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Beotibar, un choque armado por un robo de ganado que terminó elevado a batalla geopolítica

Xabier Irujo

Varias conferencias impulsadas por Xabier Irujo y Larraitz Ariznabarreta, dos libros, un CD y una exposición itinerante buscan desmontar la leyenda que envuelve a lo sucedido en setiembre de 1321 en Beotibar, un choque de armas por un robo de ganado que terminó elevado a batalla geopolítica.

Xabier Irujo y Larraitz Ariznabarreta han descubierto hasta un total de «13 mentiras» que han terminado convirtiendo un choque armado por un robo de ganado en la denominada batalla de Beotibar. Un enfrentamiento del que en setiembre se cumplen 700 años.

A través de la iniciativa ‘Beotibar. 700 urte geroago’, los citados historiadores buscan hacer frente a las crónicas sobre ese suceso, escritas a partir del siglo XVI y que «desvirtuaron los hechos hasta convertirlos en leyenda por los cronistas al servicio de la monarquía de Castilla e historiadores con intereses personales en dicha corte», ha señalado Irujo.

El historiador considera fundamental «sacar a la luz lo ocurrido en Beotibar porque este hecho ha tenido en la historia de Navarra y de Gipuzkoa un gran impacto, tanto historiográficamente como literaria y culturalmente, incluso folclóricamente también. Fundamentalmente en la cultura producida en euskara. En la larga historia del pueblo vasco, no todos los sucesos cobran semejante eco».

Fruto del trabajo que han realizado, Irujo y Ariznabarreta  han detectado hasta «13 mentiras o yerros fundamentales difundidos a lo largo de los siglos sobre este hecho histórico con indicación de su origen y evolución posterior». Errores que salpican las crónicas de Zaldibia, Mariana, Zurita, Garibay y Henao, entre otros, han detallado.


Ilustración sobre el robo que dio origen al choque armado.

Irujo explica que la conquista castellana de las actuales Araba y Gipuzkoa en 1200 supuso crear «una frontera artificial con Navarra que generó una lucrativa actividad criminal protagonizada por bandas de bandoleros que operaban en la zona». En ese contexto se produjo el robo de una piara de 600 cerdos en Aralar que desencadenó el choque armado.

Según señala, «se ha escrito que aquella fue una batalla que enfrentó a guipuzcoanos contra navarros o incluso a franceses y guipuzcoanos. No es verdad, ya que entre los ladrones de caminos de la época había tanto guipuzcoanos como navarros, incluso en el grupo de cuatreros de Gil López de Oñaz, todo lo cual está documentado». De hecho, «buena parte de los ladrones eran navarros. Según consta en la documentación de archivo, el 50% aritmético eran navarros y el otro 50 guipuzcoanos», detalla.

«La pequeña Termópilas vasca»

En el caso de este robo, desde Nafarroa se formó una fuerza para intentar recuperar lo sustraído. Según la crónica de Zaldibia, ese contingente estaba formado por nada menos que por 60.000 hombres, cifra que Irujo califica de «exageración grave, del todo fuera de lugar». Y frente a ese gran ejército, «sitúa a 800 guipuzcoanos. El cronista prácticamente convierte el enfrentamiento en una pequeña Termópilas vasca. Pero algo así no era posible, porque Navarra entera no tenía 60.000 hombres en esa época».

¿Por qué da semejante cifra Zaldibia? La explicación, señala Irujo, es que quería convertir ese enfrentamiento por un robo en «un hecho político, geoestratégico y lo presenta como que las tropas de Gipuzkoa hacen frente a los franceses. Y lo dice basándose en que entonces el gobernador de Navarra era de origen francés, aunque en realidad actuaba como un navarro más». De esta manera «presenta lo ocurrido como una guerra de liberación de Gipuzkoa respecto a Navarra para que tome su lugar en Castilla».

El historiador hasta llega a disculpar las exageraciones de Zaldibia en su afán por ensalzar a las familias nobles guipuzcoanas del siglo XVI, cuando escribió su texto, «pero lo grave es que la historiografía contemporánea sigue haciéndose eco de estas inexactitudes. En 2011, hace tan poco tiempo, se publicaron libros que siguen repitiendo esas cosas».


Itinerario seguido por los autores del robo y sus perseguidores.

Frente a la versión de una batalla en toda regla entre «navarros y guipuzcoanos, entre Navarra y Castilla», Irujo y Ariznabarreta reducen los efectivos navarros a 500 y destacan la peculiaridad de lo sucedido en septiembre de 1321. «Cuando hay un encuentro armado en esta época, eran los forajidos lo que se llevaban la peor parte. La diferencia en este caso es que los bandoleros consiguen emboscar a la vanguardia de esa fuerza y matan a alrededor de 30 hombres, incluido el merino López de Urrotz. Aparte de esa circunstancia, es uno más de las decenas de encuentros armados entre esas bandas y la Policía del momento del Reino de Navarra».

Amplia difusión

Para dar a conocer su revisión de lo sucedido en Beotibar, se celebrarán varias conferencias, se publicarán dos libros e incluso un CD, y se podrá visitar una exposición itinerante.

Las primeras charlas comenzarán mañana día 27 en Tolosa y continuarán el 5 de agosto en Berastegi, el 13 de agosto en Larraun y posteriormente en Leitza y Getaria.

Ya en setiembre se celebrará un congreso sobre cómo los acontecimientos históricos se literaturizan y se llegan a convertir en leyenda. Tendrá lugar del 14 al 19 de ese mes y se realizará online, vía Zoom, en euskara e inglés.

En lo que respecta a los libros, el primero se titula ‘Beotibar. 700 urte geroago’, editado por la Editorial Vasca Ekin de Buenos Aires y escrito por ambos historiadores a petición del Consistorio de Larraun. El segundo será publicado en inglés y también estará firmado por Irujo y Ariznabarreta. Ambas obras se podrán adquirir por Amazon.

Además, en agosto verá la luz el CD ‘Beotibar. 700 urte geroago’, grabado por el grupo de Larraun Beltxaran Bikotea a partir de la melodías creadas por Irujo y su hijo Xabier.

Y también se difundirá esta revisión de lo sucedido en Beotibar a través de una exposición itinerante ilustrada por Guillermo Zubiaga, dibujante vasco radicado en Nueva York, y diseñada por Xabier Isasi. La muestra con las imágenes de Zubiaga  se ofrecerá a las instituciones, centros culturales e incluso particulares que lo soliciten para instalarla.

Naiz


 

Las fronteras del euskera hace 2000 años

Bandera Navarra - Euskera

¿Se habló algún tipo de lengua vasca en Soria hace 2000 años? ¿Y en Aquitania o cerca de Andorra? Investigadores analizarán en un curso de verano la UPV el área de extensión lingüística en la antigüedad

Julio César, en sus comentarios a la Guerra de las Galias, en el año 50 antes de Cristo, ya hacía una distinción principal al hablar de los pueblos del norte de los Pirineos: «Toda la Galia se encuentra dividida en tres partes: una de estas la habitan los belgas, otra los aquitanos, la tercera los que se llaman celtas en su lengua y, en la nuestra, galos. Todos estos se diferencian entre sí por la lengua, costumbres y leyes. El río Garona separa a los galos de los aquitanos». El historiador griego Estrabon también incidía en esta diferencia: «Los aquitanos son completamente diferentes no solo lingüística sino corporalmente».

Parece claro que en el primer siglo de nuestra era había un pueblo diferenciado, con una lengua propia, en Aquitania. Una zona en la que se han encontrado numerosas inscripciones, en muchas de las cuales hay nombres perfectamente reconocibles en euskera antiguo.

«En Aquitania se hablaban unas lenguas de tipo vasco, protoeuskericas, que los especialistas lo llaman el aquitano, en las que aparecen claramente nombres que hoy en día nosotros, desde el euskera, los entendemos. Se han encontrado palabras como cis(s)on (gizon), andere, nescato, sahar (zahar)… Todo nos indica que en aquella época había algunos pueblos que hablaban una lengua que tenía ciertas características del euskera actual», explica Anton Erkoreka, director del Museo Vasco de Historia de la Medicina de la UPV/EHU. Erkoreka tiene también otra gran pasión: la etnografía. Ha participado desde su fundación por Joxemiel Barandiaran en 1973, en los grupos Etniker Euskalerria y es miembro del Comité Interregional del Atlas Etnográfico de Vasconia desde su creación en 1987.

Junto a Angel Bidaurrazaga, Aitor Anduaga y Mikel Erkoreka han organizado un Curso de Verano de la UPV que hoy y mañana reunirá a diversos investigadores que, desde los campos de la arqueología, la historia y la lingüística, han realizado notables descubrimientos en el ámbito de la extensión geográfica y cultural del euskera. «Últimamente se han hecho bastantes avances, y nos pareció interesante ver qué pasaba hace 2.000 y 1.000 años en el entorno de lo que ha sido la Vasconia histórica, la parte norte de los Pirineos y la sur, llegando incluso a La Rioja y el norte de Burgos. Ese es el objetivo de este curso, en el que participará un grupo de nueve investigadores», explica Erkoreka.

«La aparición de palabras vasconas en estelas romanas en áreas extensas de la antigua Vasconia, su relación con el latín y las lenguas celtibéricas, la toponimia, la etnografía, la cultura y la mitología vasca, son todos ellos temas que queremos exponer al público interesado en nuestros orígenes. Han sido motivo de controversia en estos últimos años distintas interpretaciones de restos arqueológicos, pero han ayudado a profundizar más en el conocimiento de las raíces de nuestro idioma«, expone. Entre los ponentes estará Joaquín Gorrochategui, catedrático de Lingüística de UPV, que formó parte también en la comisión foral que concluyó que las inscripciones en euskera de Iruña Veleia eran falsas. En las jornadas también participará Juan Karlos Lopez-Mugartza, profesor titular de Filología Vasca de la UPNA-NUP, que abordará el tema del euskera en la vertiente sur del Pirineo: de Ansó a Andorra.

Tierras altas de Soria
Eduardo Alfaro, doctor en Arqueología, especialista en pequeñas urbes romanas en el norte de Soria, también participará en estos encuentros, donde explicará todas las novedades de las estelas funerarias que se han encontrado en las Tierras Altas de Soria del siglo I y II después de Cristo con onomástica vascona. En tierras sorianas han aparecido 39 estelas con inscripciones de la época romana, algunas de las cuales son de una cronología más avanzada. «Las que son de onomástica vascona son del siglo I y II. De momento, tenemos una docena de nombres que apuntan al mundo vascón», explica a este periódico este arqueólogo soriano, que ha invertido años de investigación en el yacimiento arqueológico de Los Casares y otros ubicados en Tierras Altas.

«Lo verdaderamente singular es que estos documentos pétreos ya de época romana vinculan a las personas por los que fueron erigidos con nombres de origen vascón. Hace dos décadas, el lingüista Joaquín Gorrochategui nos comentó en Salamanca que una de las lápidas tenía un nombre indígena que no era céltico como era de esperar. Era la que hacía referencia a un Antestius Sesenco que debió vivir entre los siglos I o II después de Cristo. Sesenco es una voz que remite al vocablo zezenko que, en euskera, significa torito. Un vocablo transparente en vasco, un nombre que, en su sonoridad, tiene poco que ver con lo celtíbero», mantiene el arqueólogo.

Además de Sesenco, en otras estelas aparecen nombres como Oandissen, derivado posiblemente de oihandi (selva), Oandissen, Onse y su masculino Onso, Buganson, Haurce, Belscon, Agirsen, Arancis, Lesuridantar, Arancis, donde se puede reconocer el componente aran (ciruelo silvestre, espino)… que trabajos sucesivos han vinculado cada vez con más firmeza al valle del Ebro, incidiendo en su más clara relación con un vasco antiguo, protovasco o vasco-aquitano.

Sacados a la luz estos vestigios, la pregunta es: ¿qué hacían estos vascos a orillas del Ebro? «Desde un punto de vista arqueológico es evidente que es un grupo humano que vivía allí; hay estelas de hombres y mujeres de todas las edades y condiciones. Una de las hipótesis más plausibles en este sentido viene de pensar en la riqueza básica de la sierra, un territorio de alta montaña cuyo potencial económico son los pastos de verano», precisa el arqueólogo soriano.

 

Toponimias
También se van a abordar las toponimias vascas que hay desde Huesca, incluso en el norte de Lérida, que llega hasta Andorra y que también remiten a un euskera antiguo. El profesor de la UPV Julen Manterola hablará, asimismo, sobre las características lingüísticas de la toponimia vasca de Araba, Burgos y Rioja y de qué nos dicen sobre su antigüedad.

Los Cursos de Verano culminarán con una mesa redonda sobre Cultura y sociedad en Vasconia, Pirineos y Aquitania: euskera, etnografía y mitologia, en la que participarán el profesor y miembro de Euskaltzaindia Xarles Videgain, la profesora Naiara Ardanaz-Iñarga, del Atlas etnográfico de Vasconia, y Anton Erkoreka.

«Hemos conseguido unos ponentes muy interesantes que analizarán las lenguas que se hablaban de tipo vasco fuera de los territorios que consideramos como Vasconia, que son los que hoy en día se habla en euskera, que es la Comunidad foral de Navarra, País Vasco e Iparralde. Pero fuera de este territorio, hace 2.000 o 1.000 años se ha hablado también un tipo de lengua que tiene que ver con el euskera actual. El euskera no es la misma lengua que hablaban estos pueblos, por supuesto, sería muy distinto, pero tiene elementos comunes que hoy en día identificamos. Pero aquellos pueblos de Aquitania o Vasconia que hablaban aquellas lenguas de tipo vasco son las que podríamos considerar algunos de nuestros antepasados», finaliza Anton Erkoreka.

Diario de Noticias, 15.06.2021