Aurrera Lingua Navarrorum

Yo amo el Euskera

Normalizar el Euskera partiendo desde la realidad sociolingüística -actual- de Euskal Herria

Un poco de Historia

“Como se retrataba al final de la brillante cinta irlandesa “keneecap”, cada cuarenta días muere una lengua indígena en el mundo, en pro siempre, de que grandes lenguas como el castellano, el inglés, el árabe, el francés o el portugués sigan ganado terreno. En nuestras manos está, que esto nunca llegue a suceder a la “lingua navarrorum».

Pues bien, la situación geográfica de la Ribera navarra también le otorga la peculiaridad de ser zona de “muga”, lo que ha provocado que en esta zona del país distintas lenguas se encontrasen en contacto a lo largo de la Historia. Es bien conocido, que las fronteras culturales no siempre, por no decir nunca, se han correspondido con las fronteras políticas, de hecho y si nos vamos al Norte de el país, la lengua gascona ha convivido con el euskera según lo atestiguan los archivos, al menos, en catorce municipios del País Vasco Norte, ergo en las zonas de transición lingüística este tipo de hechos son bastante comunes y se encajan dentro de la normalidad de la sociolingüística.

Una vez dicho esto, es innegable que fue a partir de la conquista castellana de Bizkaia, Gipuzkoa y Araba entre los siglos XII y XIII y con la definitiva conquista castellano-aragonesa de Nafarroa en 1521, donde el euskera se enfrentó al gran reto de la supervivencia, al pasar estos territorios del antiguo Reino Navarro, a ser administrados por una potencia extranjera que contaba con otra lengua y administraciones. Sea como fuere, existen los matices, ya que la regresión del euskera no ha sido ni igual, ni pareja en el tiempo, en las distintas partes del derrotado Estado Navarro, que tampoco, han atendido a las mismas causas; conviene destacar el caso de Araba, donde tras la derrota de la sublevación carlista (1876) y la posterior abolición de los Fueros, se produjo un periodo de depresión social que supuso el abandono progresivo del euskara en una gran parte de la provincia. Por su parte en Tierra Estella y según el investigador Gorka Lekaroz, fue a partir del siglo XVIII por diferentes motivos por los que se comienza a perder el euskera en esta zona, algunos de esos factores serían los siguientes:

– Ruralización del euskera a lo largo de la Edad Moderna. Valoración decreciente entre la nobleza y grupos sociales urabanos

– Cambio en la actitud del funcionariado eclesiástico y civil, que actúa en beneficio de sus intereses económicos a partir del siglo XVIII.

-Cambio en la actitud de parte del clero, que pone sus intereses personales por encima de la comprensión de los fieles. Cumplimiento cada vez menor del precepto de evangelizar en la lengua de cada cual.

– Impacto creciente de la enseñanza, monolingüe, cada vez más generalizada e integral, y no pocas veces coercitiva.

– Relación cada vez más frecuente y dependiente con gentes de habla castellana en zonas de contacto.

-Pérdida progresiva del prestigio de la lengua entre sus propios hablantes. Más virulenta en zonas monolingües que en bilingües

Que duda cabe, que el franquismo homogenizador o la ola migratoria de españoles y gallegos que promovió el nacional-catolicismo, principalmente, en algunas zonas de Bizkaia y Gipuzkoa, supondría otro factor importante para comprender el retroceso del euskera en algunas zonas del país. Por su parte, podemos aseverar que en Iparralde, fue la “Revolución Francesa” el hecho histórico más agresivo para el pueblo vasconavarro del otro lado de los Pirineos, debido a que a partir de ese hecho histórico, dio comienzo una limpieza étnica y cultural que ha mantenido el Estado francés hasta nuestros días y qué, tiene por fin, eliminar cualquier conato de “vasquidad” afrancesando a toda la población que vive en Iparralde. Con ese objetivo, han utilizado de manera recurrente la migración de colonos franceses.

Como se puede imaginar el lector o lectora, tendríamos casos como para escribir un libro sobre el fenómeno del retroceso del euskera en los diferentes herrialdes y comarcas del país o, sobre el por qué, del mantenimiento del mismo de manera mayoritaria en otras zonas de Euskal Herria. Por ese mismo motivo, he decido utilizar un conjunto de ejemplos significativos, enfocados en el retroceso o la pérdida, para ilustrar la diversidad que encierran estos procesos y su compleja relación a la hora de hablar de normalización lingüística desde un punto de vista genérico. Lo que me lleva a relatar, fruto de esa dificultad, la necesidad de utilizar diferentes «gafas de ver» para abordar el «melonazo» que representa la normalización lingüística en este siglo.

De los hechos históricos a la realidad actual

Lo que pretendo con esta breve introducción, es plantear desde la táctica y la estrategia el mantenimiento del euskera como única lengua vehícular en los «arnasgune», al mismo tiempo, que promovemos en otras zonas del país, la recuperación o el crecimiento del euskera, eso sí, siendo conscientes de los múltiples procesos demográficos, políticos e históricos que han conllevado la pérdida del euskera en algunos territorios de la actual Euskal Herria o su progresiva residualización como elemento de una cultura minorizada. En la actualidad y afortunadamente, existen territorios donde el euskera sigue siendo una lengua hegemónica y muy viva u otros, donde tras el trabajo de años de lucha y reivindicación, la lingua navarrorum ha conseguido conquistar terreno al castellano y digo al castellano, porque desgraciadamente en las últimos años en Iparralde estamos viviendo una reducción de los y las hablantes de euskera; en 2016 el 20,5 % de la población era vascoparlante, mientras que en el año1996, ese porcentaje ascendía al 26,4 % de la población.

Si miramos ahora a Hegoalde, las cosas están de la siguiente manera:

En lugares como Nafarroa, contamos con más personas de origen migrante que con hablantes de euskera, ya que los primeros representan el 20% de la población y el número de hablantes de euskera en la comunidad foral, según Nastat, se sitúa en torno al 15,1%. A este 20% de personas migrantes, sin apenas conocimiento de la lingua navarrorum (pese a contadas excepciones que existen en el norte de la Comunidad Foral), hay que sumar todas aquellas personas de origen autóctono o inmigrantes españoles, gallegos o catalanes, que por diferentes motivos no han podido o querido aprender euskera. El gran problema, en todos estos grupos de no hablantes de euskera, está, principalmente, en la negativa de muchos de estos individuos a querer aprender una lengua que está vinculada históricamente al territorio en el que viven. Ahora bien, no debemos confundir aprender una lengua con integrarse en una cultura; el caso del Estado fallido francés es un claro ejemplo de que el aprendizaje de una lengua no va unido intrínsecamente a la integración en una cultura.

Pero… no sería justo echar toda la culpa del futuro del euskera al copioso número de personas migrantes que no quieren aprender el idioma o matricular a sus hijos, en el caso de Nafarroa, en el modelo D. A decir verdad, en Nafarroa contamos históricamente con todos aquellos autóctonos que nunca han querido aprender el euskera de manera consciente y por motivos políticos, es con estos, sin lugar a dudas, con los que mayor pedagogía tenemos que hacer indicándoles que el euskera es una elemento principal de su identidad y que, la preservación del mismo, es una obligación de todos y todas las navarras, independientemente, de las preferencias políticas de cada uno/a. De hecho y por mucho que les duela reconocerlo a muchos «navarrísimos» de UPN, no hay nada más navarro que el euskera. Si bien he mencionado que no sería justo señalar a las personas migrantes como los principales causantes del difícil futuro que tiene por delante el euskera en este siglo XXI, tampoco es lícito tirar de buenismo y utilizar a un puñado de excepciones de personas migrantes que han aprendido euskera, mayoritariamente, consecuencia de vivir en bastiones euskaldunes, para trasladar a la sociedad un espejismo tramposo que nos intenta hacer creer que son muchas las personas migrantes que aprenden euskera, nada más lejos de la realidad.

Si nos referimos a la CAV, la situación está mejor que en Nafarroa, según datos del eustat de 2021, Gipuzkoa se mantiene como el territorio con un mayor porcentaje de población euskaldun con un 57,5%, lo que significa un aumento de 4,3 puntos porcentuales respecto a 2011; seguidamente nos encontramos con Bizkaia, con un 37,9% de euskaldunes y un aumento de 6,7 puntos porcentuales, Araba por su parte y en último lugar, cuenta con un 31,0% de hablantes de euskera y un crecimiento de 7,1 puntos, el cual se sitúa como el crecimiento más notable en los últimos 10 años de la serie analizada.

Es cierto, que estos datos conviene cogerlos con pinzas si tenemos en cuenta la situación por la que atraviesa la escuela pública de la CAV, a lo que hay que sumar, el exponencial aumento de recién nacidos en nuestra sociedad con una cultura familiar exógena: el 25,26% de los niños/as nacidas en la Comunidad Autónoma Vasca cuentan con nacionalidad extranjera. A estos datos habría que añadir, aquellos neonatos que cuentan con nacionalidad española, pero son de origen extranjero, ya sea este origen de otras partes del Estado español o de fuera del mismo. Cuando me refiero a la mala situación que atraviesa la escuela pública de la CAV, en cuanto a la correcta alfabetización de los y las más jóvenes en euskera, lo hago a sabiendas de que son muchos los centros educativos con un gran porcentaje de alumnos de origen extranjero en los cuales es imposible para muchos docentes llevar a cabo un plan educativo en euskera -lo que perjudica a los y las alumnas euskaldunes-, si a esta situación disfuncional, le sumamos la llegada de menores migrantes sin conocimientos de euskera y, en muchas ocasiones, ni de castellano, a inicios o mediados de curso, pues…la situación se torna en dramática; si a esto le añadimos que muchos de estos chavales y chavalas apenas están alfabetizados pues el desaguisado educativo adquiere cuotas colosales.

La situación de la CAV nos demuestra, que el principal problema que atraviesa el sistema educativo navarro no es, como nos quieren hacer creer en Nafarroa Sortzen o SOS Racismo, que el modelo D apenas cuente con menores migrantes y que esta situación fomente el “racismo” y los guetos educativos, sino que por el contrario, el inconveniente troncal de toda esta problemática tiene que ver con la masividad migratoria -imposible de absorber- y la concentración copiosa de población migrante en barrios concretos. Lo que lleva ineludiblemente a la guetificación de los centros y perjudica, enormemente, la difusión del euskera y de la cultura vasconavarra. Hay que tener en cuenta que solo en el año 2023 la inmigración creció casi en un 9% en la Comunidad Foral, representando a un 17,91% del total de la población que vivía en Nafarroa, porcentaje, a propósito, que no deja de aumenta situándose en este año 2025 sobre el 20%.

Del contexto sociolingüístico presente a las posibles propuestas y soluciones desde una óptica institucional

Ante esta coyuntura de emergencia migratoria son necesarias unas cuotas que garanticen la no guetización de los centros educativos y es que, urge un plan educativo, pero también social, que aborde de frente una masividad migratoria que pone en riesgo la supervivencia del pueblo vasconavarro; porque si migrar es un derecho, existen dos derechos anteriores e ineludibles, la posibilidad de no migrar y desarrollar tu vida con dignidad en tu tierra y el derecho inalienable de todo pueblo a existir. Las cuotas que planteo son: un 80% población autóctona, 20% población de origen migrante o como límite y en casos excepcionales, un 70% de población autóctona y un 20% población de origen extranjero.

Desgraciadamente el problema educativo e integrativo del sistema educativo navarro va más allá del modelo D y de la zonificación educativa que sufre la Comunidad Foral y es que, en muchos pueblos de la Ribera navarra esos porcentajes se quedan “en agua de borrajas”, debido a que en múltiples centros educativos riberos la población de origen migrante supera con creces a los alumnos de origen autóctono. Esta anomalía sociológica, lleva de facto a la construcción de sociedades paralelas con unos usos y costumbres culturales diametralmente opuestos a los navarros, por lo que la pregunta que deberíamos realizarnos tanto para la CAV como para Nafarroa sería la siguiente: ¿Cómo hacemos para salvar el euskera y la cultura vasconavarra en un mundo cada vez más globalizado, segmentado y polarizado?

El hecho es que necesitamos del Euskera como eje vertebrador de la cultura vasconavarra. Con tal efecto, precisamos de un impulso y de una estrategia coordinada entre la CAV y la Comunidad Foral en un tiempo de homogenización donde solo conseguiremos salvar nuestro patrimonio cultural de la mano del entendimiento de la realidad presente. No obstante, esta coordinación es necesaria que se produzca sin olvidar que nos trajo hasta el punto presente y cuales son las claves para evitar repetir los errores del pasado que han perjudicado a nuestra cultura. No puede ser que las instituciones públicas hablen en euskera -y a veces ni eso-, pero que la empresa privada esté completamente ajena a la exigencia de que sus trabajadores/as sepan desenvolverse en euskera, ya que de continuar esta inercia, lo que estaríamos perpetuando sería un clasismo lingüístico que perjudicaría al euskera. Me explico, de la misma manera que el euskera debe y tiene que hablarse desde las instituciones, es importante que la empresa privada arrime el hombre y exija a sus trabajadores/as que tengan conocimientos de euskera, con el claro objetivo, de preservar el derecho que tiene cualquier ciudadano/a vasconavarro/a a expresarse en su lengua materna en cualquier lugar del territorio, pero…¿cómo lo hacemos? Partiendo de la base de que en algunas zonas del país -como Nafarroa-, a día de hoy, una persona puede escolarizarse toda su vida educativa sin la necesidad de saber ni una palabra de euskera, serían imprescindibles, al menos, dos reivindicaciones justas a las administraciones estatales que comprenden la CAV y la Comunidad Foral de Navarra:

1) Trabajar para que en todo el país se tuviera la posibilidad de aprender y saber expresarse en la lengua histórica y autóctona de Euskal Herria desde la gratuidad plena.

2) Dar la posibilidad a que cualquiera que opte a cualquier puesto público o privado tenga la oportunidad de aprender euskera en un plazo de 5 años y que ese plazo de aprendizaje sea gratuito y se encuentre dentro de la jornada laboral.

Obviamente en lugares como Iparralde o Nafarroa y por nuestra situación sociolingüística y administrativa, deberíamos acometer este plan con cierta “mano izquierda” jugando con unos plazos diferentes a los del resto del territorio. Ahora bien y Excusatio non petita, pese a los tiempos o la progresividad de las medidas, lo que estoy proponiendo para el futuro de este país en este texto, es que cualquier ciudadano vasconavarro tenga el derecho a hablar en su lengua dese Encartaciones a Cintruénigo. Dicho esto, resulta sorprendente que mucha gente de la Ribera no tenga problema en aprender inglés o en la enseñanza bilingüe de sus hijos/as en un idioma que no sea el euskera, pero sí lo manifiesten para que ellos/as o sus propios hijos/as aprendan la lingua navarrorum, su lengua histórica. Lo que me lleva a la siguiente reflexión: la derecha «navarrísima» se ha encargado de politizar el euskera haciendo uso de un falaz presentismo con una lengua más que milenaria.

La potencialidad del cooperativismo educativo para la promoción del euskera y la normalización lingüística

Siendo consciente de las limitaciones que nos ofrecen las administraciones neoliberales, considero que el cooperativismo educativo es una herramienta imprescindible para el aprendizaje y normalización del uso del euskera; un espacio en el cual sean las familias y las/os profesionales educativos aquellos que blinden el modelo para poder acercar a la comunidad una educación en euskera y de calidad a unos precios asequibles. En esta dirección y vinculándolo con el proyecto comunal, sería necesario que otras cooperativas en otros ámbitos de la vida trabajaran día a día por la normalización del euskera y la difusión de la cultura vasconavarra creando en cada pueblo y ciudad de Euskal Herria “arnasgunes” que permitan una vida en euskera y bajo los parámetros culturales que nos brida la cultura vasca.

En definitiva y por ir cerrando este artículo propositivo, si las dos propuestas que hacia anteriormente para dinamizar el euskera pueden resultar de pura ciencia ficción para las administraciones estatales actuales, estas no serían vistas de la misma manera por parte del mundo cooperativo. Esto se debe a que serían las propias cooperativas, las que marcarían en sus estatutos y en los planes metodológicos de las ikastolas como trabajar para no solamente preservar el euskera, sino también, para promover su crecimiento y estabilización. Cabe recordar que esta propuesta alternativa cooperativista, traspasaría la «muga» entre el Estado francés y el español y nos posibilitaría federarnos con las ikastolas y las cooperativas del otro lado de los Pirineos.

Para acabar y siguiendo la dinámica comunal con la trabajamos desde Komunalaren Aztarna, el proyecto cooperativo sería una vez más, la soga de la que tirar para poder rescatar de las profundidades del lodazal globalista a los pueblos soberanos.

La regresión del euskera en muchos de los territorios que conforman Euskal Herria es fruto de diferentes procesos históricos que debemos analizar con riguroso cuidado y objetividad. En la Ribera Navarra, por ejemplo, la fuerte romanización potenció la aparición del romance navarro, o la posterior invasión árabe, influyó significativamente en la sociolingüística del lugar. Lo que me lleva a afirmar que históricamente el multilingüismo ha sido una norma en la comarca de Tudela y, en general, en toda la Ribera Navarra. Ahora bien, a diferencia de otras épocas, en la actualidad el euskera en esta zona se encuentra especialmente perseguido por la mayoría de las instituciones públicas negando a los navarros del sur el aprendizaje de un idioma vinculado históricamente a su tierra y a su cultura.

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