Archivo del mes: agosto 2015

Las tropas de Castilla que tomaron Amaiur

pedro esarte
pedro esarte



Pedro Esarte Muniain. A sabiendas o por desconocimiento se ha venido dando pábulo a la existencia en Navarra de dos sociedades enfrentadas, e incursas en una denominada guerra civil durante 100 años, que sería una razón que justificaría la intervención de Castilla a favor de uno de los bandos, que culminaría con la ocupación de 1512. El asunto es tanto más destacable, por cuanto se basa en una falsedad interesada, dando valor de hechos veraces a simples conjeturas que mantienen quienes yerran, mienten, falsean o simplemente desconocen los hechos. Lo que no es baladí por cuando se implican gentes con titulaciones académicas que desarrollan su actividad en la enseñanza o en cargos de responsabilidad pública.

Esta situación se acrecentó en tiempo de la dictadura y se desarrolló por los gobiernos posteriores, como aplicación de una política de adoctrinamiento que ha llegado al presente institucionalizada, con rango de normalidad en todos los ámbitos educativos.

Así, es posible leer un reportaje en DIARIO DE NOTICIAS de 18 de agosto (Mirarte p. 59), reportaje de Iñaki Mendizabal, que pone en boca de Aitor Pescador que “resta hombres a la soldadesca castellana, que en ocasiones ha sido inflada hasta los 10.000 efectivos”, y basa su opinión en cifras de Peio Monteano: “Monteano habla de 600 jinetes acorazados y unos 4.000 infantes, de ellos 1.500 castellanos y 2.500 navarros beamonteses…”. Es decir, que de un total de 4.600 efectivos, 2.500 serían “navarros beamonteses”. Mi sorpresa al leerlo fue grande, si tenemos en cuenta que las cifras que detallé en mi libro sobre la conquista fueron obtenidas documentalmente, capitanía por capitanía, sumando unos 6.200 soldados regulares castellanos, de cuota y armas, además de los 360 gentiles hombres de la guardia propia del virrey conde de Miranda, cuya suma supera los 1.500 que el periodista atribuye a Monteano y Pescador. Documentación que cita las compañías castellanas estacionadas en Navarra (Idoate contabiliza unos 6.200 soldados), como las de Juan de Tovar, el conde de Alba de Liste, de Meneses de Bobadilla, del conde de Cifuentes, de Hernando Enríquez, Pero Vélez, Diego Hurtado, Luis Herrera y Gómez de Agraz. Además de la caballería (unos 1.088 hombres), la infantería vieja (entre otros Pizarro), las tropas de las fortalezas de Estella e Irun. O la infantería nueva (otros 1.141 hombres). Más las gentes de la fortaleza de Pamplona, aportadas por Castilla (unos 1.803 soldados) distribuidos entre veinte capitanías.

A ellos se suman navarros como capitanes de compañías bajo el mando castellano (ya para el año 1513 juraron como capitanes de Castilla “al estilo de España” Góngora, Donamaría y Esparza) conformando sus mandos con soldados de cuota, todos bajo la obediencia al virrey castellano. Finalizan las tropas estacionadas en Navarra con las dieciocho compañías que participaron desde la retaguardia. Todas compañías estables y llegadas desde Logroño, Aragón o Gipuzkoa.

¿De dónde salen los beamonteses navarros?

En cuanto a los 2.500 beamonteses, he de decir que no existieron. Hay tres personajes, Ursua, Iturbide y Echaide (se les cita como “gente que está hecha por conducta del reino”), de quienes se esperaba que aportaran 100 hombres cada uno. Sin embargo, el capitán Ursua (de quien se dice era “aficionado a Castilla”) solo llegó a juntar una veintena de parientes y allegados que se dedicaron a hacer tareas de espías; Iturbide solo anduvo en correrías y saqueos con una quincena de parientes suyos y lacayos, y de Echaide no se conoce que siquiera llegara a juntar hombres para la campaña. Los supuestos 2.500 beamonteses hay que bajarlos a cero. Hay dos capitanías de los Beaumont, pero se constataron como compañías de obediencia al virrey y servicio armado al estilo de España, e incluso estaban nutridas con gentes foráneas.

¿Qué hicieron los navarros?

Quedaría, pues, relatar la forma en que fueron reclutados los navarros y a qué se dedicaron. El virrey hizo llamada al servicio obligatoria, conforme correspondía hacer al reino. Se llamó a todos los señores para que acudieran con sus lacayos, y a los pueblos para que alistaran a los vecinos al servicio obligado al reino de tres días a su costa, con la promesa de que los demás días se les pagaría. Tras ese procedimiento, ¿cómo separar entre los vecinos obligados, los agramonteses de los beamonteses? En cuanto a los lacayos de los señores llamados (de obligada asistencia también), quedó constancia de que fueron dedicados al acarreo y arrastre de la artillería, vituallas, abastecimientos y útiles necesarios, pues hay que tener en cuenta que los, cuando menos, 6.560 soldados necesitaban el apoyo logístico del acarreo, tarea que se encomendó a los navarros llamados a acudir como obligación de servir al reino. No hay un solo dato de que se armara a esos vecinos, ni que se de noticia de algún acto heroico de ningún navarro, cuando al ocupante le hubiera gustado resaltarlo. Tenemos también una lista de 5 docenas de heridos que se halla en Simancas, que fueron atendidos después de concluida la toma de la fortaleza de Amaiur en el hospital de campaña instalado, sin que haya navarro alguno entre los nombres de ellos.

Esta es pues una síntesis del paso de las tropas castellanas por Amaiur, y de la forma que asistieron los navarros que fueron obligados por los ocupantes, sin que haya cita ni referencia alguna de que participaran en combate. Y es que la existencia de beamonteses y agramonteses no está documentada por datos de la época, ni por autores coetáneos, ni consta en los archivos de Castilla, Aragón y Navarra correspondientes a los siglos XV y XVI. Ni era el sistema de diferentes obediencias, la que distinguía a la forma de regir a los Trastámara. Pero de eso hablaremos otro día.

 

Orreaga: Medio siglo de desmemoria

patxi_abasolo
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Patxi Abasolo. Estos días los medios de comunicación se han hecho eco de la noticia difundida por instancias gubernativas sobre la autoría del monolito instalado en Orreaga hace ya casi cincuenta años, en 1967. Según la documentación encontrada en el Archivo de la Administración Foral, el autor del proyecto fue Cándido Ayestarán, responsable de la Dirección de Arquitectura de la Diputación Foral de Navarra. Parece ser que la intención era instalarlo dos años antes, cuando se edificó la nueva ermita, casualmente, el 25 de julio de 1965, día de Santiago, “Matamoros”, patrón de España.

A continuación, la prensa se ha limitado a reproducir los datos del coste, sin hacer comentario alguno sobre la significación histórica de una escultura levantada contra las gentes del lugar en que se encuentra, como si fuese lo más normal del mundo.

En efecto, el 15 de agosto del año 778, Roldan, lugarteniente y sobrino de Carlomagno, muere en una emboscada de los vascones contra la retaguardia del ejército carolingio a su vuelta del sitio de Zaragoza, tras haber destruido Pamplona. No es de extrañar que los juglares franceses, de ayer y de hoy, canten la muerte de “su” caballero Roldán. Tampoco lo es que conviertan a los vascones en cientos de miles de musulmanes para justificar tamaña derrota militar y, de paso, exaltar la religiosidad de la muerte del héroe franco y los ideales de las Cruzadas, de ayer y de hoy, contra el Islam. Sólo hay un “pero”, aunque este sea mayúsculo, pues resulta que son los descendientes de aquellos vascones quienes han levantado el monumento en recuerdo del invasor. ¿Dónde se ha visto tamaña locura?

Si bien es cierto que fue la administración franquista quien ordenó hacerlo, no lo es menos que ha pasado desapercibido durante muchísimo tiempo y, lo que es más grave, que las gentes del lugar siguen sin dolerse al mirarse, cada 15 de agosto, en el espejo de su historia. Un dolor que, al menos, quedó mitigado cuando, una noche del año 2005, una anónima brisa de la montaña, a son de matxinada, se llevó consigo las armas que se alzaban con altanería contra sus habitantes.

Pero la desmemoria no hace sino extenderse entre las gentes y los pueblos que no se reconocen. En la primavera de 2011 es instalado un nuevo conjunto escultural dedicado a Roldán y, con él, a todos aquellos hombres de armas que dejaron reducida a cenizas la vieja capital vascona. En esta ocasión, ha sido su propio autor, Mario Basse de Vergiate, quien ha asumido el coste de la misma, incluido el traslado y la instalación junto a la pequeña iglesia llamada, también casualmente, de Santiago. Paradógicamente, la representación del caballo es una copia del trágico caballo del “Guernica” dibujado por Picasso para reflejar el horror del bombardeo sufrido por la villa vasca aquel aciago abril de 1937. Dolor que, en Orreaga, el autor roba a las gentes que padecieron la bota imperial carolingia para exaltar a quienes realmente lo generaron.

Cerca de la escultura de Mario Basse se encuentra el Silo de Carlomagno, en cuya cripta dice la leyenda que están enterrados Roldán y los soldados francos que murieron en la batalla. Todo ello en Orreaga, en tierra vascona, mientras las gentes del lugar, de ayer y de hoy, siguen gritando, con un silencio sobrecogedor, que termine de una vez esa sombra de olvido y desmemoria que lleva extendiéndose por toda la geografía navarra durante ya demasiado tiempo.