la otra clave de su desarrollo. Al respecto, desde la fundación destacan que el parque cuenta con la calificación de interés social y, como proyecto Mecna, goza de beneficios fiscales.

El parque se encuentra en un hermoso robledal de unos 60.000 metros cuadrados situado en el paraje de Danbolintxulo, cerca del camping, y está cedido por el Ayuntamiento de Etxarri para 35 años. Por ello, además de ser un lugar para la historia, Enneco también ofrece la posibilidad de disfrutar de la naturaleza en un entorno privilegiado, entre las sierras de Aralar y Urbasa, con un recorrido naturalístico.

Diario de Noticias, 16 de Octubre de 2017