Archivo del año: 2019

El hecho navarro

Ibañeta 2019
Ibañeta 2019


El campo abierto con el desdén hacia el euskara, menospreciándole por debajo de lenguas consideradas de primera división, da cuerpo al imaginario de los deseos de poder insatisfechos por los miedos incontrolados a la verdad histórica. También en el pasado siglo XVIII, aunque parezca insólito, se cambiaba el clásico apellido de la tierra por otro, a veces no perteneciente a la familia, con tal que fuese más fácil de pronunciar.
Según E. de Munarriz Urtasun, en RIEV del año 1925, con el cambio de apellidos de quienes habían hecho la carrera militar en el Reyno (Madrid o las Américas) renunciaban a la naturaleza euskaldun de sus raíces. Quienes eran Imirizaldu en Navarra pasaron a ser Fuentes en Madrid. Incluso cita a los dos hermanos Irumberri, de Falces, que han tomado los apellidos Balanza el uno y Monreal el otro;así como el de Arambeque que ha sido despojado de su carácter vascónico dejándole reducido a un Beque que no dice nada.

Hoy los navarristas de estirpe y ascendencia, insatisfechos con la pérdida de poder e influencia ante el cambio, culpan a la lingua navarrorum con la que Sancho VI el Sabio restableció la integridad política de Navarra. Ignoran que la Historia de NAVARRA (es) el Estado Vasco según Mikel Sorauren, vinculada culturalmente a Navarra. Historia del euskera (Personalidad y lengua) de José Mª Jimeno Jurio. Las frustraciones consumadas que arrastra su desarraigo a la tierra –a pesar de titularse Unión del Pueblo Navarro– le alejan de los principios de legitimidad;porque el primero de todos es la soberanía popular, rectora de la norma de la mayoría al servicio y el interés general. El pretendido principio de legitimidad, combinado con la legalidad surgida del golpe militar del 36, mantenía todavía activo hasta el cambio, dos fundamentos conflictivos de soberanía: el franquismo latente, de superioridad, aristocrático, con privilegios adquiridos y la corrupción clientelista como base, enfrentado al principio electivo responsable junto al principio democrático más crítico. La Navarra post-franquista sigue sin, ni siquiera, su Estatuto de Autonomía como corresponde a la España de las Autonomías.

La legitimidad soberana de Navarra fue aplastada con la conquista territorial y política de la Alta Navarra (Nabarra Garaia) en 1521. Si Cisneros con su morroy Villaba arrasó con los castillos que defendían el Reyno, en el presente, UPN pretende enterrar bajo el peso de su malsano desprecio la realidad de la lengua más antigua de Europa. Una lengua, el euskara, cuyo origen está en los orígenes del lenguaje oral, unidos al pensamiento de la evolución humana en el hemisferio Norte hace 100.000 años. Una lengua fundamental para la historia de la lingüística y su periodización. Una lengua que hace visible el hecho nabarro, que se superpone al hecho vasco anterior, construido por la conquista romana en la primitiva Euskal Herria, «la tierra del euskara».

Carlomagno en el 778

Anterior a los cronistas francos de época carolingia nadie había señalado la existencia de gentes nabarras. Por el pacto de Paderborn del año 777 Carlomagno concertó con el gobernador musulmán de Medina Saraqusta, Zaragoza, Ibn al-Arabi, la entrega de la ciudad a los francos. En la primavera del año 778, al año siguiente, al frente de un potente ejército, Carlomagno, después de superar las cumbres de AUÑAMENDI, BORTUETA, PYRENÆUS, se apoderó de IRUÑA, Panpelvn. El itinerario descendente desde IRUÑA hacia Medina Saraqusta, Zaragoza, debía seguir por Olite, HERRIBERRI, paso obligado de los carolingios, atravesando el territorio de los Banu Qasi. Es el itinerario que reconoce José Mª. Lacarra.

Las crónicas de este tiempo son muchas. En los Annales Regii se dice (año 778): Carlomagno entra en Hispania por dos caminos diferentes;él mismo llega a Zaragoza pasando por Pamplona, mientras otro ejército, con soldados de Burgundia, Austrasia, Baviera, Provenza, Septimania y Lombardía, se le unen en Zaragoza. Carlomagno recibe rehenes de Ibinalarabi, Abutauro y otros sarracenos (Ibinalarabi et de Abutauro et de multis Sarracenis), destruye Pamplona (Pampilona distructa), somete a los hispanos, wascones, y también a los nabarros, y se vuelve a Franconia (Hispani, Wascones sugiugatos et etiam Nabarrii, reversus in partibus Franconiæi). Los subrayados reconocen un itinerario inequívoco de Carlomagno con el grueso de su ejército, mientras el segundo cuerpo de su armada hacía la tenaza, entrando en la Península por los Pirineos-Orientales. Estos últimos según la crónica eran los Hispani. La cita a Hispani, Wascones y Nabarri, recoge tres gentilicios que definen por su lugar de origen a un conjunto de personas que forman colectividades diferenciadas para el historiador franco.

Primero sitúa a los Hispani, en el territorio más oriental de la Girona mediterránea por donde avanzaron las tropas de refuerzo;luego lleva su referencia al camino principal recorrido por Carlomagno a través del país de Wascones y Nabarri, por donde en sentido inverso regresará a Franconia tras el fracaso de su expedición. Para el cronista franco estaba claro que los vascones estaban localizados en la región septentrional de AUÑAMENDI, BORTUETA, PYRENÆUS. Era la Vasconia que los nietos de Carlos Martel habían reducido, desde el LOIRA hasta la cuenca del río DORDOÑA en el año 769, que, como era sabido, tenía su continuidad en la Península. En el pensamiento germano del cronista carolingio, los Hispani eran otras gentes, pueblos situados en territorios más orientales, asentados en la región mediterránea.

En su dirección hacia Zaragoza, el itinerario descendente de Carlomagno forzosamente tuvo que atravesar el territorio de los muladíes Banu Qasi. Con anterioridad a los cronistas que acompañaron a Carlomagno no existe referencia a los Nabarri. Era «el territorio de la gran llanura próxima a los montes», NABA HERRI, NABARRI, como corresponde al pensamiento original de las gentes de Euskal Herria. Sin otra referencia que la que facilita la expresión propia del euskara, los cronistas francos, difícilmente podrían haber recogido el gentilicio que identificaba a sus habitantes. Gentes musulmanas que hablaban en el euskera de la población autóctona de HERRIBEHERA, propio del legado histórico de un idioma normalizado entre las comunidades de la gran cubeta del IBAIBEHERA. Sin duda, con la continuidad léxica, la lengua funcional mantenía vivo el pensamiento que se expresaba en euskara en aquel último cuarto del siglo VIII.

En el territorio de HERRIBEHERA, propio de los nabarri musulmanes, Carlomagno no encontró resistencia, a pesar de que los Banu Qasi, maulas de los Omeyas, mantenían su fidelidad al emir Abd al-Rahman de Curduba (Córdoba). En la historiografía de las fuentes carolingias, como tampoco en las crónicas musulmanas, no existe reseña alguna que contemple algún choque en territorio de los muladíes. La relación espacio-temporal de la aparición por primera vez en las crónicas francas del apelativo nabarri referido a las gentes del siglo VIII, habitantes del AGER VASCONUM, es importante y significativo. Esta denominación fue recogida de manera directa por alguien que tuvo contacto presencial con personas de la región mientras Carlomagno se dirigía hacia Medina Sirakusta descendiendo desde IRUÑA.

El mismo trayecto tuvo que seguir a su vuelta de Medina Saraqusta, Zaragoza, para dirigirse a IRUÑA, Pampalona. El itinerario obligado de Carlomagno, después de su fracasada expedición, recorrió con un cuerpo de ejército más numeroso los mismos territorios;a pesar del aumento de su tropa perdió los rehenes recibidos en su viaje de ida, al atravesar NABA HERRI: en aglutinación NABARRI, la «depresión de terreno entre dos vertientes», HERRIBEHERA. Sin duda, cuando en la primavera Carlomagno bajó de IRUÑA, al frente de su ejército, recibió rehenes en Olite, HERRIBERRI, de los musulmanes Banu Qasi;porque fueron aquellos rehenes recibidos de Abutauro, quienes ilustraron al cronista, confirmando su condición de NABARRI, habitantes de la gran cubeta del IBAIBEHERA.

Es J. Mª. Lacarra («La expedición de Carlomagno a Zaragoza y su derrota en Roncesvalles», 1981), quien dice: Son los «Anales menores», los que saben más detalles del viaje de Carlos a Zaragoza, a diferencia de los que podemos llamar oficiales. Establece con rigor los pasos y el camino que siguió Carlomagno hasta llegar a Saraqusta (Zaragoza), donde se encontró con las puertas cerradas por la negativa musulmana a cumplir el pacto de Paderborn sellado el año anterior. Es así mismo, J. Mª. Lacarra, quien establece y señala el trayecto preciso que un análisis detenido de los Anales carolingios nos permite distinguir (siguiendo) tres etapas:

a) Llegada a Pamplona y sumisión de la plaza (et adquisivit civitatem Pampeluna). Después de dejar una guarnición de francos en IRUÑA, Carlomagno reemprendió el itinerario dirigiéndose con sus mesnadas hacia HERRIBEHERA.

b) Presentación de Abu Tauro a Carlos, entregándole rehenes;han llegado, pues, a tomar por primera vez contacto con los musulmanes. Fue en su descenso hacia el *IBAIBEHERA, Ibervs Flv., wa-di~ Ibru, donde, forzosamente, tuvo que alcanzar Olite, , HERRIBERRI, nabarrorum oppidum, plaza fuerte del nabarri musulmán. En esta etapa fue cuando se hizo presente la realidad euskalduna de las gentes que vivían en HERRIBEHERA;gentes del AGER VASCONUM de los romanos, berones vueltos NABARRI con el euskara como lengua funcional, desde el dominio del pensamiento cerrado en torno al idioma. Así es como aparece el gentilicio nabarro unido a la presencia de la autoridad de los Banu Qasi en la cubeta del *IBAIBEHERA, Ibervs Flv. latino, wa-di~ Ibru árabe.

c) Llegada del ejército de Carlos a las puertas de Zaragoza. Es el momento culminante de la historia que recoge el fracaso de las tropas germanas, obligadas a retirarse de los muros cerrados de la ciudad, forzadas a regresar por el camino de entrada hacia IRUÑA.

Por el orden en que se recorrieron las tres etapas, se confirma una cronología y un trayecto del itinerario inequívoco que siguió Carlomagno, tras la ocupación de IRUÑA. La importancia de que, por primera vez, el ejército de Carlomagno tomase contacto con los muladíes nabarri cuando avanzaba hacia el IBAIBEHERA demuestra que IRUÑA era ciudad de los vascones. Más abajo, en el inicio de la cubeta de HERRIBEHERA, estaba la ciudad de Olite, HERRIBERRI, nabarrorum oppidum, solar originario de los Banu Qasi. La entrega como rehenes del hijo y el hermano de Abu Tawr al poderoso ejército invasor es la constatación de la alarma y la prudencia de los nabarri ante la evidencia de la fuerza armada de Carlomagno.

Sin la constatación de los cronistas carolingios del año 778 no podríamos disponer del gentilicio nabarri. Un hecho político que se hizo extensivo a la integridad territorial de Navarra en la que Sancho VI, el Sabio, reconoció la unidad de la lengua funcional del Estado de los vascos con la lingua navarrorum.

Jon Nikolas Lz. de Ituiño


 

HISTORIA DE LA PELOTA: Un ejercicio antropológico con la pelota como herramienta

2019-10-15, Donostia. "Una historia de la pelota" liburuaren aurkezpena, Jose Antonio Azpiazu egilea.

15-10-2019, San Sebastiá. Presentación del libro "Una historia de la pelota" y el autor Jose Antonio Azpiazu

2019-10-15, Donostia. "Una historia de la pelota" liburuaren aurkezpena, Jose Antonio Azpiazu egilea. 15-10-2019, San Sebastiá. Presentación del libro "Una historia de la pelota" y el autor Jose Antonio Azpiazu


Casi por casualidad, las referencias a una gran apuesta de pelota en Flandes en 1530, con 2.000 ducados en juego, abrió la espita para que José Antonio Azpiazu se sumergiera en los archivos y diera con documentos inéditos, la mayoría de juicios y pleitos que, con la pelota como hilo conductor le sirven para este ameno ejercicio antropológico.

Con el adjetivo «vasca» como apellido, la pelota ha sido, desde siempre, un elemento muy arraigado a nuestra cultura. Sin embargo, fue un episodio sucedido a miles de kilómetros, en la Flandes de 1530, el que prendió la mecha para que José Antonio Azpiazu (Legazpi, 1944) se embarcara en una aventura que ha terminado en «Una historia de la pelota. Del siglo XVI a la revolución de Chiquito de Eibar», un ejercicio antropológico que, con la pelota como hilo conductor, el historiador ha plasmado en un trabajo editado por Txertoa.

«Un tal Diego de Tobalina de- bía a Pedro de Mimenza nada menos que 2.000 ducados, una fortuna para la época. Tobalina, quizá con ánimo de recuperar parte del dinero, apostó, y perdió 1.000 ducados en un solo partido, que disputó con el bergarés Domingo de Irazabal, allí en Flandes».

Tirando del hilo, pleitos y juicios, la mayoría con las apuestas y el juego de por medio, han proporcionado a Azpiazu abundante documentación para un libro que, según el editor, Martín Anso, «trata un tema atractivo, con mucho material inédito que le ha permitido un trabajo de investigación riguroso, pero no solo para especialistas, sino que es muy ameno para el público en general».

Esa documentación ha llevado a Azpiazu a acotar su trabajo a la edad moderna, pero un documento fechado en 1511 invita a sospechar que en Markina, localidad que con el tiempo fuera conocida en todo el mundo como cuna de puntistas, se jugaba a pelota en la Edad Media. La limitación de las apuestas por parte del corregidor en una fecha tan temprana hace que no resulte aventurado afirmar que jugar a pelota, y apostar, fue algo habitual en la Edad Media.

Pasatiempo de nobles

Las referencias más antiguas con el juego de la pelota, de juegos directos, procedentes de algunas de varios lugares de Europa, se han mostrado atentas a las clases altas, lo que lleva a pensar que la práctica de este pasatiempo era casi privativo de la burguesía y la aristocracia en la Edad Moderna.

Sin embargo, en un pleito de Toledo en 1571, la defensa alega que ha visto jugar a «a muchos caballeros, e a otras personas» personas que, si no eran caballeros, cabe pensar que formaban parte del pueblo llano. Además de abrir ese abanico de sospechas, este juicio sirve también para describir otra de las grandes características de este trabajo, en el que abundan anécdotas y personajes peculiares, lo que, al mismo tiempo, permite mostrar «un reflejo de la sociedad, en la que la pelota tuvo una gran importancia».

Aristócrata contra monjas

El caso trata de las monjas de Santo Domingo el Real de Toledo, que solicitaron se prohibiera jugar a pelota en la calle del convento, según la priora porque «se practica el juego de la pelota en las paredes de dicho monasterio que salen al dormitorio y coro, de manera que ni pueden dormir las monjas –140 en aquel entonces–, ni las enfermas tienen reposo». El alcalde y el corregidor terminaron prohibiendo la práctica de la pelota en dicho muro y se ordenó que «los peloteros no den pelotas para ella, so pena de 10.000 maravedis», algo que no fue muy del agrado de algunos nobles.

Pero el clero no siempre ha estado reñido con la práctica de la pelota. De hecho, el apartado de «curas pelotaris» ocupa un capítulo entero del trabajo, con casos tan significativos como el de Pedro de Irigoyen, párroco de Artaxoa en 1635, quien causó «gran escándalo» por jugar en plaza y calle pública, y en una ocasión en la que jugaba a pala, se desembarazó de la sotana para moverse mejor. Fue amonestado y se le requirió que dejara de jugar, algo a lo que se negó, y terminó excomulgado.

Sin embargo, son las apuestas las que más ejemplos de la importancia que la pelota tuvo en la sociedad nos ofrece. Sonado fue el caso de un partido que se jugó en Oiartzun en 1775, cuatro años después de que Carlos III publicara la Real Pragmática, destinada a controlar el abuso del juego. Tras confirmar el corregidor que en partidos anteriores se habían quebrantado «en grande exceso de las cantidades jugadas –el límite estaba en 30 ducados–, apuestas y traviesas, como en juegos de suerte tenidos por posadas y casas particulares», se jugó un partido de gran ambiente, en el que «fusileros y alabarderos encargados por el alcalde a que no solo tuvierasen limpia la plaza, sino también sobre si había o no apuestas y traviesas, para tomar la providencia conveniente».

Canchas «con mejor sitio para el frontón que para la iglesia», el caso de Hernani, donde el Ayuntamiento llegó a prohibir que se trillara en el frontón, porque se estropeaba el enlosado, o el grave conflicto en Lantziego en 1813, a raíz de un vecino que se negaba a devolver las pelotas que se colaban en su casa, son solo algunos ejemplos de los que recogen en un libro que se cierra con la revolución personificada en Chiquito de Eibar.

GARA, 19/010/2019