Archivo del mes: junio 2013

¿Gamazada?

Vuelven, nunca se han ido, las voces españolas en contra de la fiscalidad «atípica e insolidaria» de Vasconia. En épocas de crisis -económica, de legitimidad, de corrupción estructural…- hay que buscar el chivo expiatorio. Y se puede encontrar sin escarbar demasiado el terreno en algo que, a pesar de su integración en el régimen jurídico-político del reino de España, sigue siendo una piedra en su zapato: los residuos de la soberanía explícitos a través del convenio económico de Navarra (Alta Navarra o CFN) y el concierto homónimo de las Provincias Vascongadas (Euskadi o CAV).

Para los españoles la situación fiscal de Vasconia es como un grano purulento. Nunca la aceptado de buen grado. Cuando han podido han intentado reventarla. Ya fue el dictador Primo de Rivera con la imposición de un nuevo convenio a Navarra en 1927, o el socorrido «provincias traidoras» de Franco tras su victoria en la guerra iniciada en 1936. La realidad política de los restos forales siempre ha estado en la cuerda floja. Nunca ha sido una situación consolidada.

Y esto, ¿por qué? Sencillamente porque los restos de soberanía que constituyen los regímenes fiscales especiales de la Alta Navarra y de las Provincias Vascongadas corresponden a la situación de subordinación política de un sujeto soberano, el reino o Estado de Navarra. La foralidad del Antiguo Régimen no se basaba sobre un sistema de pactos entre entidades soberanas. Estaba definido por una situación derivada de conquistas, ocupaciones y minoraciones. Es evidente que había algo de «armisticio» en el que se evitaba una violencia permanente a cambio de unas cesiones parciales e inestables.

Y en esas seguimos. Vuelven las llamadas al uniformismo escudadas en el socorrido concepto de solidaridad. ¿Por qué solidaridad con las regiones españolas y no con otras poblaciones y territorios de nuestro planeta que tanto sufren y tan carentes están de medios, incluso de la subsistencia más elemental? La solidaridad solo puede venir de la mano de la libertad. No se puede ser solidario a la fuerza.

No es el momento de resucitar la Gamazada. La Gamazada tuvo su momento y fue muy importante

Cuando a finales del siglo XIX hubo un intento en este sentido por parte del Gobierno de España, hubo una sublevación popular en el conjunto de la Vasconia peninsular en contra de su promotor, el ministro Germán Gamazo. Por eso fue conocida como Gamazada. La rebelión fue generalizada contra el gobierno español de Sagasta. En la Alta Navarra hubo varias grandes manifestaciones: la recepción de los comisionados a Madrid en Castejón, la gran manifestación en Pamplona en junio de 1893, la recogida de unas 120.000 firmas estampadas en el Libro de Honor de los navarros, el alzamiento de la partida de Zabalegui en Valdizarbe…. Las movilizaciones se iniciaron en Vitoria y en Bilbao y en las de Donostia hubo dos muertos y uno en Laguardia en mayo del mismo año.

La Gamazada respondió a una situación propia de los finales del XIX. Euskal Herria había salido con más pena que gloria de la derrota de dos grandes guerras en las que se había enfrentado con las armas a los poderes del Estado español en su intento de abolir el sistema foral de Vasconia. Era una sociedad que estaba superando unas derrotas que habían acarreado su práctica destrucción, en la que quedaban como residuos el convenio de Navarra y el concierto de las Vascongadas.

Hoy, en el primer tercio del siglo XXI estamos en una situación muy distinta. A finales del XIX se atisbaba el principio de las nacionalidades, pero a nosotros nos quedaba todavía un poco lejos. El primero que supo captarlo fue Arana Goiri, con las limitaciones por todos conocidas de su insistencia en Bizkaia como núcleo del país, el reconocimiento de una supuesta «soberanía originaria» vasca, de cada uno de sus «siete» territorios (zazpiak bat) y no de la realidad de su Estado histórico, Navarra, a través del cual fueron efectivamente independientes. Arana Goiri erró en una parte importante de su planteamiento y de ese error seguimos padeciendo las consecuencias en la política vasca actual.

No es el momento de resucitar la Gamazada. La Gamazada tuvo su momento y fue muy importante. Supuso una movilización general de Euskal Herria, pero no se puede llevar mucho más lejos el paralelismo. Aquí y ahora la única reivindicación democrática posible, la que permite una consolidación real de nuestro país, la que haga que Euskal Herria pueda disponer y gestionar sus recursos en plenitud es el logro del propio Estado.

Navarra es el Estado de los vascos. El reino de Navarra logró la nacionalización de su pueblo y, a pesar de conquistas, ocupaciones y minoraciones, nos ha permitido llegar vivos y con ganas de libertad a la etapa actual. La memoria de esa Navarra histórica y de las injusticias sufridas desde su conquista, comenzada en 1200 hasta la actualidad pasando por 1936 y el franquismo, es la que nos permite mantener una sociedad combativa y con capacidad de acceder a la independencia. Ese es nuestro reto democrático real. El Estado propio.

Luis María Martínez Gárate

Premio por la protección del patrimonio… de Pamplona

obras_plaza_del_castillo

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Hoy serán premiados, con motivo de la reunión de Hispania nostra, los actuales responsables de Pamplona por su entrega y puesta en valor del patrimonio de la ciudad. Los pamploneses reencontraron sus raíces en la plaza principal con la excavación para la construcción de un parking subterráneo. Los vestigios puestos a la luz del día fueron pronto reconocidos por los especialistas como de un máximo interés monumental e histórico. Este descubrimiento confirmaba, si ello era necesario, la riqueza de su pasado. El deber se imponía, la magnitud de la reencontrada Pamplona romana no podía desaparecer. Desde entonces, este patrimonio de todos ha sido protegido y puesto en valor. Las generaciones venideras apreciarán sin duda el esfuerzo.

El éxito arquitectónico ha llegado al haber sabido integrar plenamente en prodigiosa síntesis el subsuelo de la plaza con su maravillosa cripta arqueológica, los usos turísticos comerciales y de plazas de garaje para automóviles con las bodegas de los porches de la plaza y de los edificios actuales que cierran la plaza. Todo ello ha hecho que Pamplona sea conocida mundialmente por la modélica solución dada a la conservación del patrimonio que multiplica y potencia los servicios y las necesidades de la ciudad actual sin detrimento de lo viejo ni de lo nuevo, sino en beneficio recíproco de ambos, ya no solo por el encierro que discurre por la trasera situada al este del gran conjunto arquitectónico, la comunicación peatonal en el nivel romano desde la plaza del Ayuntamiento, Pozoblanco, Comedias, Chapitela y Estafeta ha sido un acierto y éxito completo al integrar la cripta monumental con el entramado urbano del casco histórico.

En fin, es evidente que gracias a la cripta arqueológica de la Plaza del Castillo, Pamplona ocupa un puesto preeminente entre las ciudades monumentales europeas. Los beneficios económicos que ello ha traído la han convertido en la nueva locomotora del desarrollo de la ciudad en la cultura, el turismo y el ocio, haciendo posible que la crisis económica mundial no haya afectado a Pamplona tanto como a otras ciudades, al complementar su tejido industrial y de servicios con la puesta en valor de su hasta ahora desconocido y rico patrimonio histórico. La clave técnica ha estado en haber sabido salvar la cota fértil arqueológica, pues la excavación del parking se ha hecho debajo en la tufa o margas grises con tres pisos de garajes, sin afectar para nada al inmenso tesoro que se alberga en la capa superficial de escasamente siete metros situada entre la roca y el suelo de la actual Plaza del Castillo.

Cuando fue inaugurada esta cripta arqueológica de la Plaza del Castillo con sus usos y acondicionamiento del subsuelo arqueológico, acogiendo el museo romano e histórico de Pamplona-Iruñea, el sentimiento de orgullo se apoderó del corazón de los pamploneses. El invalorable regalo de los vestigios históricos puesto al día y sabiamente aclarado en el núcleo de la ciudad volvía vivo, en las memorias de todos. Las ruinas de época romana han sido no solamente preservadas, sino que han retornado a la vida acunadas por un conjunto arquitectónico contemporáneo de vanguardia mundial. El patrimonio de todos los pamploneses ha quedado definitivamente protegido. Legando así a las generaciones futuras el mejor testimonio de una voluntad de protección del patrimonio monumental de la ciudad.

A la impaciencia sucedieron la sorpresa y la admiración. La arquitectura de hoy había respetado perfectamente la construcción de ayer. Las explicaciones técnicas aclaraban los restos vascónicos-romanos puestos en valor sabiamente, la amplitud de las termas, piscinas, mosaicos, hipocausto, cubiertas de cerámica, conducciones de agua…

Vamos a agradecer y felicitar al levantamiento ciudadano en defensa de su ciudad y calurosamente al equipo encargado de la excavación. Gracias a su conocimiento, la ciudad de Pamplona ha encontrado una nueva parte de sus raíces. Su pasión por nuestro patrimonio y su competencia histórica y científica merecen nuestra admiración. Felicitamos y agradecemos igualmente a los arquitectos que han sabido crear una atmósfera particular en la cripta y poner de relieve su gran belleza.

Podrá el visitante conservar en su memoria el recuerdo de un enclave cumbre de la historia de Pamplona y de Europa, amorosamente protegido. Tan elocuentes son en su sorprendente majestad las ruinas romanas de la Plaza del Castillo que merecían ser expuestas permanentemente al público, ansioso de comprender la ubicación, la función y la época.

El itinerario para visitar la cripta produce la emoción de la vuelta a la infancia que se creía perdida. La infancia de nuestras ciudades es una página basada en nuestra memoria colectiva; es nuestro propio origen, revelado por las excavaciones urbanas, que nos proporciona a través de sus testimonios, la vida de todos los días: ricos bienes bien conservados, monedas, peinetas, residuos domésticos echados al fondo del pozo, hogares con las últimas cenizas.

El alba romana de nuestra ciudad se escribe sobre todo en la ordenación de calles y plazas, la disposición de las fuentes, el esplendor de los edificios públicos. Encontrado, el enigmático monumento termal de la Plaza del Castillo interroga hoy nuestra conciencia. Su historia, la infancia de Pamplona, está inscrita en la sabia disposición de sus piedras pero también en el ultraje de sus muros desmantelados.

Los muros densos y potentes que se levantan en este lugar están cargados de una doble significación: confirman, al igual que otras ciudades romanas de Europa, que Pamplona participa en el real movimiento de extensión y de embellecimiento que animan, en esta época, la política activa de los ciudadanos.

Esta es la verdad de lo que pudiera haber sido, pues la terrible realidad es conocida por todos. Juzgue usted quién se merece los premios.

Tomás Urzainqui Mina