Archivo del año: 2020

La «coherencia» del obispo Marcelino Olaechea

Víctor Moreno

Víctor Moreno


En plena vorágine de las elecciones de febrero de 1936, ganadas por el Frente Popular, el obispo baracaldés de Pamplona pronunció un discurso que el periódico nacionalista “La Voz de Navarra” fechó el 26 de enero de 1936 y que reprodujo, ladinamente, el 15 de febrero.

Su contenido mantenía una conclusión que adoptaba el siguiente imperativo doctrinal: «Los sacerdotes deben estar muy lejos de toda política». Su razonamiento partía de este singular silogismo: «Si el Prelado fuera cedista, tradicionalista, nacionalista o cualquier otro ‘ista’ haría traición a su augusta misión de padre de las almas, se opondría a los intereses de la Iglesia, frustraría en parte los frutos de la sangre de Jesucristo, se haría reo del aparcamiento de los corazones». Por todo lo cual: «El obispo no puede tener preferencias por ningún partido».

Como si adivinara lo que iba a venir, el obispo planteaba que «si, con el andar del tiempo en un lugar de nuestra Patria, alguien pensara y dijera que su Prelado sea tal o cual ‘ista’ incurrirá él en tal desgracia, faltaría grandemente a la justicia el pensador o murmurador, y si en tal desgracia incurriera un Prelado, sería una desgracia tremenda que haría llorar a la Iglesia».

A continuación, la misma lógica comparativa aplicaba a los sacerdotes, aunque «en menor escala». Añadía que el sacerdote es «punto de convergencia de los hermanos, de esos hermanos, a veces y en ciertas ocasiones, como la presente de modo particular, enfrentados por divergencias de ideas, de corazones, de vida», y que «cuando suene la hora de defender los intereses de Jesucristo apartarán de sí las miras partidistas y se sentarán fundidos en abrazo fraterno».

El discurso del obispo terminaba deseando que tanto él como los sacerdotes fueran juzgados de este modo señalado, lejos de todo prurito político, porque sería la única manera de evitar cualquier suspicacia, recelo y angustia. Seguro que el prelado creía que los pensamientos contenidos en su discurso eran definitivos, no en vano «procedían de la voz de lo alto», como indicaba el periódico nacionalista.

Sin embargo, lo que ocurrió después con estos planteamientos, es bien conocido. Olaechea cambió su discurso universal del amor por el de la defensa de una guerra contra los otros, los llamados infieles, y que, con toda naturalidad, el prelado transformó en Santa Cruzada: «No es una guerra, es una cruzada. Vivimos una hora histórica en la que se ventilan los sagrados intereses de la religión y de la patria, una contienda entre la civilización y la barbarie».

Más tarde, firmaría con el obispo de Vitoria una exhortación titulada “Non licet” (“No es lícito”) donde la figura de los sacerdotes dejaría de irradiar la imagen de padres de convergencia política para ser solo soldados de Cristo al servicio de los golpistas y rebeldes, prohibiéndoles bajo pena de excomunión apoyar al Gobierno republicano. Luego, lleno de regocijo, diría: «Con los sacerdotes han marchado a la guerra nuestros seminaristas. ¡Es guerra santa! Un día volverán al seminario mejorados. Toda esta gloriosa diócesis, con su dinero, con sus edificios, con todo cuanto es y tiene, concurre a esta gigantesca cruzada».

Dejando atrás su aureola de «Padre de todos», Olaechea solo desearía «el triunfo de nuestras armas», viendo «brotar en la punta de las bayonetas de nuestros soldados el ramo de olivo», calificando su gesta como «la más alta cruzada que han visto los siglos, donde es palpable la asistencia divina a nuestro lado».

¿Cómo fue posible que en tan solo seis meses la lógica y la coherencia del padre de todos, llamado Olaechea, se fuera al carajo? No se fue. Solo se limitó a cambiar de pensamiento y a ser coherente con éste. Nada más. Olaechea siempre fue coherente. Su caso, como el de tantos, revelaría que un día un principio es genial y, al siguiente, no tan maravilloso como parecía.

Suponemos que uno tiene principios y que actúa de acuerdo con ellos y que a este movimiento llamamos coherencia, sabedores de que existe la posibilidad para cambiar de ideas en un futuro inmediato según conveniencia. Es higiénico fustigar y alabar, según y cómo, la coherencia del comportamiento humano. Mucho más lo es señalar con qué principios pretende alguien ser coherente. Al fin y al cabo, ¿no es preferible que un botarate, que no sabe distinguir entre un nombre abstracto y un nombre concreto, se abstenga de ser coherente con lo que piensa? Ojalá lo hubiera hecho Franco y quienes lo apoyaron en 1936 en Navarra.

Naturalmente, los obispos y golpistas militaristas perjuros fueron coherentes con sus principios. Pero ¿no es, precisamente, esa coherencia, que condujo al asesinato de 3.400 navarros, quien condena por completo los principios políticos, teológicos y éticos de quienes perpetraron aquella barbarie? Sin duda, aunque no sabe uno qué es más terrorífico. Si haber sido un coherente insensato en 1936 o pretender serlo en la actualidad manteniendo los mismos principios que llevaron a quienes los precedieron en el cultivo de semejante coherencia criminal, porque criminales eran sus principios.

Víctor Moreno Bayona


La Tudela republicana y la Ribera del Estatuto Vasco-Navarro, este sábado en «Lugares de Memoria»

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Este sábado el Hotel Bardenas de Tudela acoge la jornada denominada ‘Lugares de Memoria en Navarra: Tudela y Ribera’ que organizará la Peña Beterri con la colaboración de asociaciones como Nabarralde y de Ayuntamiento de Tudela y Gobierno de Navarra.

Jose Mari Blanzako, que está siendo uno de los organizadores de la jornada, ha explicado en Nabarralde que «la idea surgió hace algún tiempo a raíz de la falta de información y conocimiento en Tudela y la Ribera de la relevancia que ha tenido esta merindad en la historia de Navarra. Tanto la gente que ha venido de fuera como los propios nacidos en esta zona, salvo excepciones, desconocen los sucesos más relevantes acaecidos aquí. Nunca nos han facilitado esa información, ese conocimiento; nos han ocultado interesadamente el componente histórico-político de lo que ha pasado».

El organizador asegura que han elegido a siete ponentes «que pueden representar lo que nosotros queremos exponer en esta jornada abarcando desde el siglo noveno hasta nuestros días. Personas como Peio Monteano, Joxe Mari Esparza, Emilio Majuelo, Iosu Osta, Juanjo Bienes, Alfonso Aranda y Jabier Sainz Pezonaga, producen un trabajo extraordinario en cuanto a la historia referida a Tudela y la Ribera».

La jornada tiene un coste de 35 euros (que incluye comida y un libro sobre la historia ribera que se presentará también este sábado) y versará según Blanzako sobre «personas ilustres de la alta edad media como los Banu Qasi, el Ciego de Tudela, Yehuda Ha Levi, doña Berenguela, Rotron de Perche… Temas como la conquista de Navarra en Tudela; del Tubalismo a los Estatutos; historia y memoria de la Tudela republicana; toponimia y euskera en la Merindad de Tudela; representación de poder político y religioso en la Tudela Medieval y datos curiosos del paisaje en el término municipal de Tudela, son los que trataremos el próximo 19 de Diciembre, si la situación sanitaria no nos lo impide».

Siete historiadores bucearán en la historia de la Ribera

Joxe Mari Esparza, editor, miembro fundador de Altaffaylla Kultur Taldea y de la Editorial Txalaparta, hablará sobre el Estatuto Vasco-Navarro y de su preámbulo histórico: «La conciencia de la Ribera de Navarra de pertenecer a un pueblo común, (vascón, vasco, euskaro, vasco navarro), es posiblemente muy antigua, pero toma forma política gracias a un personaje bíblico y legendario, con el que blasonaremos nuestra identidad durante siglos: Tubal, nieto de Noé, que trajo a Navarra la lengua vasca y fundó Tudela y otras ciudades de la Península. Fue el vasco-iberismo o vasco-cantabrismo. Así pues, como el resto de Vasconia, la Ribera de Navarra, y Tudela en particular, participaron con naturalidad, entre los siglos XVI al XVIII, de la idea del tubalismo, que blasonaba de la antigüedad de los vascos y justificaba sus leyes diferentes, los Fueros», afirma.

El profesor universitario tudelano Emilio Majuelo, que hablará sobre la Tudela republicana, por su parte recuerda que «las investigaciones históricas han ido precisando algunos hitos y desarrollos de ese mundo en transformación en la capital ribera, así como su colapso sangriento a partir del 19 de julio de 1936. El recuerdo de todo ello todavía rezuma en nuestra cotidianeidad, aunque sobre las memorias de las y los tudelanos sobre aquellas experiencias, alegre y festiva la iniciada en 1931, cruel e inmisericorde por la amplitud del asesinato y la represión la de la guerra civil a partir de mediados de julio de 1936, hay mucho todavía que investigar».

El tudelano Iosu Osta, coordinador de ATTAC Navarra, afirma que en su charla reivindicará «a varias personas ilustres que nacieron en Tudela o que tuvieron una relación especial con Tudela. Algunas de ellas son más conocidas por tener una calle o plaza, como el ciego de Tudela o Yehuda Ha-Levi pero otros como Abraham Ibn Ezra o la reina Berenguela no la tienen y sería de justicia que la tuvieran».

El historiador Peio Monteano recreará Tudela durante la conquista de Navarra: «Cuando en 1512, el ejército español invadió Navarra, Tudela era el contrapunto político de Pamplona. Si la capital del reino era mayoritariamente beamontesa y cuestionaba la autoridad de los reyes Juan III y Catalina I, la capital ribera lideraba el partido agramontés y era el principal apoyo de los monarcas. Con todo, la situación geográfica de Tudela -acosada por los reinos de Aragón y Castilla- y su lejanía con los otros señoríos de los monarcas navarros, le impidieron jugar un papel más determinante durante el conflicto político-militar que originó la invasión y ocupación del reino», explica.

El corellano Javier Sainz Pezonaga hablará sobre la toponimia euskérica en la Merindad de Tudela: «Vamos a estudiar toda la toponimia mayor, incluyendo los despoblados actuales, analizando su origen y sus primeras documentaciones. También analizaremos la toponimia menor, en este caso utilizando como muestra la documentación medieval. Este análisis, para tener una visión más completa, lo pondremos en relación con los datos que nos aportan la antroponimia y otros textos medievales y modernos, para tratar de ofrecer una visión de conjunto de la historia lingüística de nuestra comarca», adelanta.

El arqueólogo tudelano Juanjo Bienes hablará sobre «la fortificación y el templo como representación del poder político y religioso en la Tudela Medieval»: «El poder político y militar usa y reutiliza los mismos elementos independientemente de la cultura a la que pertenezca pues fortificaciones y murallas cumplen su misma función tanto en la etapa islámica como en la cristiana y solo se verán cambiados por motivos de ampliación o modernización de sus estructuras. Sin embargo el poder religioso actual de manera diferente, ya que la intención es borrar la hegemonía de una cultura sometida, de ahí que la mezquita sea derribada para construir en su lugar un gran colegiata y en el resto de Tudela se haga una labor de repoblación cristiana con la implantación de una gran cantidad de parroquias en los lugares que anteriormente ocupo la población islámica».

Y el también tudelano Alfonso Aranda, especialista en ecología social y ambiental, aportará «datos curiosos del paisaje en el término municipal de Tudela»: «Tengo el convencimiento que el conocimiento de este Territorio por parte de las gentes de Tudela es muy deficiente o cuanto menos muy parcial (. . .) Tudela tiene una superficie de más de 215 km2(el de Iruña tiene 25 km2) y un perímetro de más de 111 km (el de Iruña 36 km), así que con semejantes dimensiones pueda resultar comprensible la dificultad de conocer todas y cada una de las características que lo componen».

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